Capítulo 5

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‐Has disfrutado del paseo, cariño? –le preguntó su madre a Mamoru, cuando la encontró sola en un pequeño salón dentro de la casa–. Sabes, me ha caído muy bien Usagi. Parece una mujer inteligente. Y también es guapa. ¿No crees?

Mamoru percibió el tono esperanzado de su madre. Sin embargo, Usagi era la mujer más frustrante que había conocido y no tenían, en absoluto, ningún futuro como pareja.

–No trates de hacerme de celestina, mamá, ya sabes que no me gusta –repuso Mamoru. Era algo que su madre ya había intentado en otras ocasiones–. Si estás lista para irte, Mark tiene el coche esperando en la puerta.

–Solo estaba expresando mi opinión, hijo. No hace falta que te pongas así –dijo su madre, ofendida–. No es culpa mía, si Usagi me ha parecido una mujer con los pies en la tierra… y nada pretenciosa. Una chica normal.

–Nada que ver con las mujeres con las que salgo.

–¿A eso le llamas salir? –preguntó su madre con fingido tono de inocencia–. Si tus relaciones solo duran unas horas…

Mamoru frunció el ceño.

–Si querías tener nietos, deberías haberte casado otra vez y haber tenido más hijos –le espetó él. Al instante, se sintió como un imbécil al ver la expresión dolida de su madre. Él sabía muy bien por qué ella no se había querido arriesgar a tener más relaciones–. Lo siento –se disculpó, pasándose la mano por el pelo con frustración–. Lo que he dicho estaba fuera de lugar. Pero no quiero hablar de Usagi. Me gustaría saber qué pasó con Artemis cuando me fui.

Ella suspiró.

–¿Por qué no vienes a sentarte? Esta era una de mis habitaciones favoritas cuando era niña.

–Lo siento –repitió él–. Estoy un poco… –añadió y, pasándose la mano por el pelo otra vez, miró a su alrededor. El pequeño salón tenía sillones bajo las ventanas y mesitas bajas–. ¿Cómo te sientes al estar de vuelta aquí?

–Muy bien, la verdad. Es como si tuviera diecinueve años otra vez. ¿Pero cómo estás tú? ¿Un poco qué?

Por supuesto, Mamoru no iba a contarle que se sentía sexualmente frustrado.

–Nada –dijo él y sonrió para convencer a su madre–. ¿Qué quiere Artemis entonces?

Su madre suspiró.

–Volver a conectar conmigo. Conocerte a ti. Es un gran admirador tuyo.

Mamoru afiló la mirada.

–¿Ya?

–Sí. Ha buscado información sobre ti en Internet.

Al parecer, todo el mundo buscaba información sobre él. ¿Habían Usagi y su abuelo indagado sobre su pasado mientras habían estado juntos en la cama? ¿Por qué no podía quitarse ese pensamiento de la cabeza? Usagi había negado amar al viejo… pero no había explicado en qué consistía su relación.

–¿Eso es todo? ¿No dijo nada más? –preguntó Mamoru, frunciendo el ceño.

–Bueno, ahora que lo mencionas, me ha invitado a quedarme aquí unos días.

–¿Y qué le has dicho?

–Le he dicho que sí.

Por el brillo de determinación de sus ojos, Mamoru adivinó que era una decisión inamovible y suspiró.

–Yo tengo que estar en la oficina el lunes por la mañana. No puedo…

–No te estoy pidiendo que te quedes conmigo, cariño. Sé que estás muy ocupado. Cuando empecé a hablar con tu abuelo, me di cuenta de que tenemos demasiadas cosas que contarnos y necesitamos más tiempo.

Desafios Para Dos Corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora