Taylor se quedó congelada al sentir que Travis se detuvo, pero sabía perfecto que tenía razón en hacerlo, sus hijos estaban despiertos y no se les veía ganas de dormir pronto, cenarían algo y tratarían de que durmieran solos, no sabían cómo iba a salir eso, porque era un lugar desconocido para ellos, pero lo intentarían.
—Alguien tiene que ser el prudente, creo que me toca a mi— Travis rio, le tocaba guardar la compostura por los dos.
—¿Realmente crees que ese par va a dormir?, los veo con más energía que yo— se sentó en la cama, un poco derrotada, la siesta fue un fracaso total, esperaban que en la noche fuese diferente, pero con hijos todo se podía esperar.
—Se tienen que cansar en algún momento, ¿No? —
La pareja tomó a sus hijos para ir a la pintoresca cocina de la enorme casa de descanso de Taylor, los bajaron al suelo, esperando que se pudieran quedar cerca mientras preparaban algo de cenar, lo cual no sería tan fácil, Evie se acercaba a todas las puertas que veía, en casa tenían todo cerrado, pero ahí, era diferente, ya que al no habitarla, había aun muchos detalles por vigilar, la pequeña abrió una alacena en la parte de abajo, donde ella podía acceder con facilidad, sacando un montón de utensilios de cocina, entre ellos una cacerola que brillaba mucho, le llamó demasiado la atención.
—Ha encontrado su juguete perfecto— Travis estaba viendo atentamente. —¿Así era él de niño?, su madre sí que debió agotarse, vigilar a dos pequeños no era una tarea sencilla, sobre todo cuando uno de ellos era más curioso que el otro.
Evie tomó la cacerola y se fue a sentar debajo de la mesa, comenzando a pegarle al traste de cocina, divertida e interesada del ruido que hacía, esa era una de las cosas que no le gustaba mucho a Charles, desde bebé, tan solo el escuchar a su hermana gritar o llorar lo podía poner de malas, por lo tanto y no tardando, se puso a llorar molesto, tapándose los oídos.
—Charlie, lo siento— Taylor lo cargó. —Tu hermanita cree que es el mejor momento para practicar el encabezar una banda de metal pesado— trataba de convencerlo que el ruido no era tan malo como él creía.
El pequeño no hizo caso, seguía tapando sus oídos, nada iba a hacer que se calmara hasta que su hermana parara de hacer ese ruido, que pronto se volvió un escándalo al ella azotar el traste con el piso.
—Evie, tal vez podrías hacer lo primero, con tus manos, no con la cacerola chocando al piso, ese ruido le molesta a Charlie— la rubia trataba de convencerla.
Ella en automático abrazó la cacerola, previendo que se la fueran a quitar.
—No puede ser— Taylor rio.
—Te dije que encontró su nuevo juguete, dudo que vaya a soltar esa cosa en las próximas horas— Kelce le advirtió.
—¿Adiós noche de sexo? — pensó mientras sostenía a Charles con un brazo y con el otro terminaba de servir la cena.
—Tay— dijo riendo, luego le quitó a Charlie para que ella pudiera terminar.
Tan pronto como la cena estaba lista, Travis trató se sacar a Evie que seguía debajo de la mesa, abrazando firmemente la cacerola que tomó.
—Evie, necesito que me des el traste, es hora de cenar—
Ella negó con la cabeza y frunció el ceño.
—Evie, por favor— el enorme hombre se agachó, la mesa no era tan grande, pero sabía que si se levantaba la iba a tirar, se metió con cuidado para sacar a su hija, arriesgándose a que hiciera un berrinche, tomó a la pequeña y salieron de ahí.
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Eres mi juego final
FanfictionTaylor y Travis, después de un año de relación, se han convertido en padres de sus mellizos Evie y Charles, encontrándose con nuevos retos ante una paternidad bastante sorpresiva pero muy deseada, ¿Qué es lo que le depara a la famosa cantante y el j...