Cariño, Aprecio Y Amistad

Capitulo 1

El reino mágico, aquel lugar en el cual tu valor como persona se rige según tu poder mágico y jerarquía, nació un niño el cual no podría llegar a poseer de aquella bendición, un niño al cual los dioses lo abandonaron y apartaron su luz, un ser que no tenía magia. Regro, un beta que toda su vida había sido marginado por su debilidad, encontró consuelo en ese pequeño ser humano, ese bebé tan frágil que era considerado inútil para la sociedad así como él mismo. Entonces tomó la decisión de nunca abandonarle, permanecer junto a él y protegerle, brindarle el calor y amor que se le fue arrebatado por ser una aberración para los demás.

Quizás fue el hecho de que vio a una criatura indefensa o que se vio a sí mismo en él, no puede entenderlo, pero terminó amando a ese niño como a un hijo propio, dándole un nombre, siendo un padre digno incluso si él no conocía lo que es tener uno, escondiéndole de la sociedad que tanto le había herido.

"Dime Mash, ¿no es hermosa la naturaleza? Ella nunca nos juzgará ni a ti ni a mí", expresó un hombre a su hijo de solo 4 años, el cual al escucharlo solo ladeó la cabeza confundido. El padre solo sonríe, sabe que el pequeño no logra comprender el porqué de su situación apartados de todos.

Con el pasar de los años, el hombre se volvió viejo y aquel bebé que alguna vez fue débil creció, ahora un muchacho de 15 años. Lamentablemente, su mentalidad de aquel joven no se aumentó tanto como lo hizo su altura. Puede admitir que su hijo no es nada inteligente pero lo adorará de todas formas, piensa el anciano, mientras bebe una taza de café. Luego de un rato, su semblante se entristece, recuerda cada momento familiar que le había brindado el pequeño, cuánto le extrañaba. Ese niño tonto había prometido unirse a aquella academia de magia solo para tener una vida pacífica con él. Reconoce que el chico es fuerte, incluso un superdotado, pero aún era muy ingenuo, no conocía lo que es el mundo ni su gente, ni siquiera había podido tener una conversación de las jerarquías... Todo su mundo se fue cuesta abajo solo por ser diferentes. ¿Es tan malo no poseer magia o que ella sea débil? ¿Es malo acaso querer ser feliz como cualquier otro ser humano? Alfa, beta u omega, ¿nacer con magia o sin ella realmente es tan relevante aquello?

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Mientras en otra parte del mundo, un joven de cabello azabache y ojos dorados se dedicaba a pensar en cómo estaría su padre. Lo había dejado solo por un futuro pacífico para los dos. Quizás alistarse a Easton no fue lo más inteligente que pudo hacer, pero ¿habría otra solución? La respuesta ciertamente no es concreta, aunque lo más probable es que no. Sin embargo, no se arrepiente completamente. Después de todo, pudo hacer amigos aquí adentro, personas en las cuales podía confiar: Dot, Lance, Finn y Lemon. Ellos se habían vuelto su calor en días de frío.

"¿Estás prestando atención, cabeza de hongo?", gritó molesto un pelirrojo mientras intentaba golpear al azabache por perderse en la conversación.

"¿Es acaso importante lo que deseas decir?", preguntó el pelinegro, el cual mostraba desinterés en todo lo que su amigo quisiera decirle.

"Sí, que lo es, Mash. En nuestro mundo, no solo la magia te define, sino también tu jerarquía. Ya sabes, Omega, beta y alfa. Lo enseñan desde primaria. ¿Nunca escuchaste?", habló el chico de pelo celeste.

"Nunca fui a la escuela", respondió con honestidad Mash. "El viejo siempre me enseñó en casa, nunca me habló de algo parecido y si lo hizo no recuerdo", dijo despreocupado.

"¡Idiota!", exclamaron los otros dos al mismo tiempo. "Piensas que no es relevante, pero sí que lo es", dijo Lance mientras Dot asentía frenéticamente con molestia.

Mientras los dos reprendían al joven pelinegro, llegaron Finn y Lemon a aquella habitación, los cuales habían llegado tarde debido a una persecución de lechuzas. Suspirando, la chica rubia corrió para abrazar a Mash, el cual no hizo nada para devolverle el abrazo ni apartarla. Después de todo, todavía no entendía bien lo del afecto físico. Todo ello mientras Dot lo miraba con odio, aunque él sabía que no era real.