Capitulo 2: Amenazas

650 73 19
                                        




Dae García.

Despierto de tajo cuando los rayos del sol se impactan sin piedad sobre mi rostro. Alguien ha corrido la cortina del ventanal.

—¡Hora de despertar, doctorcita! —Reconozco la voz de la chica que ayer se encargó de quitarme mi teléfono y otras pertenencias que según eran de riesgo.

De inmediato elevo mi torso hacia arriba. Tallo mis ojos procesando la brutalidad en la que me han despertado.

—¿Qué carajos? —Exclamo indignada. —¡Al menos podrías tocar la puerta!

—Oye, no me grites. —Me advierte la tal Seli. —¿Qué querías? ¿Un besito en la frente? ¿Sonidos celestiales para armonizar el ambiente?

Parece que aquí todos aman utilizar el sarcasmo. —Me conformo con que no invadas mi intimidad tan de golpe. ¿Qué tal si estaba desnuda?

—Ay por dios, no tienes nada que no haya visto antes. —Se cruza de brazos y veo un arma metida entre sus pantalones bombachos. —Ahora levántate porque tus jefes te están esperando en el comedor.

—Esos tipos no son mis jefes. —Le aclaro tras levantarme a prisa. —Yo no duraré mucho aquí, así que no los llames de esa forma.

—Si, si, si... —Me ignora. —Tienes cinco minutos para ponerte esa ropa e ir al comedor. Y por favor, no hagas nada estúpido que tengo autorización de disparate o golpearte de ser necesario.

Seli sale de la habitación y yo sobo mis brazos con fervor para sentirme protegida.

Ayer en la tarde estaba terminando la terapia de Oso, un pastor alemán con problemas en la columna, cuando ese par de salvajes surcoreanos entraron al consultorio y a punta de pistola me obligaron a decirles si yo era Dae García. Pensé que se trataría de algun tipo de extorsión pero en cuanto mencionaron el nombre de mi padre, supe que podría ser algo peor. Y así fue.

Estoy preocupada por muchas razones; no llegué a dormir a mi departamento, no sé si a Lilly, mi roomie, le haya parecido extraño. Mi gatito Bowie esta solo y debe de tomar unos medicamentos para los nervios. Hoy tengo que atender a varios pacientes perrunos y sobre todo me preocupa mi abuela, solemos estar en constante comunicación porque sufre de la presión y si no le respondo las llamadas o los mensajes, puede alterarse.

Me miro a través de un espejito pegado en la pared y me ataco cuando veo las marcas negras debajo de mis ojos. No pude dormir, estuve llorando de rabia y de miedo casi toda la madrugada pensando en mi padre y en el odio que crece en mi interior hacia él porque me ha jodido la vida una vez más.

Termino de ponerme el uniforme, que por cierto es de mejor calidad que la que suelo usar. Es negro y consiste en un pantalón cómodo, una camisita con mangas tres cuartos y unos tenis. Afortunadamente todo es de mi talla. Me hago una colita alta, salgo de la habitación de servicio ubicada en el jardín y lo primero que veo es el rostro del tal Taehyung.

—Buenos días. —Saluda burlón y yo lo ignoro para retomar mi camino hacia la casa. —Mas te vale no hacer ninguna estupidez, Hoseok se portó bastante blando a noche, pero no creas que siempre va a ser así.

—Si eso es ser blando, no quiero pensar cómo actúa cuando es duro. —Murmuro.

—No te conviene saberlo. —Susurra cuando entramos a la casa. —Así que limítate a obedecer y estarás bien.

 —Así que limítate a obedecer y estarás bien

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Serendipia (1ra edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora