ⅩⅢ

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Sunoo

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Sunoo

Esa noche después de una cena incómoda con mi familia, decidimos que era hora de ir a descansar. La boda era al día siguiente y un día de sol y pileta nos había dejado algo agotados.

Después de haberme dado una ducha rápida para sacarme el cansancio del día, me puse una bata y salí del baño. Juro que si impactaba un meteorito en ese momento en el medio de la habitación me hubiera sorprendido menos. Riki estaba acostado en la cama, con sólo un boxer negro puesto y con un libro entre las manos. Su cuerpo perfecto ocupaba gran parte de la cama que debíamos compartir. Debía mandar una carta de felicitación a sus padres por haber creado semejante obra de arte. No podía (o no quería) dejar de mirar la perfección de ese cuerpo. Abrí la boca para decir algo, pero mis dos neuronas decidieron no funcionar en ese momento así que la volví a cerrar.

–Eh… –balbuceé intentando no sonrojarme ni tener una erección al mismo tiempo. Levantó la vista y me sonrió –¿Cenaste bien?

En fin. Yo y mi subnormalidad. Si hubiera un concurso para elegir a la persona más estúpida seguramente lo perdía por estúpido.

–Sí, estaba todo delicioso –dijo apoyando el libro en la mesita de luz –. Tu madre me dijo que estemos listos para las once.

Resoplé y me acerqué a la cama.

–Si, mañana empieza el verdadero show. Todos mis familiares van a estar ahí, aunque tú ya conociste al flanco más insufrible. En fin, ¿Qué leías?

–Oh, no sé. Es tu libro. Quería ver qué era eso tan interesante que te tiene tan atrapado como para impedir que te diviertas como un ser humano medianamente normal –dijo riendo por lo bajo.

Lo miré fingiendo ofenderme y estiró una mano para pellizcarme una mejilla.

–¿No te gusta leer? –le pregunté poniéndome más cómodo en la cama, subí ambas piernas y las abracé, descansando la barbilla en mis rodillas.

–Si, lo hago –dijo golpeando el lomo del libro con los dedos –, pero solo lo relacionado a la carrera. No tengo mucho tiempo para leer otras cosas.

–Es una pena. Yo no sé qué haría sin libros.

–¿Divertirte? –soltó una risita.

–Hey –le golpeé una pierna con el dorso de la mano –, tampoco es que vivo encerrado elaborando casos. Me divierto… a mi manera.

–¿Y cuál sería esa manera? –su piel había adquirido una cierta tonalidad aduraznada por el sol. Al ser tan pálido, su piel se coloreaba fácilmente y era algo muy lindo de ver, obviando de que una vez que los ojos (y el cuerpo) se acostumbraban a esa pared de músculos definidos y jugosos, uno no podía dejar de admirar que Riki tenía una piel impecable y lisa –¿Ir a clubes de strippers?

–Eh… bueno… –me rasqué la nuca incómodo. No hacía muchas cosas aparte de estar en el estudio y salir a almorzar o cenar con amigos y colegas –. Esa fue una ocasión especial. Era el cumpleaños de Jake, y bueno, él eligió el lugar. Nunca había ido antes a uno.

❛Fakers ∫ Sunki ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora