Capítulo veinte

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Sebastián y Mariet estaban desayunando, Mariet se notaba algo cansada y con la mirada perdida.

—¿Crees que sea por el trabajo?

—¿Eh? —Mariet reaccionó—. No, la empresa está yendo bien, no he sentido presión con eso.

—¿No será la casa? No digo que esté embrujada, pero no será que estar aquí te genera algo negativo, ya sabes, hay muchos recuerdos aquí.

—Hay recuerdos, pero...No, creo que es la culpa y además,  es que se acerca la fecha en que puedo ir a visitar a mi padre. Ni siquiera sé qué le voy a decir.

—¿Realmente quieres ir a verlo? Más bien, ¿crees que realmente él quiera verte?

—Sólo quiero que él esté bien, y tratar de no distanciarnos tanto.

«Eso quería mamá», pensó Mariet. Mariet dio un largo suspiro y poniendo las manos sobre la mesa comenzó lentamente a levantarse de la silla de ruedas.

—Con cuidado—respondió Sebastián ayudándola a levantarse.

—Lo tengo, lo tengo, gracias—Mariet se levantó y pudo mantenerse en pie con las piernas temblorosas—. Uf, voy a tener que hacer mucho ejercicio para recuperar las fuerzas.

—¿Estás segura que quieres salir? Es tu día libre.

—Tengo que ir a ver el departamento de Voyage. También tengo que ir a ver algunos amigos. ¿Te veo en la noche?

—Claro, yo tengo que trabajar con Walker. Vamos, yo te llevo.

—Gracias, sólo déjame cerca y yo tomo mi ruta, ah, y hoy yo cocino y te veo en los departamentos. Voy a cancelar mi contrato del departamento—respondió Mariet para después despedirse con un beso en la mejilla—. No se me ha olvidado la cena, te prometo que tendremos una cita en condiciones.

—Se supone que yo tengo que decir eso, pero sí, no te preocupes, te debo una cita en un restaurante. Y ya sé a cuál vamos a ir.

—¿Será sorpresa? —preguntó Mariet sonriendo con los brazos cruzados.

—Así es—respondió Sebastián sonriendo.

Ambos se subieron al auto y cada uno fue a lo que tenía que hacer.



Mientras tanto, en el aeropuerto.

Marcus estaba sentado mientras esperaba su vuelo, Dylan y Flynn, vigilaban que los policías no se acercaran a él.

—Señor venga con nosotros—respondió Dylan detrás de Marcus.

—Idiota—respondió Marcus de mal humor volteando a ver a Dylan—, no sabes fingir la voz...Y llegan tarde, el vuelo sale en diez.

—Nah tenemos tiempo, pasar tres maletas fue todo un descontrol—respondió sentándose con él.

—No te confíes hasta salir de Nueva York—respondió Flynn—, primero, ¿ya pensaron qué piensan hacer?

—Lo único que sé es que no quiero volver a trabajar para otro millonario, ¿Marcus?

—Yo tampoco—en eso a Marcus se le ocurrió una idea—, pero sí podemos ser nuestros propios jefes.

—Te escucho, ¿qué se te ocurrió? —preguntó Dylan.

—Detectives privados. Dices que tienes una prima que es abogada, hay que hacer un acuerdo con ella y hacemos el trabajo sucio de dos detectives privados.

—Y yo podría buscar un trabajo de vendedor de seguros en esa ciudad—respondió Flynn.

—No es mala idea, me sorprendiste esta vez Marcus, y yo pensé que sólo eras músculos—respondió Dylan en tono burlón.

Historia PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora