Heechul podía sentir que las miradas lo perforaban. Él tragó, no estaba seguro de qué hacer. Extendió la mano, esperaba que el hombre con el cabello multicolor le entregara la jeringa.
Esos dos hombres no entendían cómo su vida estaría amenazada si él tiraba su última jeringa. Si no la recuperaba, no podría ser capaz de inyectarse su insulina. Él podría morir.
El hombre apartó su mano, rehusándose a entregársela a Heechul. Sus ojos fijos en Heechul, como si tratara de leerlo. Finalmente negó con la cabeza. —Nosotros te conseguiremos más.
Heechul vio al hombre alejarse con su última preciada jeringa en la mano.
Su última.
¿Qué si ellos no lo hacían? Heechul la necesitaba. El hombre no podía tirarla. Él quería seguir protestando pero su cuerpo empezó a anhelar algo más. Se rascó el cuello, su otra sed hormigueaba un poco más. De nuevo su garganta se sentía seca. Conocía los signos, pero ¿qué podía hacer?
—Te llevaré a casa. Ahí hay un doctor que podrá ayudarte. —El alto hombre levantó a Heechul en sus brazos acunándolo cerca. Con lo mucho que Heechul anhelaba el toque, temía lo que esa cercanía pudiera hacer con su cordura.
Heechul trató de pensar en algo que pudiera distraer su mente. ―¿Cuál es tu nombre?
El hombre se reía profundamente. —¿No te lo he dicho, verdad? Soy Siwon.
Siwon, A Heechul le gustaba el nombre. Heechul se acurrucó en los brazos de Siwon, sintiendo los efectos de la insulina, que hacía su otra sed más evidente. Cuando estaba en el restaurante sintiéndose desorientado y con naúseas, la sed por la sangre se había quedado al fondo, pero ahora que se había encargado de eso, el pulso en el cuello de Siwon lo llamaba, gritándole acerca de su sed por sangre.
Heechul nunca había bebido directamente de la fuente en su vida.
—Vamos, calabaza, te colocaré el cinturón de seguridad. — Heechul tomó una respiración mientras Siwon se inclinaba y tomaba el cinturón de seguridad. Su piel olía delicioso. Él tuvo que morderse el labio inferior para no darle una pequeña probada. Siwon besó su frente antes de apartarse y cerrar la puerta. ¿Qué iba a hacer?
El delicioso aroma inundaba su cabeza, haciendo que sus dientes dolieran por darle una pequeña mordida. Solo una. Quizás él podía accidentalmente caer en el asiento y sus dientes podrían accidentalmente golpear una vena. Solo accidentalmente, claro está.
Siwon subió a la camioneta, su aroma simplemente llamaba a Heechul. El olor llegaba con tal fuerza que se mordió un gemido.
Heechul retorcía las manos en su regazo y miró por la ventana lateral, el pequeño pueblo se alejaba y se veía el escenario del campo. Era de una impactante belleza. Su aquelarre se localizaba en una aglomerada ciudad en donde más comida estaba fácilmente disponible para que los vampiros se llenaran de sangre.
Ellos nunca salían de ahí, porque podrían morir de hambre. Aquí había muy poca gente. Los vampiros serían fácilmente detectables si se alimentaban en un pequeño pueblo.
Entraron a un área boscosa, había una gran casa a la distancia. Los ojos de Heechul casi se saltaron al ver lo enorme de la casa. La casa de su aquelarre no era tan grande y había muchos de ellos viviendo en el lugar.
—Está bien, calabaza, aquí estamos —Siwon declaró mientras apagaba el motor y salía de la camioneta.
Heechul desabrochó el cinturón de seguridad mientras Siwon rodeaba la camioneta por el frente. Salió con la mirada fija en la casa. Ahora estaba oscuro, la casa estaba entre sombras, pero Heechul podía ver en la oscuridad, podía ver todas las cámaras de vigilancia. La que estaba sobre la puerta se movía siguiéndolos mientras ellos subían los escalones del frente.
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Manada Park #16
FantasíaKim Heechul ha permanecido toda su vida en el aquelarre en donde creció. Ellos se burlan de él, lo ridiculizan y él francamente odia eso. Cuando ellos hacen lo impensable y lo echan, Heechul se ve forzado a encontrar un nuevo hogar. Evitando el s...