Un caluroso día de verano.
El sol irradiaba como nunca sus dorados rayos esparcidos por el lienzo azul celeste, una cálida, suave brisa acariciaba mis mejillas mientras sonaba el melodioso trino de los pájaros, la más dulce orquesta jamás creada por la naturaleza. A mi alrededor, solo se podía apreciar una explanada pintada de verde, repleta de arbustos y pinos, cuyas copas bailoteaban al ritmo de la brisa.
Me encontraba jugueteando con mis pies en la orilla de la piscina, entablando una animada conversación con Anna, mi más cercana y fiel amiga hasta el momento. Juntas, observábamos con cierta picardía al resto jugar, Claudia acariciaba con delicadeza, casi con miedo los cabellos azabache de su novio, que cerraba plácidamente sus ojos y dejaba escapar una sonrisa de oreja a oreja, "si que está a gusto" pensé, mientras dirigía mi mirada a la otra parejita, Arturo y María que, como siempre se dedicaban a salpicarse la mayor cantidad de agua posible mientras soltaban sonoras carcajadas, llenas de júbilo. Sonreí, pues recordaban a niños pequeños de vacaciones, aunque, tampoco es que nos diferenciáramos mucho de ellos, nuestras edades rondaban los trece años por aquel entonces.
Absorta en mis pensamientos, olvidé casi por completo la existencia de Yara, que tomaba el sol con la esperanza de obtener su tonalidad deseada de bronceado, a pesar de que todos sabíamos que no lo necesitaba, pues su preciosa piel canela con sub-tonos dorados era una de sus características más hermosas y resaltantes. Tras un buen rato callada, Anna se percató de mi repentino silencio e intentó sacarme algunas palabras, pues nuestra conversación terminó algo abrupta.
-¿Te quedarás al final a dormir? Preguntó, clavando sus ojos en los míos y esperando un sí como respuesta.
-Mis padres dijeron que no, ya sabes... Resoplé molesta, no entendía porqué por una vez no me dejaban disfrutar algo más de tiempo.
-Vaya mierda, ¿no crees que va siendo hora de que les digas algo?
-¿Tu sabes como se pone mi madre si intento decirle algo? Dile adiós a verme el resto de las vacaciones. Solté riéndome irónicamente
Anna procedió a bufar, también fastidiada por mi situación, y después de unos segundos en silencio, escuchamos una llamada de atención de Claudia, que se separaba de su novio y empezaba a bucear en nuestra dirección.
-Llevamos un buen tiempo haciendo cada uno lo suyo, ¿no creéis? ¿Y si hacemos algo juntos? Dijo Claudia animada, mientras se recolocaba sus rizos, alborotados por el agua.
-¿Como qué? No hay mucho que podamos hacer en una piscina. Contestó Yara por fin, después de estar horas en silencio, entretenida con sus vídeos de maquillaje.
Ante la respuesta de Yara, vi como Claudia giró lentamente la cabeza en dirección a María que con una no muy agradable sonrisa, se acercaba a nosotros junto a Arturo con intención de unirse a la conversación.
-¿Por qué no hacemos algo entretenido, como hacernos preguntas y hacer retos? Propuso María extrañamente sonriente, seguida de Claudia, que le lanzaba una mirada de complicidad y asentía.
Todos los presentes estuvieron de acuerdo, encontraron esta idea entretenida e inocente, sin embargo, yo me negué amablemente y baje las escaleritas, con intención de unirme a Verónica, que permanecía en exactamente la misma posición en la que se encontraba hace horas. Su largo y lacio pelo negro se desparramaba sobre el sofá como si vida propia tuviese, una de las patillas de sus gafas se agarraba como podía al lóbulo de su oreja, pareciendo intentar con todas sus fuerzas no caerse, y sus piernas, completamente dobladas dejándola en posición fetal.
-Pero Vero, hija mía ¿Cómo sigues así?
Casi con la dificultad de una anciana, se incorporó lo mejor que pudo y se limitó a sonreír durante unos segundos, acto seguido, soltó su famosa muletilla "Me daba pereza estar sentada" y volvió a colocarse tal y como estaba. Sacudí la cabeza con una media sonrisa y decidí darme unos minutos de paz escuchando música, por lo cual, trastee en mi mochila hasta encontrar los viejos, parcialmente rotos auriculares y finalmente, me tumbé en otro pequeño sofá en frente de Verónica a disfrutar de la combinación de notas de mi canción favorita.
