Relato 35 | Sin ti

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2005

La tarde era fría, el cielo se nublaba poco a poco y algunos truenos se hacían presentes, anunciando la lluvia que se aproximaba. Había un poco de viento, se notaba por como algunas plantas que estaban afuera de una hermosa casa de tres pisos, se movían de un lado a otro.

Sentada en el sofá, con la vista fija hacia la gran ventana que reflejaba el desastre que se formaba a fuera, Mayte Lascurain lloraba desconsoladamente, sintiéndose vacía, triste, sola, cansada y sin fuerzas.

Bajo la mirada, encontrándose con la imagen que estaba en su mano izquierda, en la cual se veía uno de los momentos más felices de su vida, junto a la persona que más ha amado y que sigue amando.

Agarró la botella de vino blanco que tenía a su lado y dio un sorbo, ahogando sus penas en esa bebida, mientras miles de recuerdos y pensamientos pasaban por su mente, haciéndola sentir peor de lo que ya estaba.

Un trueno se escuchó y ella se asustó un poco, pero no le dio importancia, estaba tan mal que por primera vez en años, los truenos no causaron temor en ella como normalmente sucedía. Definitivamente, ella no estaba bien, se le notaba en todas las maneras posibles.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer con fuerza, mientras el ruido de los truenos seguía presente y las nubes se nublaban más. La casa estaba oscura, no se había molestado en encender una luz hasta ese momento.

Se puso se pie con cuidado, ya que ni para eso tenía fuerzas. Se mareó un poco, tratando de mantener el equilibrio, cosa que logró. Camino con la imagen en una mano y la botella de vino en otra. Encendió la luz de la sala, pero cerró un poco los ojos quejándose por la ponencia de la luz que eliminaba el espacio (la luz no estaba tan fuerte, pero el llevar rato a oscuras, hizo que se encandilara).

Su mirada se detuvo en un punto fijo, estaba parada sin hacer ningún movimiento, solo mirando un objeto al azar mientras su mente seguía llenándola de cosas que no quería recordar, no en ese momento de vulnerabilidad.

Sacudió su cabeza y volvió a caminar en dirección al sofá. En el camino, se encontró con un espejo, en el cual se quedó observándose unos largos segundos. Su aspecto no era el mejor, su cabello estaba atado en una cola no tan alta, su vestimenta consistía en su ropa interior y en una camisa larga (que era de su ex pareja). Debajo de sus ojos eran notables sus grandes ojeras, la falta de sueño le estaba pasando factura.

Su autoestima estaba por el suelo, ese era su aspecto casi diario, pero ella no se había dedicado a verse detalladamente, estaba peor de lo que imaginó. Sollozo al comparar a la Mayte Lascurain de antes, con la de ahora. Eran tan diferentes.

Volvió al sofá, está vez recostándose en el. Dio un último sorbo a la botella de vino y la dejó en la mesa frente a ella. La lluvia seguía cayendo fuertemente, pero no se le notaba asustaba, parecía agradarle ese clima.

Cerro sus ojos unos segundos, visualizando a su amada. La extrañaba mucho, le hacían falta sus besos, sus caricias, su voz, su sonrisa, todo, extrañaba todo de ella y en ese momento, en el que la imagen de ella sonriéndole y mirándola enamorada se mostró en su mente, se reprochó el haber dejado que los celos la invadieran, porque por culpa de ese feo sentimiento y de esa desconfianza, la perdió... probablemente para siempre.

El sueño fue invadiéndola, el insomnio no le estaba permitiendo descansar como debía, así que dejó que su cuerpo se relajara poco a poco, hasta que lo último que recordó fue el ruido exageradamente fuerte de un trueno y haber temblado un poco, pero el sueño termino invadiéndola por completo y su respiración se volvió lenta, hasta quedar profundamente dormida.

La puerta de la casa se abrió a la hora y media de Mayte haberse quedado dormida. La fuerte lluvia ya había cesado, solo caían las últimas gotas. Miró a su alrededor, hace días que no iba a ese lugar y no porque no quisiera saber cómo estaba ella, si no porque Mayte no quería ver a nadie.

Un beso y una flor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora