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Midorima y Takao caminaban por los húmedos caminos de la selva de Okinawa —ya que según con los registros de Momoi—, habían visto un ave, "muy extraña", por ese lugar. Takao caminaba con fatiga detrás de Midorima. El calor, la humedad, los insectos y el cansancio ya lo estaban matando.

—Shin-chan, ¿no crees que deberíamos descansar? —se quitó una cuantas gotas de sudor que se le escurrían por la frente.

Midorima lo volteo a ver y suspiro.

—Está bien, pero solo cinco minutos —este se quitó la mochila y la dejo a un lado de la roca en la que se sentó.

Takao lo imito y de su bolsa saco su botella de agua.

—Ah, estoy muy cansado, Shin-chan —tapo su botella y la volvió a meter a su mochila —, y además hace calor —se abanicó con su mano.

Midorima lo miro de reojo y metió su mano dentro de su mochila y le entrego un pequeño ventilador a baterías. Takao lo miro un momento antes de que Midorima apartara la mirada acomodándose los lentes.

—Es el objeto de la suerte para el día de hoy para escorpión —comento.

Takao soltó una leve risa antes de usarlo. Mientras tanto, Midorima, comenzó a revisar el mapa, para ubicarse mejor, ver a donde irían ahora y tachar con un marcador la zona donde estaban y no volver a esa. Takao, por su parte, prefería relajarse un poco antes de que comenzaran de nuevo su caminata, por lo cual, comenzó a cantar una canción mientras observaba todo lo que estaba a su alrededor. Todo era tan llamativo y de color verde. Con el musgo que recubría la tierra, rocas y troncos de los árboles y palmeras, maleza y flores; las cigarras, libélulas, moscos que con su sonido ambientaban el lugar. Como el área que recorrían era para que la gente pudiera entrar para acampar o pasear, no había muchos animales peligrosos por esos lugares. No muy lejos, vio como una figura extraña, de color rojo y amarillo, de gran tamaño, pasaba veloz por unas rocas. Sí su ojo de halcón no le falla —y casi nunca lo hacían—, supuso que era Suzaku. Sin esperar más tiempo salió corriendo detrás de él, dejando a Midorima desconcertado, que al ver a su compañero salir corriendo de esa forma, recogió las cosas y lo siguió.

Takao corría rápidamente, más de lo que alguna vez imagino, detrás de que aquella figura que le ganaba por metros de distancia, pero agradecía a sus ojos por tener un gran rango de visión. Vio como Suzaku doblaba a la derecha, así que con un esfuerzo inimaginable logro disminuir la distancia y al torcer tuvo que sujetarse de la roca, para no pasarse más de lo que necesitaba, pero se quedó quieto ya que a donde se había metido Suzaku solo había muchos árboles de gruesos troncos de los cuales ni siquiera su pequeña figura podría pasar. Se le quedo mirando un rato y luego miro a otros lados, arriba, abajo, a la izquierda a la derecha nada. Intento concentrarse pero para su mala suerte había perdido la figura. Midorima llego unos segundos más tarde, con el sudor recorriéndole todo su cuerpo, al ver a Takao, no pudo evitar lanzarle la mochila a la cabeza. Takao cayó al suelo al sentir la pesada maleta golpear su cráneo.

—Shin-cha, eso dolió —dijo sobándose la cabeza mientras se levantaba y se colocaba la mochila al hombro.

—¿Por qué corriste? —saco de su bolsa una botella de agua y comenzaba a beberla.

—Vi a Suzaku, o al menos eso creo, y para no perderlo lo perseguí, pero hasta aquí llegue —se sacudió un poco de tierra.

—Ya veo —miro donde estaban los árboles y se acercó. Con su mano comenzó a palmear los troncos y luego dio unos pasos atrás.

— ¿Qué haces, Shin-chan?

Sin contestar saco una shuriken y la lanzo a donde estaban los árboles y antes de estrellarse esta desapareció de los ojos de ambos.

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