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—¿De nuevo?—pregunta burlón apenas me ve mientras yo me pongo las zapatillas lo más rápido que puedo para luego terminar de hacer la última trenza a un lado de mí cabeza dejando el resto del pelo suelto.

Me giro a mirarlo por un momento.

Se nota que se acaba de levantar porque trae todo el pelo revuelto con los rizos alborotados, pero claro, eso no impide que la sonrisa burlona permanezca firme en su rostro.

—Levantarme temprano no es lo mío, ya deberías saberlo.

—Creo que ya lo he notado—responde con la sonrisa jugándole en los labios al sentarse en el sofá de tres plazas—¿Desayunaste?

—Si, más o menos—cuando estoy lista, me acerco a la puerta pero su voz me detiene.

—El café no cuenta como desayuno, Via.

—Mejor un café que tus comidas quemadas—le sacó la lengua como un gesto de la gran madurez que porto siempre que entramos en una situación de estas—,te veo luego que ya voy tarde.

—Las tuyas no son mejores—se defiende, y esta vez tiene razón—y te he dicho como diez veces que no es necesario que trabajes.

Y aquí vamos de nuevo.

—Y yo te he dicho como veinte veces que no es necesario que me mantengas, además ya mucho haces con recibirme en tu casa. No tendré esta conversación de nuevo, Finnick.

Él suspira y asiente, probablemente no será la última vez que tengamos este tipo de conversación. Si, vivo bajo su techo y uso su apellido, y aunque él nunca me lo ha echado en cara ya estoy lo suficientemente en deuda con él como para agregarle también el cubrir mis gastos.

—Bien, cuídate, ya sabes que las cosas se pueden poner pesadas en estas fechas—la forma en que lo dice más la pequeña mueca que se forma en su rostro me dice que él también está tenso y preocupado por lo que se avecina.

Mañana es el día de la cosecha.

Él será el mentor junto con Mags, quien por cierto me cae muy bien, es una mujer muy maternal y al igual que Finnick me ha ayudado mucho y le he tomado aprecio. Ambos tienen sobre sus hombros una carga muy grande que se renueva con cada año.

Finnick no me ha hablado mucho sobre su trabajo en el Capitolio pero no hay que ser un genio para comprender que no ha de ser fácil llevar semejante responsabilidad: Las vidas de dos chicos que en el mejor de los casos solo uno volverá a casa.

—Tendré cuidado. Te veo después, ten un lindo día y no hagas demasiadas tonterías.

—No lo prometo—es lo último que escucho antes de cerrar la puerta, eso me saca una sonrisa que permanece en mí rostro mientras salgo de la Villa de Los Vencedores.

En la salida me topo con una pelirroja que también vive en la misma villa, Annie Cresta, ella solo me saluda con la mano y yo le devuelvo el gesto con una pequeña sonrisa. Annie no está loca como la mayoría en el distrito piensa, pero quedó traumatizada después de que en sus Juegos su compañero de distrito fuera decapitado frente a ella. No tiene familia, por lo que su único apoyo son Mags y Finnick, eso es algo que tenemos en común, aunque no hablamos demasiado.

Al parecer he ido algo perdida en mis pensamientos porque el camino se me ha hecho más corto de lo usual cuando veo que ya estoy en la puerta, de igual modo entro rápido porque de por si ya venía tarde. Caleb, mi jefe, me mira con cara de pocos amigos y yo me adelanto antes de que me de el sermón.

—Ya se, ya se, no volverá a pasar—le digo.

Caleb me da una mirada de advertencia y responde con gesto serio:

My Angel From The Sky (Finnick Odair, Octavia Blake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora