Santiago lleva bastante tiempo teniendo problemas para dormir, el elenco se está dando cuenta y, finalmente, es Juani quien se decide a ayudarlo.
♡ GAY GAY HOMOSEXUAL GAY, esto no es para asumir nada ni ofender a nadie, sólo tengo la intención de en...
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Santiago adoraba el set y admiraba todo el trabajo que se hacía en el mismo, era normal para él ir a hablar con gente de sonido, de iluminación, y ampliar sus conocimientos sobre lo que hacían.
Pero realmente nunca había estado tan contento con que se cancele un día de filmación. El motivo no podía recordarlo ¿Y para qué? Si Juani, apenas se entera, le agarra la mano y le pide que vaya con él a caminar por las calles de españa.
Obviamente, él acepta. Obviamente se queda mirando de más a su amigo una vez se cambia de ropa. El frío estaba empezando a abandonar el país europeo, y eso era claro en la forma en la que se viste con remera de mangas cortas acompañando sus pantalones anchos. Había algo de Juani que lo tenía como imán al metal.
Las prendas se le veían bien, abrazaban y elogiaban su cuerpo, sus brazos ligeramente musculosos a pesar de la delgadez por la cual tenían que pasar por la película, sus rulos tan lindos y brillantes como siempre.
El corazón se le acelera. Decide acostarse en la cama en lo que espera que su amigo termine.
— Guarda un buzo en la mochila por si las dudas. — dice el rubio de repente, su voz realmente calmada en comparación a lo ansioso que realmente se sentía. Se permite cerrar los ojos, la vista de su amigo arreglandose entrente del espejo repentinamente abrumadora.
— ¿Para qué?
— Todavía no es oficialmente primavera, hay chance de que refresque a la noche.
— ¿Vos decís?
— Caruso, guarda un buzo en la mochila y dejate de joder. — Santiago se ríe. Aún con los ojos cerrados, no logra ver como las mejillas del bonaerense se enrojecen por su comentario, lo ligeramente ronco (pero aún así suave y gentil) de su voz mientras lo dijo. Rápidamente escucha como el cierre de la mochila es manipulado, lo abre y lo cierra.
El castaño merodea por el cuarto un rato más, chequeando tener todo lo que necesitaban para sus planes de la tarde: la mochila, las billeteras. No eran muchas cosas, pero él se fijó tres veces para asegurarse de que no faltaran.
— Dale, santito. Vení. No sabés la feria que ví, prácticamente te regalan la ropa.
¿Santito? Ese apodo era nuevo, un juego de palabras algo interesante que hace que la sonrisa en su cara crezca de la vergüenza. Santito.
El rubio se permite disfrutar la comodidad de la cama unos segundos más antes de pararse, abriendo los ojos, viendo a su amigo iluminado por el sol de la mañana temprano. Se acomoda los rulos rápidamente y guarda las tarjetas del cuarto en el bolsillo más seguro que pudo encontrar en la mochila.
—
Los chicos primero se permitieron desayunar un café y un cupcake (ya que en España no se podía encontrar unas buenas medialunas de manteca, o almenos ellos no habían encontrado ningún lado que las vendiera) antes de pasarse casi toda la tarde caminando.