Capítulo veintiuno

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Siete de la mañana. Mariet y Gary esquivaban el tránsito para ir a la entrevista de Gary.

—¡Mariet! Baja la velocidad, mi entrevista es en media hora—exclamó Gary con miedo, aferrado a la espalda de Mariet—. Te agradezco que me lleves, pero quiero llegar vivo.

—¡Relájate! Llegar puntual te dará puntos extras.

—Vas a cuarenta en calles de treinta cinco.

—Sí, pero nos acabamos de ahorrar quince minutos, llegamos en unos minutos. Además, extrañaba montar en mi motocicleta.

En eso Mariet tuvo que frenar al ver el semáforo en rojo. Gary respiró con más calma al sentir que frenó, de golpe, pero frenó.

—¿Y cómo se llama la editorial? —preguntó Mariet.

—Editorial Dones. Me gustó porque ellos venden los libros también por paquetería en línea.

—Suena bien. Espero que te vaya bien, yo creo que lo harás bien.

El semáforo se puso en verde y Mariet aceleró.

—¿Y qué nombre de escritor te vas a poner?

—Gary White Parker o GWP.

—¿Vas a usar dos apellidos? ¿Y eso por qué?

—Sí, quiero usar ambos. Me gustan mis dos apellidos. Además, no me convencía usar Gary White o Gary Parker. ¿Y tú? ¿Qué pendientes tienes?

—Hoy tengo muchos pendientes, una reunión y una cita en la noche. Oye, ¿a Ted y a Sonia no les interesa un departamento en el barrio SoHo? Mañana les voy a dar un cheque por los daños de su auto. 

—No lo creo, es muy caro esa zona, además, ellos ya viven juntos y el trabajo les queda cerca.

—Rayos, bueno, ya veré si a alguien le interesa ese departamento.

—Puedes rentar el departamento de tu padre. 

—Sí puede ser...Oye, de nuevo, ojalá logres que te publiquen. Háblame si lo logras o quieres hablar.

—Lo haré...Gracias Mariet.



Siete y media. Editorial Dones.

Gary esperaba esperando afuera de la oficina de la jefa de la editorial. «Glenda Curry», el nombre de la jefa de editorial y dicho nombre grabado en la puerta. Gary tenía algo de nervios, era la única persona en todo el blanco, tranquilo y luminoso pasillo, y ni siquiera tenían una secretaria. De repente Gary reaccionó al oír la puerta de la jefa abrirse.

La puerta se abrió y salió Glenda con una mirada molesta. Era una mujer hermosa en sus cincuenta, de cabello canoso, corto hasta el cuello y ondulado en varias capas, de cutis bien cuidado con apenas algunas patas de gallo en el rostro, pero cubiertas bajo unas pequeñas gafas rojas y rectangulares. La mujer vestía con un pequeño saco rojo, debajo una larga blusa negra, falda de tubo roja, unas medias negras y tacones rojos.

—¿Gary White Parker? —preguntó Glenda.

— Sí—respondió Gary de inmediato levantándose y estrechando su mano.

—Ah, perfecto eres tú. ¿Tienes tu historia? ¿Qué les pasó a tus manos? —preguntó hablando rápido.

—Sí, la imprimí, pensé que sería más profesional—respondió entregándole una carpeta—. Y también quiero mostrarle algo. No se preocupe, lo de mis manos es temporal.

Historia PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora