La Conversación

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Un gato celeste y un pez anaranjado caminaban por los pasillos de la escuela Elmore, al parecer conversaban de algo que dejaba a Darwin confundido, ya que no entendía los cambios que tenía la relación de su hermano con su supuesto némesis. Mantenía arqueada una ceja escuchando a su hermano, lleno de dudas por las cosas que le estaba platicando Gumball, este estaba decidido a seguirle contando lo que pasó cuando estaba con Rob la noche anterior. — ¿Sabes que fue lo me dijo después de destruir a Banana Joe? — comenzó a dar pequeños saltos de emoción, siendo observado por el pez, que aún no sabía la razón del chico para estar tan emocionado. — Eh... ¿Qué quería ser tu amigo? — preguntó haciendo un gesto con su aleta.

— ¡Casi! — lo señaló con su dedo índice mientras su cola se levantaba y sus orejas se elevaban, asustándolo un poco y haciendo que retrocediera unos pasos — Pero no. — su expresión de entusiasmo cambió a una de desinterés en unos segundos mientras se encorvaba, desviando la mirada provocando que su cola y orejas bajaran, intrigando al otro. Siguió hablando cuando volvieron a caminar, posando sus manos en su cadera al mismo tiempo que se enderezaba — Dijo que podríamos ser socios, y acepté. — la respuesta del ser gatuno lo dejó con más curiosidad — ¿Socios?

— ¡Sí! Digo, sé que no es la mejor respuesta y suena como si no tuviera más remedio que aguantarme, ¡Pero es algo! ¡Le caí bien! Tenía razón cuando se me ocurrió esa idea. — dijo de manera firme, asegurado en que su familiar concordara con él. Darwin frunció el ceño y fue el siguiente en hablar — Realmente fue idea de Penny... Pero sé a qué te refieres. — respondió sonriendo ligeramente — Tienes razón en lo de que te aguantara. — trató de aguantarse la risa mirando a su hermano mayor, que se enojaba con él y le gritaba — ¡Darwin! ¿Cómo es posible que le hagas eso a tu hermanito? — posó de manera dramática cubriendo su rostro con una de sus manos mientras la otra permanecía en el aire. Si le había dolido esa respuesta, esperaba ser apoyado, no humillado. — Lo siento, lo siento — se disculpó haciendo un gesto con ambas aletas intentando detener la escena de Gumball, para continuar charlando — Pero ¿Cómo estás tan feliz por eso? Pensé que querías que volviera a ser tu enemigo. — preguntó extrañado por lo que decía el del suéter.

— ¡¿No lo entiendes?! ¡Ser socio de alguien podría tener muchos beneficios! — sonrió esperanzado — Aunque no tantos como el tener un némeses... — sus ojos casi se llenaban de lágrimas, pero sacudió su cabeza varias veces intentando olvidar el hecho de que ya no tenía ningún enemigo con el cual pelear, para después escuchar atentamente a lo que Darwin iba a decir. — No eres siempre el centro de atención, Gumball. Podrías hacer otra cosa para tratar de olvidarlo, como-

— ¡No es egoísmo! — exclamó asustando al chico — De verdad disfrutaba las aventuras que tenía con él... Cómo pelear en el ala de un avión — sonrió melancólico con sus ojos cristalizados, aún prestándole atención a lo que decía el pez — Bueno... ¿No habías dicho que el que sean socios traían beneficios? Quizás puedas verle algo bueno a eso. — puso una aleta en su hombro, dedicándole una sonrisa, no le gustaba verlo de esa manera. El mayor de ellos se frotó los ojos y sonrió, esta vez decidido — Sí... ¡Te voy a demostrar que puede funcionar! — lo señaló de nuevo con determinación, y para enseñarle también que tenía razón. Comenzó a reírse de manera sospechosa, como si estuviera tramando algo y entrelazó sus manos, captando la atención de su hermano. Ahora Darwin, quien lo miraba algo desconfiado y preocupado, tendría que encargarse de la próxima estupidez que fuera a hacer en esos momentos. Aceleró sus pasos y corrió por el pasillo, recibiendo llamados de su familiar al hacerlo — ¡Gumball, espérame!

