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Josh

Mi hermana se había encargado de hacer la fiesta de sus sueños. Había olvidado que estaba por casarse hasta que hace dos días llamó para decirme que tenía que estar puntual el sábado. Incluso me mandó un esmoquin específico.

No podía decir que fuera un sueño mío, no me gustaban las fiestas, pero estaba feliz por Bella. Después de todo, siempre fue su sueño hacer una boda en grande.

Estaba preparado para pasarla aburrido el siguiente par de horas, mientras me la pasaba sentado en la mesa. Mi hermana estaba demasiado feliz y no había dejado de mencionar a la florista que trabajó en sus decoraciones y ramos. Era cierto que había hecho un buen trabajo, el lugar se veía increíble y eso me hizo pensar en Maxine.

Recordé de repente como parecía tan feliz de tener que crear ramos y combinar colores. Ver estas decoraciones simplemente parecía algo que ella hubiera hecho.

Entonces mi hermana decidió que quería presentarme a la florista. Y ahí estaba ella justo cuando estaba pensando en el color de los ramos y como Maxine encajaría a la perfección con ellos.

Parecía algo incómoda y sorprendida de verme, yo estaba igual aunque eso explicaba porque esos ramos me recordaban a ella. Solo alguien como Maxine podía hacerlos.

La fiesta comenzó en la pista de baile y tras varias horas, decidí buscar a Maxine con la mirada y la encontré luciendo aburrida mirando a las personas bailando en su mesa. Un sentimiento extraño cruzó por mi pecho, se veía solitaria y casi triste. Me acerqué a su mesa, deseando no haberla visto. ¿Por qué me sentía mal por verla triste?

Entonces le ofrecí bailar.

Parecía que estaba actuando en contra de toda lógica. Maxine se quedó viendo mi mano como si acabara de ofrecerle ir a matar a todos los animales de la cuadra.

—No logro comprenderlo —dijo después de un minuto en silencio.

—¿Qué tendrías que comprender? Te estoy ofreciendo ir a bailar.

—Pero, ¿por qué?

La verdad era que yo tenía la misma pregunta. ¿Por qué estaba aquí parado como un idiota ofreciéndome a sacarla a bailar? ¿Por qué me entristeció verla triste a ella?

No lo entendía. Así que dije la primera excusa que se me ocurrió.

—Mi hermana no paraba de insistir —rodé mis ojos. —. No creo que quieras decepcionarla.

Mi hermana ni siquiera estaba consciente de que yo estaba aquí. Tampoco sabía que Maxine y yo nos conocíamos desde antes.

Maxine se levantó de la silla y se miró así misma. Luego me dio una mirada extraña y volvió a mirar a otro lado con las mejillas rosadas.

—No estoy vestida para la ocasión.

Era cierto. Iba con una falda corta de mezclilla y una camiseta blanca que le quedaba grande. Quizá no era la etiqueta de la fiesta, pero, ¿acaso importaba?

Miré hacia la pista de baile, donde todos parecían absortos en no pisarse los unos a los otros.

—En realidad, dudo que alguien preste atención a eso. Así estás bien.

Un brillo de duda cruzó por sus ojos un segundo antes de poner su mano sobre la mía. En comparación, la suya era pequeña y delicada, muy cálida para mis manos frías. Una corriente eléctrica me recorrió todo el cuerpo.

Caminamos hasta la pista y comenzamos a bailar una canción lenta qué estaba sonando. Fue extraño, pensé por unos segundos. ¿En qué momento había decidido acercarme?

La manifestación del amor | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora