Cap 44

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Jefnier es cualquier cosa menos serio cuando se trata de mujeres. Y yo sé que corro el riesgo de perder la cabeza si me dejo llevar por el.

Cuando estoy a punto de atravesar la puerta de mi edificio, oigo a Jefnier llamándome desde el coche. (¿Aún sigue ahí?)

—Jefnier: "Jessica."—

Me doy media vuelta después de haber escondido la sonrisa boba que empezaba a estirar mis labios.

—Jessica: "¿Qué hay?"—

—Jefnier: "No te preocupes por Jason. De momento, ya no tiene nada que temer. Mancini me lo ha asegurado."—

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Creo que en ese momento no me doy cuenta realmente. Entro en casa, dejo la llaves como siempre y me siento en el sofá. Estoy viva Y estoy en casa. oddie me salta encima y yo aguanto el equilibrio de manera bastante eficaz.

—Jessica: "¡Ven aquí, peque."—

Sin pensárselo dos veces, salta a mis rodillas y se me echa encima para lamerme la cara. Me doy cuenta en ese instante de que estoy llorando. Las lágrimas recorren mis mejillas sin que pueda evitarlo. Son, sin duda, las consecuencias de la emoción.

Abrazo a mi perro mientras me tranquilizo. Me está mirando de lado y eso me hace reír. No debe entender que me pasa. Con todo el maquillaje que se ha corrido debo parecer un panda en las últimas.

—Jessica: "No es nada, oddie. Tu ama está un poco triste esta noche. Se me pasará."—

Después de haber acariciado a mi bola de pelos, me dirijo hacia el cuarto de baño para el acto más importante de la noche: desmaquillarme. También decido tomarme una ducha bien caliente antes de irme a dormir. Eso me ayuda a dormir mejor.

Me quito todo lo que llevo puesto en el cuarto y voy derechita a olvidarme de todo bajo el chorro. Enseguida termino estoy entre las sábanas, con los ojos cerrados, intentando en vano caer entre los brazos de Morfeo. Y sin embargo, estoy que no puedo más, pero no consigo dormir. Trato de contar ovejitas para adentrarme en un sueño profundo, pero nada. Mi cerebro no tiene pinta de querer colaborar.

Me vienen a la mente un millón de pensamientos. Pienso sin parar... Cuando pienso en su pistolita en mi sien, se me ponen los pelos como escarpias. De verdad tendría que haber cerrado el pico.

¡Pero por Dios! No voy a conseguir relajarme si sigo pensando en esas cosas. Más bien al contrario. ¿Y si intentara imaginarme en una zona tropical, con un mojito entre las manos, disfrutando de un sol magnífico en la playa? (No. Eso tampoco funciona...)

Cansada de luchar, al final me levanto y cojo el teléfono. Echo un vistazo rápido a la pantalla: es la una de la mañana. Hago desfilar mi lista de contactos y me detengo en el nombre de Lisa. ¿Qué hago? Debe de estar durmiendo a estas horas... Tengo que dejar de molestarla con mis problemas. Pero es mi amiga. Y la necesito ahora.

¿Qué me diría ella en este caso? Ya lo veo venir: "Tendrías que haberme llamado, da igual la hora que fuera."

No sé qué hacer... Finalmente, decido enviarle un mensaje.

SMS de jessica:
"¿Estás durmiendo?"

(¡Pero bueno jessica! ¿De verdad crees que te va a contestar si está durmiendo? ¡Qué bobada, chica!)

𝕻𝖊𝖑𝖎𝖌𝖗𝖔 (lunay-Jefnier Osorio )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora