CAPÍTULO 9 (PARTE 1)

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Violeta

El incesante pitido de una cafetera me hace abrir los ojos con dificultad.

<que alguien lo pare>

Somnolienta me dirijo a la cocina y apago el dichoso aparato. El característico olor del café inunda mis fosas nasales haciendo que regrese poco a poco a la realidad.

Mi cabeza va a explotar. Desde las seis de la mañana estuve en mi oficina para adelantar trabajo atrasado, pues estas semanas se me ha acumulado. No es que faltase, pero me quedaba embobada con mis propias divagaciones y cuando me percataba de ello, el día ya había acabado. Hoy he tenido que editar ciertas entrevistas, cerrar varios compromisos y supervisar las cifras de nuestro canal. La revista ya era conocida, pero con la visita de Chiara aumentó el porcentaje a un nivel inmejorable.

<Chiara>

Suspiro pasándome las manos por la cara.

Esa chica ha sido el centro de mi ensoñación. La última vez que la pude ver fue hace tres semanas, junto a su novia. He tenido tiempo para aceptar la molestia que me causa la existencia de esa rubia, pues jamás he experimentado una conexión tan fuerte con una persona, o ese algo que me hace olvidar mi mundo externo. Me jode no poder tocarla cómo me gustaría. Cuando se encuentra cerca lo percibo, mis sentidos se alarman y pierdo la poca cordura que creo poseer. Nuestros acercamientos no fueron casualidad, y con este último, confirmé que ella también me desea, estoy segura.

Mi mente se encuentra dividida entre la necesidad de volver a verla y la de jamás hacerlo. No obstante, las ganas de evadirme en esos ojos verdes superan cualquier rayada que pudiese acecharme con su presencia. Su cuerpo definido, las piernas esbeltas, pechos, clavícula, la suavidad de su piel y cara esculpida. Por dios, me pone de tantas formas que con una vida no me bastaría para admirarla. Ansío recorrer cada centímetro de ella, sumergirme en su olor.

Me estoy poniendo cachonda, joder.

- A buenas horas te despiertas.

Doy un mini salto con un chillido.

- Tranquila que soy yo - se burla Denna mientras coge una taza para servirse café - ¿Quieres?

- Sí, por favor.

Me encontraba tan inmersa en el recuerdo de la pelinegra que ni me acordaba de estar en el piso de mi amiga. Tras salir de trabajar me dirigí a su casa para comer, después me tumbé en el sofá quedándome dormida.

- ¿Qué hora es? - masajeo mi sien.

- Las ocho guapita - me ofrece la bebida caliente y se apoya en la encimera delante de mí - Te has pegado una siesta de cuatro horas.

- Madre mía - abro los ojos de la impresión, pues para mí fue media hora - Podrías haberme levantado.

- Estabas muy mona manchando el cojín de babas - muestra un puchero.

- Capulla - le dedico una peineta y me voy hacia el salón con ella.

- Necesitabas descansar - dice sentándose y apoyando la taza en la mesa - Tampoco tenías nada mejor que hacer. Las siestas siempre vienen bien.

- Me he dormido después de comer y ahora es casi la hora de la cena.

- Mejor, así esta noche no tienes sueño - sus labios forman una sonrisa pícara.

Fruncí el ceño extrañada.

- ¿Qué?

- Salimos de fiesta - suelta.

Todo lo que veo || Chiara y VioletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora