Prólogo: Reencarnando en un Isekai

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En un bosque con una basta vegetación, el cual no estaba tan alejado de pueblos en los cuales vivían personas de la raza humana, este bosque era habitado y frecuentado por criaturas que si bien no eran tan fuertes, podían matar a cualquiera sin experiencia en combates, entre esas criaturas estaban Lobos Luna y Gran Arañas, pero no nos fijemos en esas criaturas, sino en el humano que circulaba ese bosque, este humano era un macho joven, de cabello medianamente largo de color amarillo, con ojos azules y una armadura de calidad de la cual colgaba una capa roja que tapaba su espalda. Este humano caminaba con tranquilidad y sus ojos reflejaban seguridad de lo que estaría por hacer, su camino duró casi la mitad de una hora, pero tras ese tiempo, llegó al lugar que buscaba, con la vista contempló una casa hecha mayormente con madera, dicha casa se encontraba sobre una plataforma sobre los árboles más robustos. El humano, tras terminar de ver el hogar, flexionó las rodillas y saltó hasta llegar a la puerta de la casa, habiendo saltado casi 6 metros no se demoró, pues tenía un asunto que resolver y no tenía todo el tiempo del mundo, tocó dos veces la puerta de madera de Acacio y espero unos segundos, comenzó a escuchar los sonidos de unas pisadas, ahora tenía más confianza de lo que haría pero también más nervios por a quien vería en pocos segundos. La puerta se abrió, tras ella estaba un hombre aparentemente un año mayor que el humano rubio, era un joven realmente apuesto, más que el rubio, su cabello era oscuro y tenía 7 puntas del mismo las cuales parecían estar en contra de la gravedad, sus ojos eran del mismo color que su cabello y tenía una complextura física muy fornida, significando que hizo hasta hace poco un gran entrenamiento, y por último, traía una camisa oscura de manga larga que se pegaba a su cuerpo, unos pantalones bombachos de color naranja y un arete que sostenía una pequeña esfera morada, sin mencionar la taza de té en su mano derecha.

El hombre de cabello negro lo miró unos segundos con un rostro pensativo, se preguntaba si conocía al tipo que tocó a su puerta, pero no lo reconocía de nada, por lo que confundido decidió hablar primero.

Disculpa pero, ¿nos conocemos?.

Fue una pregunta simple pero eficaz, tenía esa duda y la sacó directamente en pocas palabras.

Usted es el señor Yosuke ¿verdad?

El humano más joven le contestó con otra pregunta casi al instante, se quería asegurar de no equivocarse de persona antes que nada.

El mayor no estaba satisfecho de que no le respondiera, aunque con la segunda pregunta indirectamente se le confirmó que no se conocen, siguió siendo amable, esto ya que no era una de sus intenciones tener problemas que arruinen su pacífica existencia. Ya habiendo pensado unos segundos, decidió asentir con la cabeza para responderle al humano rubio, el cual, dió una sonrisa al confirmar la búsqueda del pelinegro.

Lamento si he venido en un mal momento, pero lo busqué con la intención de hablar con usted y tratar de llegar a un trato.

El humano mayor lo volvió a pensar, el ojiazul tenía mirada de no rendirse rápido, además mencionó que solo era para hablar por lo que no debía tener tantas sospechas, ya habiendo pensado de nuevo, asintió al chico y se hizo a un lado, gesto que indicaba que tenía permiso de pasar.

Pasa y toma asiento, traeré té para ambos.

El rubio asintió con una sonrisa, está contento de que no haya sido hechado enseguida sin la oportunidad de siquiera explicar su llegada, así que paso a un costado del pelinegro y se dirigió a uno de los sofás en la sala de estar.

Permiso.

Dijo para tomar asiento sin mostrar brusquedad o alguna falta de respeto. El mayor, nombrado antes como Yosuke, se dirigió por su lado a la cocina.

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⏰ Última actualización: Mar 18 ⏰

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