el diluvio

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La sanguinaria y perversa diversión fue interrumpida al mirar al cielo y ver como comenzaba a cubriese rápidamente en un manto de nubes grises, las personas aterradas miraban al cielo inmóviles asta que los destellos de los relámpagos seguidos por el sonido de estruendosos truenos alarmaron a todos, la humanidad de aquel entones nunca antes abia presenciado algo semejante y comenzaron a correr de un lugar a otro buscando refugio, esto no solo ocurría en la arena sino en todas la ciudades. El suelo empezó a temblar y la corteza terrestre se desquebrajaba abriendo enormes zanjas de varios kilo-meros de largo como de profundidad, estos abismos comenzaron a expulsar torrentes de agua con una fuerza indescriptible, arrojando al aire rocas macizas de gran tamaño. Las compuertas de la bóveda celeste fueron abiertas dejando caer las aguas de arriba como grandes cascadas y las negras nubes se reventaron haciendo caer una feroz lluvia torrencial sobre la tierra. Las bestias
fuera del arca vagaban completamente aterrorizadas, sus aullidos discordantes parecían lamentar su propio destino y el de los hombres. Los ríos se desbordaron de sus cauces e inundaron los valles. Los templos, altares e ídolos fueron destruidos, y los idólatras, corrieron por sus vidas, temblado ante el poder del Dios vivo. Todos comprendieron que la causa de su destrucción era a causa de sus corazones corruptos y su idolatría al darle la espalda a Dios. Mientras la violencia de la tempestad aumentaba, árboles, edificios, rocas y piedras fueron lanzados en todas direcciones y cubiertos con tierra y agua. Las personas de la aldea de Noé corrieron y se amotinaron alrededor del arca, golpeándola con sus puños y suplicando piedad. La familia de Noé se reunió junto a la ventana del arca para ver qué sucedía.

-¡Las personas atacan el arca! -exclama la mujer de Noé con angustia en su voz.

-Suenan como personas desesperadas- dice la esposa de Jafet, intentando mantener la calma.

-Es que sí, son personas desesperadas, pero mi amor, nada malo nos va a pasar- la tranquiliza Jafet, tomando su mano con firmeza.

-Tú dices eso, pero nunca se ha visto cosa semejante- reclama la esposa de Cam, visiblemente nerviosa.

-Dios está con nosotros, nunca dudes de eso- añade Noé con convicción, su mirada llena de fe.

-Nuestros padres, nuestras familias, ¿qué será de ellos?- pregunta la esposa de Sem, con lágrimas en los ojos.

-A todos se les dio el mensaje por mucho tiempo y no escucharon. Ahora no hay nada que hacer- responde Sem con tristeza, pero también con resignación.

Se miran entre sí, unidos por el miedo y la incertidumbre, pero también por la esperanza de que Dios los proteja. Los sonidos del exterior se intensifican: golpes contra la madera, gritos de furia y súplicas desesperadas. Muchas de las personas que rodean el arca están frenéticas. Estiran sus manos suplicando que los dejen entrar, implorando clemencia. Al no recibir respuesta, algunos intentan romper la puerta con mandobles, picos y hachas, desesperados por encontrar un refugio en medio del diluvio.

Can, visiblemente alterado por la situación, exclama:

-Si logran derrumbar la puerta, no sé qué haremos. ¡Ellos nos superan en número y solo tenemos provisiones para ocho personas!

Noé, con la mirada serena y la voz firme, le responde:

-Descuida, hijo. La mano de Dios mismo cerró esa puerta, y nada ni nadie podrá abrirla hasta que Él lo diga. Nuestra fe debe ser más fuerte que el miedo.

Las personas continuaban intentando entrar en el arca, golpeando la madera con desesperación hasta que las feroses olas los barrieron del lugar, algunos se aferráron con picos y hachas, intentaron mantenerse agarrados a la estructura del arca, pero alfinal las aguas feroces los expulsaron o se estrellaron contra las rocas y árboles que arrastraba la tempestad. El arca se estremecío con el impacto de las aguas mientras que era lanzada de una ola a otra, pero en medio del caos y la destrucción, se mantenía firme y a flote. En su desesperación, animales y personas huían hacia las montañas más altas, buscando refugio, pero día tras daía las aguas seguían elevándose, donde quiera que se mirase solo había un inmenso océano interminable que amenazaba con engullirlos, al final los animales y humanos terminaban luchando por el mismo espacio en las cimas de las montañas mas altas, pero sitio tras sitio que prometia algo de proteccion y esperansa era barrido por las fuertes olas. los gigantes se refujieron en sus poderosas ciudades supteraneas ubicadas en el interior de las montañas, pensando que podrian sobrevivir la tempestad, pero los tamblores y las fuertes aguas abrieron grietas al interior de estas montañas inundando cada pasillo enterando a los gigantes en una tumba de agua. Durante cuarenta días y cuarenta noches, las aguas del diluvio inundaron la tierra sin cesar. La familia de Noé, refugiada en el arca, se vio obligada a adaptarse a un nuevo estilo de vida que incluía la alimentación y el cuidado de cientos de animales, el interior del arca se había transformado en un zoológico. Cada especie tenía su propio espacio, cuidadosamente diseñado para garantizar su bienestar. Los animales más pequeños, como sapos, ranas, lagartijas, arañas y serpientes, habitaban en cajones de madera con pequeños huecos para la ventilación, equipados con comederos y bebederos de fácil acceso desde el exterior. Para los animales de tamaño medio, como zorros, tortugas, lemures, gatos monteses y dinosaurios pequeños como el velociraptor, se construyeron estructuras similares a jaulas, pero de mayor tamaño. En las jaulas más grandes, habitaban depredadores como lobos, tigres, leones, cocodrilos y grandes reptiles y serpientes. Los corrales albergaban a toda clase de criaturas de granja y ganadería, incluyendo camellos y dromedarios. Otras estructuras, que combinaban el diseño de una jaula y un corral, proporcionaban espacio a animales más grandes como jirafas, elefantes y dinosaurios, desde anquilosaurios, triceratops y braquiosaurios hasta tiranosaurios y carnotauros. Para alimentar a estos colosos, se utilizaban escaleras que daban acceso a embudos de arcilla que llenaban sus comederos. En el tercer piso, se encontraban las jaulas para las criaturas aladas, desde pequeños y grandes pájaros hasta murciélagos y dinosaurios voladores como el pterodáctilo y el quetzalcoatl. Al finalizar cada jornada de alimentar a los animales, la familia de Noé se reunía en la sala central de la cabaña interna para descansar y reponer fuerzas con una frugal comida. Sin embargo, la esposa de Can no tocó bocado.

—¿Qué te sucede, mi amor? _le dice su esposo Cam _Debes alimentarte. Hoy ha sido un día duro.

Guerra De Espiritus/GénesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora