Capitulo 21

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Aphril ingreso a la cocina, vio a Marco sentado en la banqueta de la cocina.

—¡Bhu!— gritó a la vez que le dio unas palmadas en la grande espalda de su amigo. —¿Qué tanto ves?— pregunto, mientras intentaba mirar el móvil.

— Nada que sea de tu incumbencia — bloqueo el móvil y miro a la rubia —¿Ahora sí me dirás que sucedió y porque estás tan extraña últimamente?— cuestionó.

Aphril lo miro mientras tomaba una manzana de la canasta de frutas y la mordió. Aquella mujer odiaba hablar de su pasado, pero sabía que en Marco tenía un gran amigo y que siempre la apoyaría en todo.

— Papá mandó por mí, dije que no quería aquella vida. Entonces dijo que me quitaría todo mi dinero.— hizo una mueca con su boca — ¿Absurdo no? Ya que aquel dinero es mi herencia, es lo que mi madre dejo para mí.— Marco podía notar el dolor en las palabras de ella, siguió en silencio dejando que ella sacará todo lo que tenía. — ¡Además soy mayor de edad!— dijo con rabia — Pero sus contactos con tanta gente importante, hacen todo posible. Se que él está en cosas tan extrañas, a veces pienso que aquella vez él quiso venderme a ese francés.— ella resopló y volvió a morder la manzana.

—¿Y además de eso, que sucede?— ella sonrió y negó con su cabeza. Aquel hombre la conocía más de lo que ella deseaba.

—¡ Me gusta alguien!— dijo mientras se cubría el rostro. Por primera vez aquella mujer se ponía de esa forma ante la atracción de un hombre y eso a Marco le sorprendió, ya que Aphril era liberal y si alguien le gustaba se lanzaba por él sin temor alguno.

—¿Y cuál es el problema?—

—¡Creo que es más que gustarme Marco, es que él me llama y siento mis manos sudar, el corazón retumba en mis oídos ante los nervios!— dijo con nerviosismo.

—Sigo sin entender. ¿Cuál es el problema?— insistió Marco — Siempre dijiste que él día que sientas algo más que atracción por un hombre, sería el día donde volverías a creer en el amor o que había algo más allá del deseo— le recordó y la rubia se puso de pie, mordió sus labios y se jaló un poco su cabello

—¡Creo que me enamoré de un gay!— grito frustrada y aquel gritó se mezclo con las carcajadas roncas de Marco.

—¡Si ríete maldito, ojalá Bea te muerda la polla cuando te la mame!— no era mentira aquel deseo, ella había dudado mucho en decir tal cosa y claro que jamás iba a revelar el nombre de aquella persona por la cual sentía una revolución de mariposas en su barriga.

(***)

𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑩𝒆𝒂:

Ingreso a casa y veo a dos mujeres mirándome con picardía, se que han visto todo, ellas son tan chusmas cómo la señora Gloria que vive a dos casas de aquí. Camino hasta el sillón que se durmió Oliver y lo tomo en brazos, para ya llevarlo a su cama, está aferrado a los juguetes que aquel imbécil le regaló.

Dejo a mi bebé sobre su cama y beso su frente, escucho como balbucea entre sueños "-homble peludo-" sonrió al escucharlo, sigo sin comprender desde cuándo ellos se agradaron tanto. Salgo de la habitación dejando una pequeña luz tenue y la puerta entre abierta.

—¡Hija!— escucho que mamá me llama desde la puerta de su habitación, me giro y camino hasta donde está. —¿Estás mejor?— su tono de voz es tan cómico, ella quiere sonar preocupada y suena más a pregunta de chismosa.

—Si mamá estoy mejor. Iré a dormir, mañana debo ir a trabajar— le doy un beso en su mejilla y me giro para ir a mi habitación. Y la escucho hablar antes de cerrar la puerta.

Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora