Un viaje para gritar

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-que muevas el culo te digo-. Reclame intentando mover a Darius del asiento del aeropuerto.

-tengo sueño-. Y recosto su cabeza volviendose a dormir.

-nos has comido nada, camina por Dios-. Lo sacudi aun si no hubo reacción alguna.

-¿Y? ¿Que tiene que ver una cosa con la otra?-. Preguntó. Abriendo levemente los ojos y mirándome de reojo.

Su mirada siempre había estado tan vacia que me causaba soledad con solo verla.

Estaba llena de absolutamente nada.

-te vas a morir si no comes-. Argumente. Saliendo del trance en el que su mirada me metía.

-Lawrence, eres consiente de que estoy muerto y que no importa si no como-. Volvió a recostarse sobre la silla del aeropuerto sin inmutarse por mi mano sacudiendo bruscamente su brazo.

-es aburrido estar aquí aplastado-. Rode los ojos. Lleve mi mirada hacia otro lado y me encontré con una chica rubia que parecía tener su mirada clavada en mí.

Camine tranquilo hacia a la cafetería, comprando un café y un sándwich hasta una mano fría como el hielo tocó mi brazo sacándome de mis pensamientos.

Mi estómago rugio como si no hubiera comido desde hace dos semanas enteras.

-¿Podria pedir tu número?-. Preguntó la misma chica rubia que había visto hace tan solos unos minutos.

-Lo siento, no estoy interesado en las mujeres-. Explique y le saque mi mejor sonrisa genuina y para nada nerviosa.

La chica asintió y se fue con la cabeza baja.

Hice mi camino hacía mi asiento después de que me entregarán la comida.

-Así que ahora eres un mujeriego-. Habló Darius inmediatamente cuando volví.

-¿De que hablas? Le dije amablemente que no estaba interesado en ella-. Darius solo rodo los ojos.

Hoy iba normal al aeropuerto hasta que una chica me guiño el ojo, y desde ahí parece tener una actitud agresiva hacia a mí.

-Lo que sea, si quieres puedo intercambiar mi boleto con el suyo y te vas a su lado-. Darius ni siquiera me miraba y me estaba empezando a afectar.

-Darius estas actuando muy estúpidamente últimamente, ¿sabias eso?-. Me senté terminando mi café y viendo hacia los aviones que estaban afuera.

Realmente quería saber que pasó con esa chica que lo afecto tanto y porque me afecta tanto que me este poniendo esta estúpida ley de hielo.

***

Llamaron a nuestro vuelo, parecía todo normal si ignoramos que Darius parecía ignorarme sin pena alguna.

Darius suspiro, extrañamente molesto.

-Darius, oye, ¿quieres jugar tres en raya?-. Intente alivianar el ambiente con la pregunta más estúpida que existía en la faz de la tierra.

-no.

asentí y guarde mi celular en mi bolsillo girandome hacia la ventana.

A nuestro lado había una pareja bastante unida y cariñosa que hacia que me quisiera tirar del avión. Generalmente los ignoraria y estaría hablando con Darius en todo el viaje sin prestar atención, pero ahora él estaba molesto conmigo y cada duo que pasaba a nuestro lado parecía darme un golpe bajo, muy bajo.

La azafata explicó esas estupideces que generalmente se dicen en los viajes. Y aunque intente poner un poco de mi atención, no pude separar mi mirada del descontento Darius que tenía al lado.

Ese no era el idiota que yo había conocido.

Si hice algo malo, entonces dímelo.

-¡Bien! Disfruten su viaje-. La azafata se despidió y yo quería que simplemente repitiera su discurso porque no estaba listo para enfrentarme al silencio que había entre Darius y yo.

Una voz, al menos una maldita voz que me sacara de lo preocupado que Darius me tenía.

El llanto de un bebé se escucho y parecía que por fin Dios había escuchado mis desesperadas plegarias.

Antes hubiera estado molesto por el ruido, pero ahora era una historia completamente diferente.

***
El viaje fue largamente callado hasta que llegamos al hotel y pude sacar lo que traía guardado hasta el fondo de mi alma.

-Darius, ¿que tienes?-. Le pregunte acercandome levemente a él, como si fuera un gato que saldría corriendo si lo tocaba repentinamente.

-No es nada, Lawrence-. Respondió seco, dejando caer su espalda en la cama.

-Si es algo, no eres así, eres ruidoso y eres tú actuando tan tú-. Me senté a su lado en la cama. Sabía que no debía esforzarme en verlo si sabía que ya no tendría su mirada vacia justo en mí.

-Bueno, tal vez sería porqué de repente todas las mujeres te coquetean-. Murmullo lo suficientemente alto como para que yo lo escuchara bastante claro.

-Eso no es mi culpa idiota-. Me defendí y lleve mi mirada hacia él, aunque como lo esperado esa mirada tontamente feliz que me daba se había desvanecido.

-¡Ya se que no! Pero sería mejor si en vez de seguirles la corriente simplemente las rechazaras y te fueras-. Rodo sus ojos y suspiro.

-¡Eso es lo que hago!-. Baje mi vista. Me estaba consumiendo el estrés y el enojó.

-¿Oh si? ¡Y que hay de la chica de la mañana con la que hablaste muy amigablemente y me hiciste quedarme parado ahí como que estuviera pintando! Y después te quejas cuando no me quiero parar del estúpido asiento de aeropuerto-. Se quejó. Era cierto, hable con ella pero no porque ella me gustara o algo parecido, para nada.

-¡Darius no es lo mismo! Yo hable con ella amigablemente porque me cayó bien, y eso es diferente a estar sentados por hora y media en el jodido aeropuerto-. Me pare de la cama bruscamente.

-Supongo que si la chica esa hubiera estado ahí contigo ni siquiera habrías hecho una sola queja-. Replicó mi acción y me señalo, como si acabará de cometer el peor crimen.

-¿ah si? ¡Pues tal vez es cierto porque tal vez ella no se hubiera puesto así y me hubiera hablado como una persona normal!-. No quería seguir peleando con él, simplemente no podía.

Salí del cuarto sin dejarlo terminar o empezar siquiera lo que iba a decir.

Me recoste sobre la puerta que acaba de cerrar justo detrás de mi.

Si supiera que Darius iba a estar así, me hubiera gustado abrazar al Darius de ayer, el que estaba completamente tranquilo y actuando normalmente como siempre.

Solté un suspiro.

-¿Pasa algo?-. Un chico alto apareció frente a mi, con una sonrisa grande que hacia que se formaran hoyuelos.

-Ah, hola, no se preocupe, todo bién-. Sonreí a medias, aunque obviamente el chico no quedó convencido.

-Bueno, en esa caso, ¿le importa si le invitó un trago?-. A este punto y con lo que me acababa de gritar con Darius, yo me iba hasta con el vagabundo si me ofrecía un trago, incluso si estaba envenenado.

-Bueno, no haría daño-. Le sonreí y lo seguí al pequeño bar.

Quiero liberarme del estrés y hacer un nuevo amigo mientras tome un trago sonaba bien.

El jardín de las luciérnagas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora