Me siento observada todo el tiempo, como si cadáveres enterrados por mí, caminaran para cobrar venganza.
Me levanté del sofá porque en mi cuarto se escuchan ruidos extraños de tazas y sillas rechinando con la madera del suelo. No abro la puerta porque sé que si lo hago terminan con mi vida sin dudarlo por un segundo. Buscaría mi lanzallamas, pero terminaría quemando la casa que tanto me costó obtener.
En los pasillos donde suelo caminar descalza observo ojos en cuadros manchados de sangre, que con envidia me observan mientras mi sonrisa sale a relucir sabiendo que no podrán hacer nada contra mí. Escucho risas saliendo de mi cuarto, la manilla siempre está cerrada y manchada de saliva.
Un día decidí entrar a ese cuarto dando una patada tan inmensa que la madera de la puerta quedo incrustada en mis tobillos. Mis brazos frágiles estaban tambaleando por la molestia que era cargar con el arma de fuego que llevaba. Cadáveres estaban sentados tomando amablemente una taza de té, cuando uno de ellos grito al verme, tan fuerte que mis oídos sangraron. Presioné el gatillo que encendía el lanzallamas e incendie todo el que se me cruzara en mi camino, me sentí como si asara cerdo. Mis dedos sudaban y mis ojos soltaban lágrimas, cuando mi sonrisa arrugaba mis mejillas.
––Betty, ¿Te acuerdas de mí?
Escuché una voz que preguntaba si lo conocía, fue inútil responder porque una estaca era clavada en mi estómago mientras mis brazos se extendían, como si me entregara por completo a su merced.
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Sin Merced a la hora del te
Short StoryUna joven vive con el temor de los zombies que viven en su "casa" así que busca una solución no sana para librarse de ellos.