Se apresuró para perseguirlo hasta llegar al salón de clases, le daba un mal presentimiento lo que sea que estuviera tramando su hermano. Especialmente si era hacia uno de sus amigos, o quizás no era así y solo iba a hacer algún plan con su ahora socio, Rob. De igual manera Banana Joe saldría lastimado o podría terminar gravemente herido, así que debería tener algunas ideas para salvar a su amigo de los malvados y horrorosos planes de Gumball o el otro chico, y tal vez los dos de ellos. Comenzó a cansarse cuando ya había llegado a su salón, caminaba detrás de su familiar, que recibía regaños de la maestra Simian por llegar tarde —como siempre— y por correr en los pasillos. El gato le sonrió de manera incómoda a la mujer y procedió a sentarse en el pupitre al igual que su hermano, sintiendo la mirada de este aparte de la de ella. El pez estaba irritado por las cosas que le había dicho el azulado. Cuando lo observó le dedicó una sonrisa extraña tratando de que se viera natural y que no le generara dudas o suposiciones de lo que fuera a hacer, pero esto causó más intriga en él y provocó que entrecerrara los ojos. Gumball suspiró frustrado, apoyando su cabeza en su mano y desvió la mirada hacia la maestra, que explicaba algún tema que no le interesaba en lo absoluto.

Al salir de la escuela, ambos hermanos bajaron las escaleras y uno de ellos se detuvo cuando se percató del autobús, observando al otro subir y darse cuenta de que su familiar no lo estaba siguiendo. — ¿Por qué no subes? — cuestionó Darwin con intriga, volviéndose a llenar de preguntas en su cabeza sobre la próxima cosa que estuviera planeando el gato. Este le contestó con una expresión calmada, tratando de ocultar lo que haría. — Sabes, estaba pensando en que me falta hacer ejercicio y hoy justo es el clima perfecto para hacerlo — comentó poniendo una mano en su frente, intentando taparse del sol que lo acaloraba. Recibió una mirada dudosa del pez, no sabía hacia donde iba o con quién se iba a encontrar. Supuso que buscaría al chico alto para poner en marcha sus malignos planes para destruir a la banana.

Gumball comenzó a estirar sus brazos, piernas hasta llegar al punto de hacerlo con su espalda; pero por desgracia terminó haciendo un sonido desagradable mientras se estiraba. Se crujió la espalda. Se quejó de la incomodidad y molestia que le provocó el estiramiento — ¡Auch! Cielos, no pensé que el ejercicio fuera tan horrible. — habló con un poco de dolor, posando sus manos en la zona ganándose otra mirada de su hermano, pero esta vez preocupada. — ¿Estás bien? Vamos viejo, ambos sabemos que apestas en gimnasia, ¿Me dirás que quieres ejercitarte cuando tienes la comodidad de estar descansando en un cómodo asiento del bus mientras te traen a tu casa? — Señaló con sus aletas el vehículo en donde se hallaba. El ser gatuno suspiró desviando la mirada, odiaba ser tan conocido por su familia y que lo detuvieran de alcanzar sus metas, que en este caso no eran positivas para los demás excepto para él.

Se cruzó de brazos ofendido por el comentario de Darwin, y le contestó — Ahora no. Iré a hacer algo mientras me voy a casa, no me tardo — expulsó enojado. Quizás el chico le preguntaría qué travesuras o desastres iba a causar en su ausencia y por eso no lo dejaría solo. De todas formas su hermano ya lo hubiera atrapado por culpa de sus mentiras con falta de credibilidad. Escuchó otra cosa por parte de él — ¿Qué clase de caos? — preguntó observando la expresión irritada de Gumball. — No sé, iré al parque a despejar mi cabeza, no paro de pensar en las matemáticas. — escuchó otra respuesta por parte del menor — ¿Sin mí? — su expresión se veía entristecida. Esto le dio un poco de lástima, pero debía enfocarse en lo que iba a hacer antes de que lo descubriera alguien más.

—Darwin, te estás tardando mucho, sube por favor—dijo Rocky, interrumpiendo la conversación entre los dos hermanos. Darwin se disculpó con él, suspiró y le habló de nuevo al gato azulado caminando para hallar un asiento — Solo no le hagas daño a Banana Joe. Es nuestro amigo, no deberías herirlo para pasar tiempo con Bob — antes de que el chico le pudiera decir algo, el conductor arrancó el autobús, dejándolo solo en la escuela. El celeste le respondió quejándose aunque ya no estuviera con él para escucharlo, cruzándose de brazos — Qué mal, porque eso es justo lo que haré. — después de esto Gumball comenzó a caminar hacia la casa de su amigo con entusiasmo, esperando encontrar algo diferente del paisaje en donde se hallaba.

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⏰ Última actualización: Mar 17 ⏰

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