Cerré los ojos, y me dispuse a deleitar la inigualable voz de Michael Jackson en su canción "Rock my world",sin embargo, al cabo de un par de minutos, me pareció oír unos chillidos de emoción y varios aplausos acompañados de unos "¡Que bonito!" de fondo. Algo intrigadas, Verónica y yo nos miramos a la vez, mientras hacía mis auriculares a un lado y con una vaga señal, me hizo entender que subiera para ver que había ocurrido, a lo que fruncí el ceño y susurré entre dientes un "puta vaga" mientras salía a pasos apresurados de la sala.
A medida que me acercaba al resto, empecé a escuchar algunas palabras que me dieron alguna que otra pista de lo que había ocurrido, un "no pensé que lo haríais" de lo que parecía ser la voz de Claudia, me sugirió que habían retado a algunos de los presentes a cualquier estupidez que se les pasara por la cabeza. Ya por fin con ellos, curiosa y con una ceja alzada, observé la escena en silencio antes de soltar la pregunta estrella, Anna sonreía ampliamente, mientras dirigía su mirada una y otra vez a Fernando y a Arturo, al igual que Yara, María y Claudia se encontraban sorprendentemente en silencio, mirándose de reojo de vez en cuando, y con una mueca extraña, como si intentaran aparentar que estaban bien, pero era notable que algo extraño sucedía. Por último Arturo y Fernando, que se situaban en frente del uno al otro, con un brillo peculiar en sus ojos, además, me percaté de las mejillas levemente sonrojadas de Fernando y empecé a hacerme una idea de lo que ocurrió, a pesar de ello, para no adelantarme, decidí finalmente preguntar.
-¿A que viene tanto chillido?
-Ay, Alicia.... ¡no te lo vas a creer! María acaba de retarles a que se den un pico...¡y lo han hecho! Me contestó Yara emocionada dando pequeños saltos como una niña que acababa de recibir un dulce.
"¿A quién se le ocurre retar a su propio novio a que se de un beso con otro?" Pensé, tras haber confirmado mis sospechas gracias a Yara. Con un esfuerzo en ocultar mi asombro que podría ser malentendido, dibujé una pequeña sonrisa en mi rostro y simplemente dije "¿Por qué?"
-¿ Por qué no? Me contestó Anna, mostrándose algo decepcionada por mi reacción.
Una vez vi su cara, me quedo claro que debía dejar pasar el tema , por lo cual solo me encogí de hombros y decidí dar un tema de conversación del que poder charlar y hacer olvidar este incomodo momento. Ya bien entretenidos con el parloteo, clavé mis ojos en Claudia, que se había mantenido muy callada y algo distante, esto me hizo pensar que había alguna razón detrás del reto, pues a partir de ahí se mostró distante y opté por intentar hablar con ella tras la cena.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una grave y potente voz que avisaba que la cena estaba lista, así que todos rápidamente recogieron sus toallas desperdigadas por el suelo como trapos sucios y se dispusieron a ir velozmente al salón. Aprovechando esta situación y que Claudia ni se inmutó ante la voz de su padre, decidí no esperar más y preguntarle por su extraño comportamiento, por lo cual, con la lentitud y el silencio con el que se mueve una tortuga, me acerqué y tomé sitio a su lado, a lo que alzó la mirada, una llena de amargura y con enormes lágrimas a punto de rebosar de sus dulces ojos café.
-Tía, ¿Qué ocurre? Pregunté alarmada ante el deplorable estado en el que se encontraba.
-Alicia, yo ya no sé que pensar, sinceramente... Comentó mientras se derrumbaba discretamente y escondía su rostro entre sus piernas. -Fernando lleva unos días actuando diferente, y creo que quiere cortar conmigo. Contestó entre sollozos
-Claudia, esta tarde el se veía bien, no vi nada sospechoso...¿Crees que hay alguna razón para que quiera cortar contigo? Dije, intentando tranquilizarla con un abrazo.
-Hay una, y bastante clara además, no se lo he contado a nadie todavía, pero confío en que no dirás nada...¿Me lo prometes? Expresó esperanzada, mi presentimiento me decía que esto iba a ser una gran sorpresa.
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Lágrimas de diamante
Teen FictionAlicia, una curiosa y analítica chica cuenta sus experiencias con su grupo de amigos. Juntos, experimentan el sabor agridulce de la adolescencia, marcada por efectos mariposa que afectaran gravemente a sus futuras amistades, vida personal y a su man...