Prólogo

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¡¡Bienvenid@sa nadie duele para siempre!! Espero que disfrutéis leyendo este libro tanto como yo he disfrutado escribiéndolo.


NINA


Hace tres años que le di el último adiós a la persona que más me atormentaba, cuando yo nací esa persona ya llevaba cuatro años junto a mi familia y lo peor es que no estaba solo, tenía otra persona más a su lado para fastidiarme. Uno de los dos era mi hermano mayor y el otro el principal cabecilla de mis torturas, Rodrigo Santana, el maquiavélico ahijado de mis padres.

Provengo de una familia de poderosos millonarios, mis bisabuelos ya lo eran, mis abuelos también y mis padres, obviamente también.

Mi abuelo, nacido en Madrid, es un famoso fiscal ya retirado. Mi padre queriendo un cargo superior se hizo juez, pero no un juez cualquiera no....uno de los jueces más importantes del tribunal supremo. Después conoció a mi madre en uno de sus viajes de estado en el País Vasco. Mi madre, heredera de viñedos y de una de las bodegas más famosas de España en Vitoria, cuando se conocieron iban y venían de Vitoria a Madrid, pero, al final mi padre decidió dejar la sede del tribunal supremo e irse a Barcelona y mi madre. . . accedió a ir con él. Se compraron una increíble casa ubicada en una zona residencial exclusiva.

Mi madre tenía una mejor amiga desde la infancia en Vitoria, de nombre Victoria, si, muy original... hija también de un Presidente de un Banco Vasco.

En una de las muchas veces que vino a visitar a mi madre a Barcelona, ​​​​conoció a un empresario y arquitecto de renombre, que se llamaba Felipe, se casaron y dos años después se casaron mis padres. Después de la boda, mis padres, en la luna de miel en Bahamas, mi madre quedó embarazada de mi hermano Borja. Su querida mejor amiga rápidamente quedó embarazada para así tener a sus dos primogénitos casi a la vez. Mi hermano nació cinco meses antes y mi padre eligió a su hermano ya su cuñada para que fueran los padrinos, pero en cambio, Victoria y Felipe eligieron a mis padres para ser los padrinos de su hijo Rodrigo. ¡Los seis, casi siempre estaban juntos, se iban de vacaciones, quedaban los fines de semana, hasta sus hijos iban al mismo jardín de infancia! ¡Todos juntos!

Cuatro años más tarde nací yo, Nina Rivera y me convertí en la ahijada de los padres de Rodrigo y en la muñeca de mi madre y su amiga, las cuales se pasaban el día comprando vestidos, poniéndome lazos ridículos en la cabeza y mimándome, mientras mi hermano Borja y Rodrigo se pasaban el día torturándome, metiéndose conmigo y sobretodo un Rodrigo, el cual descubrió que tenía una pequeña mancha de nacimiento con forma de fresa en el bajo vientre cerca de la inglesa. Un día me vio desnuda cuando yo tenía cinco años, mientras mi madre me quitaba el cloro de la piscina en la ducha del jardín, me apodó "Fresita" y no dejaba de decírmelo las veinticuatro horas del día. No sé por qué, pero cada vez que me llamaba así me salían chispas de la cabeza ya él parecía encantarle verme así de enfadada, también me tiraba de las trenzas y los dos se burlaban continuamente de mí. De vez en cuando jugábamos los tres, sobre todo cuando nos obligaban a ir a estúpidos eventos o fiestas donde nos aburríamos y no conocíamos a nadie. Tengo pocos recuerdos bonitos con ellos cuando era pequeña, pero hay uno en concreto que recuerdo, cuando tenía nueve años y ellos trece. Estábamos de vacaciones en la playa, en una casa muy grande que habían alquilado, era de noche, nuestros padres estaban en el jardín bajo unas guirnaldas de bombillas, tomándose unos vinos entre risas y mi hermano estaba durmiendo en la literatura que ellos compartían, yo. en la habitación de al lado en mi cama viendo en la televisión las supernenas, cuando la puerta de mi habitación se abrió y entró Rodrigo cerrando la puerta al entrar y metiéndose en mi cama.

Recuerdo decirme que me dejara tranquila, pensando que venía a molestarme, pero me dijo que quería darme un beso.

- ¿Un beso? - Le dije yo con cara extraña sin entender nada.

-Nunca me he besado con nadie y quiero que tú seas la primera- Me dijo entonces.

Yo me quedé quieta sin saber qué decir, él se acercó más a mí, apoyando sus labios en los míos. Fue un beso sencillo y simple, pero, me puso tan colorada que intenté evitar estar con él a solas durante lo que descansaba de vacaciones.

Nunca más volví a intentar besarme y yo con esa edad no le di importancia, simplemente fue mi primer beso y supuestamente el suyo también. Nos llevamos cuatro años los cuales, cuando éramos más pequeños no se notaban, pero, cuando yo tenía doce años y ellos dieciséis comenzamos a distanciarnos por nuestras diferencias de edad. Yo todavía era muy infantil, me creía una princesa Disney, jugaba con mis Barbies, tenía una habitación llena de ellas con su mansión de pared a pared, más de veinte coches diferentes, un armario lleno de ropa y complementos para ellas, cosas que una niña rica podría tener.

Me pasaba horas y horas jugando mientras veía a Borja y Rodri comportándose diferente, iban de mayores, les decían cosas a las chicas, fumaban a escondidas, mientras yo me chivaba a nuestros padres de las cosas que hacían o decían y ellos me la devolvieron tratándome mal, muy mal. Me despreciaban, me insultaban, me tenían literalmente prohibido acercarme a ellos.

Al año siguiente la cosa fue a peor cuando tenían diecisiete años y hablaban mal de las chicas, las utilizaban para su beneficio sexual, como si las mujeres solo valiéramos para eso y sobre todo Rodrigo estaba fuera de control. Lo veía muchísimas veces borracho, con la cara golpeada de metere en peleas, sus padres estaban hartos y cansados ​​de su comportamiento, bueno en general todos lo estábamos, todos menos Borja, que estaba casi a su altura. Recuerdo que sus padres no aguantaron más y en la celebración de la inauguración de su segunda empresa, mis padres me dijeron que me despidiera de él, porque esa misma noche Rodrigo cogería un vuelo en dirección a Londres, para seguramente no volver al menos por un largo tiempo, ¿me alegré? por supuesto que lo hice, estaba cansada de oír sus constantes burlas hacia mí, de oírle hablar mal de las mujeres, de su narcisismo y de sus patéticas ganas de llamar siempre la atención.

Nadie duele para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora