CAPÍTULO 01

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Mis pensamientos mueren cuando los puedo ver...

Sumeragi Subaru, después de la batalla con los dragones descubrió que ya no quedaba nada. Ese sentimiento que lo ataba al mundo había desaparecido por completo, ya sea un odio profundo o un amor distorsionado. Ahora era solo él frente a la luz eterna del amanecer. Había vivido una vida larga y ya era el momento de partir. Los miembros de su clan se apostaron a los pies de su cama derramando lágrimas silenciosas.

El viejo Sumeragi por fin obtendría un descanso.

En los últimos años de su vida empezó a llamarse viejo a sí mismo, sus manos arrugadas eran la muestra de que no había nada eterno. Una vez más miró por la ventana, en ella un árbol de cerezos se agitaba en el viento como si llorara.

—Entierrenme debajo de él.

Fue su última voluntad.

Esas flores siempre fueron el doble recuerdo de las personas que más amó y también el destino que les acarreó.

Pero ahora ya era nulo y lejano, el tiempo le había enseñado algo más profundo que todo desastre, la paciencia.

Así, dejando sus últimas palabras esbozó una pequeña e idílica sonrisa. El amanecer se tornó brillante ante sus ojos moribundos. Cuando fue cerrándolos la luz se hizo más brillante. El resplandor cubrió su cuerpo por completo y a lo lejos solo el eco de gritos lejanos que lo llamaban se perdió en su conciencia.

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—Al fin despiertas.

—¿...? ¿Dón...? cof, cof —Subaru parpadeó con dificultad como si despertara de un largo sueño e intentó hablar, pero sus cuerdas vocales no respondieron bien, fue como si hubieran dejado de utilizarse durante mucho tiempo.

No tuvo más opción que adaptar sus ojos y mirar a su alrededor. La voz, ¿de dónde venía esa voz?

En el momento en que su visión se hizo más clara vislumbró una sombra distante que parecía observarlo de forma amable. La silueta de la persona parecía la de alguien que usaba un traje largo como si fuese un traje tradicional chino. En su mano una pipa emitía un humo extraño que formó cadenas en el aire.

Observando con más detalle descubrió que se encontraba en un largo pasillo oscuro en el cual solo el piso reflejó su apariencia.

Subaru abrió los ojos como si no pudiera creer lo que veía. Volvió a ser el joven Subaru del tiempo de sus memorias más idílicas y trágicas. Ese mismo Subaru que una vez tuvo todo lo que necesitó y ese mismo Subaru que lo perdió todo.

Pequeñas gotas saltaron de sus orbes cuando viejos recuerdos se condensaron en él. Jamás pensó volver a ver a su hermana de esta forma. Una vez en el pasado se dio cuenta de que una vez que esta juventud se acabara ya no podría observar este rostro, por lo tanto no volvería a ver a su hermana. Pero la muerte era pendenciera.

—Es un buen rostro —la silueta aspiró una bocanada de humo y sopló el aire—. ¿Te recuerda a alguien?

—H... h... her... ma... na... —dijo con dificultad.

—Supongo que era tu gemela.

Subaru asintió a las palabras de la sombra.

De principo a fin Subaru no tuvo miedo de esta presencia. El aura que emitió esta persona no era del todo humana, pero no era maligna. Todos los años que acumuló de experiencia al fin cobraban un sentido superior. El mejor Omnyouji del clan Sumeragi sin duda era Subaru.

Era, porque él ya estaba muerto.

Subaru sabía perfectamente esto y por eso su mirada era curiosa de todo lo que tenía alrededor. Quería preguntar pero su garganta aún era difícil de manejar.

Como si adivinara sus pensamientos la silueta soltó una pequeña risa y volvió a concentrarse en su invitado.

—Este es un espacio fuera del mundo del tiempo. Un lugar donde se ha detenido. Jamás hubieras llegado aquí si no lo necesitaras.

Subaru parpadeó confuso. La silueta parecía sonreír alegremente.

—Yo tampoco debería estar aquí ahora, sin embargo es mi último trabajo en este espacio. Alguien pagó anticipadamente al anterior dueño para esto.

» Señor Sumeragi Subaru. Se le ha dejado una oportunidad para volver al pasado.

Subaru olvidó por un momento el como respirar, no podía creer lo que estaba escuchando. La silueta alegre parecía emitir un aura más seria cuando dijo tales palabras por lo que no podía ser una broma, pero...

—Debe ser algo impactante para usted, sin embargo no es solo recibir un paquete. En realidad es un intercambio. Este es un deseo bastante grande por lo que quién pagó no pudo cubrir la cuota entera por si mismo así que usted deberá pagar el fragmento restante. Claro, en caso de que quiera tomar el deseo. Esto también fue una cláusula dejada por quién pagó el precio anticipado.

Subaru pensó durante mucho tiempo en las palabras que le transmitieron.

La otra parte no dijo nada y esperó pacientemente, era común tener un lio en mente por tal propuesta. Para un alma sin pendientes sería más fácil cruzar al otro mundo y esperar volver al flujo natural de la reencarnación. Sin embargo, si realmente habían cosas de las que te arrepentías, cosas que dejaste sin hacer y que aún piensas en ellas esto es difícil, muy difícil.

Subaru por fin estrechó los ojos. Siempre hubo un precio a pagar, era natural, su mundo era así.

—¿Cu... Cuál... —Subaru carraspeó un poco mejor—... precio?

La silueta sonrió un poco y dejó la pipa a un lado antes de pararse. Con suma calma se acercó al Subaru en el pasillo.

Y se susurraron palabras que eran solo audibles para el Sumeragi. Este parpadeó perplejo por un momento, pero al instante su rostro se llenó de determinación.

—Ese mundo, tal vez ya no sea del todo igual, aún así... ¿Estás dispuesto a pagar?

El que fue un viejo y murió de viejo y que ahora era un joven una vez más, aceptó este irrisorio bucle con un leve asentimiento.

Se volvió y acomodó su viejo sombrero negro en su cabeza, los guantes en sus manos resguardaban sus marcas. Sus hermosos ojos verdes irradiaban un sentimiento desconocido. Ya no podía ser del todo ese ser ingenuo que una vez fue. Pero su alma aún tenía su esencia. Un paso a la vez. Aunque haya perdido todo. Un paso a la vez, con firmeza.

El pasillo oscuro a sus espaldas de pronto consiguió iluminación, pétalos de cerezos comenzaron a caer como si lo empujaran hacía adelante. La dulce danza de las mortíferas era el paisaje rosa contradictorio del oscuro advenimiento tras la muerte.

Un paso a la vez. Con un viento a su alrededor mantuvo a los pétalos a raya. Ninguno debía tocar su cuerpo.

La garganta cerrada por fin se abrió tan cristalina como en aquellos años.

—Volvamos.

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⏰ Última actualización: Mar 15 ⏰

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