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Josh

La sesión de fotos fue un éxito para la junta directiva el viernes. Todos estuvieron de acuerdo en que ya se podían difundir en redes sociales, pero antes de eso, Maxine debía firmar un acuerdo de consentimiento debido al uso de su imagen.

Regresé a la oficina como siempre con mi taza de café diaria cuando vi a Maxine sentada en su escritorio. No me había dirigido la palabra desde anoche, cuando hizo que Kennedy detuviera el auto para bajarse e irse sola en la noche. De verdad que cada vez que me convencía que no estaba tan loca, ella iba y hacía eso.

¿Por qué se enojaba?

Me acerqué con los papeles para que los firmara, alzó su mirada. No parecía contenta.

—Son los papeles para autorizar tu imagen en redes.

—Ya —contestó con sequedad.

Asentí, dispuesto a irme, pero me detuve en la puerta de mi oficina. Volví hacia donde estaba ella.

—No contestaste mis llamadas —tuve que hablar tratando de no sonar molesto.

Se había ido anoche sola sin decir nada. Ni siquiera tuvo la decencia de responder un mensaje o mandar un emoji diciéndome que había llegado bien a su casa. No era como si la situación en las calles fuera beneficiosa para las mujeres actualmente.

Aquí estaba, preocupándome por ella cuando apenas y me miraba.

—Pues aquí estoy ahora, ¿qué ibas a decirme?

Puso su mano en su mejilla, mirándome expectante.

—Pudiste mandar un emoji al menos.

—¿Qué ibas a decirme, Joshua Lyle?

—Nada, que me avisaras si habías llegado a casa.

Juntos sus labios quizá en un intento de sonrisa que salió como una mueca.

—¿Eso era todo? ¿Solo me ibas a decir eso?

Asentí.

¿Qué otra cosa esperaba?

Comenzó a reírse, pero todo en su expresión corporal me decía que estaba enojada. Sus mejillas rojas fueron otra señal.

Me di la vuelta para evitar uno de sus momentos explosivos, solo que fue muy tarde porque escuché el golpe de un folder de plástico contra su escritorio y su voz clara y fuerte:

—¿De verdad? ¿No vas a disculparte? Ayer tuve que soportar un sin fin de cosas para tu sesión todo por ayudarte ¿y lo único que haces es decirme que no soy profesional?

Me detuve en la puerta y la miré, estaba con las manos en su cadera mirándome como si deseara matarme.

Okay, si había dicho que no fue profesional.

Pero eso era porque andaba platicando de cosas que no tenían que ver con el trabajo con un desconocido. El fotógrafo estaba insistente hablando de cosas que no tenían nada que ver con la sesión y ella no lo detuvo.

—¿Por qué esperabas una disculpa? Como dije, no estabas siendo profesional.

—Solo hablaba con Tom, no estábamos haciendo nada malo.

Tom, ese era el nombre del fotógrafo. ¿Por qué se molestaba en recordarlo de todas formas?

—Es trabajo, no centro de chismes.

Abrió su boca.

—No logro comprenderlo, actúas como si... —se detuvo, miró hacia otro lado como si no pudiera decir o admitir lo que pensaba.

La manifestación del amor | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora