Chapter III

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La pequeña aventurera había aprovechado que sus padres aún estaban cansados, embarcandose en una nueva aventura.

Era una niña naturalmente curiosa, quien saldría de aventuras apenas tendría la oportunidad y hoy no iba a ser la excepción.
¿A dónde iría? Era una excelente pregunta.
Su objetivo era adentrarse en algún bosque, descubrir más sobre la vida vegetal y animal.
Luego de observar fijamente un mapa, había decidido que iría a la ciudad lavanda, en el norte del distrito floral.
Se subió a un tren bastante tranquila y empezó su viaje.
En el camino decidió sacar su laptop de su mochila, poniéndose a trabajar en "Beta", su IA.
—Hook, ¿A dónde nos dirigimos el día de hoy? ¿Desea que le informe a sus padres?—
—No, nono. Ellos no necesitan saber por ahora. Estamos camino a la ciudad lavanda.—
—Hm.— La IA pareció desconfiar. —Avisarle a sus padres sería una buena idea. No sabe que clases de peligros pueden esperarla.—
Hook se rió un poco, conversando suavemente con la máquina mientras tomaba algunas notas sobre su comportamiento ya que aún no era la versión final de su proyecto.

El camino, fue largo, pero a su vez fue relativamente tranquilo, lo cual hizo que la joven estuviera cómoda, pérdida en su mundo hasta que se aproximó a su parada.
Bajó emocionada y comenzó su pequeño viaje.

Iba caminando enérgica por los caminos del lugar, tomando flores y frutos del suelo, analizandolos y comparándolos con los de un libro que había robado de la biblioteca de Feliks, el cual servía para evitar agarrar o tocar algo venenoso también.
Escribía en su block de notas sus ideas y pensamientos, los cuales luego compartiría con sus padres.

Estaba muy distraída al inicio, enfocándose solo en sus alrededores mientras se adentraba por el bosque, siguiendo carteles y señalizaciones.
Una vez se había metido lo suficiente en la naturaleza, escuchó pasos.
Se quedó quieta en su lugar, eran pasos pesados... ¿Un hombre grande? No... Eran dos... Tres? Rápidamente trepó un árbol, refugiándose ahí, no era normal que la siguieran, pero no correría el riesgo.
Cómo creyó, eran tres adultos.
—¿Donde se metió la cría?—
—Vino por este lado, no puede haberse ido muy lejos.—
Sintió su respiración detenerse en el momento que escuchó eso.
El leve miedo comenzó a invadirla, aunque no se dejó doblegar por sus emociones.
Rápidamente comenzó a hacer un plan de escape.
Con cuidado pasó a otro árbol, y luego a otro... Finalmente bajando.
Pero esos tipos habían escuchado su aterrizaje.

La pequeña con bata se dispuso a salir corriendo, siendo seguida de aquellos hombres.
Recordaba el camino, pero estaba mínimamente a 3 horas de cualquier civilización, aunque estuviera corriendo, eso era bastante lejos.
—VEN PEQUEÑA, NO VAMOS A HACERTE DAÑO.—
Pero ella no era ninguna idiota. Sabía a la perfección que esa era la peor mentira.

“Rapido Hook, piensa.” Su mente divagaba mientras corría. Entonces recordó que traía cosas con ella. Usó una curva y se escondió detrás de unos árboles, los hombres siguieron de largo, lo cual le ganaría un tiempo antes que se dieran cuenta que perseguian el aire.
Lo primero que hizo fue usar su laptop y enviar un mensaje a Feliks con el lugar donde se encontraba. Luego decidió armar una bomba, algo que sirviera de protección en cualquier caso. Guardó las cosas rápido cuando terminó, metiendo la bomba en su bolsillo y cuidadosamente volvió al camino.
No tardó mucho en ver a los sujetos, estaban parados junto al camino. Se habían dado cuenta que ella no se había ido por ahí.
Retuvo el aire y pensó rápidamente. Tratar de atacarlos o de atravesarlos sería un error que no estaba dispuesta a cometer. Vomvió sobre sus pasos y se sentó a pensar cuando notó una especie de túnel en la pared, no era muy grande, pero si lo suficiente como para que ella ingrese por ahí.
Tomó su linterna y se decidió a investigarlo, estaba vacío. Quizás fue la antigua madriguera de alguna especie, que por alguna razón debieron abandonar el lugar. O no, no lo sabía.

Iba a alejarse cuando volvió a oír pasos. Se alteró un poco ante esto, y aunque le daba cierta claustrofobia, decidió ingresar en el hueco. Primero su mochila, luego ella, arrastrándose por la tierra para poder refugiarse.
Había logrado entrar casi completamente cuando sintió que le agarraron el tobillo, lo cual causó que grite.
La desesperación se apoderó completamente de su pequeño cuerpo, usando sus manos para aferrarse a las rocosas paredes y evitar ser arrastrada fuera.
Escuchaba las voces de aquellos adultos más no entendía las palabras.

Tres disparos y todo quedó en silencio. Hook aprovechó y se refugió, llegando a una parte del túnel donde podría estar un poco más libre, y se acomodó viendo hacía la única salida, todo seguía en silencio, ¿Que había ocurrido?
—¿PULGA?— la voz de su padre resonó en las paredes del túnel. —¿Hook? ¿Estás ahí?— Sonaba levemente preocupado.
—Hook, es seguro salir...— Su otro padre también estaba ahi, no sonaba tan preocupado, pero eso era normal en el.
La pequeña se quedó en silencio, tomando la mochila y arrastrándose nuevamente hacía la salida, cuando solo faltaba un metro se quedó quieta...
—¿... Cual es mí apellido?— Fue la única pregunta que pudo formular, si eran sus padres, debían conocer la respuesta.
El silencio estuvo un momento.
—Sanchez Medici.— fue la respuesta rápida que dio el mexicano.
La pequeña volvió a encaminarse a la salida, saliendo de su escondite para encontrarse con sus padres.
Rápidamente se abrazó de Stack, quien la cargó y abrazó.
—Ay Hook.— suspiró y la revisó, además de tierra y unos leves raspones no parecía tener nada. Aunque su calma desapareció cuando vio la marca de una mano en el tobillo de la menor.
—Estoy bien...— Se acomodó, sosteniéndose del mayor y mirando a Feliks, quién parecía tranquilo, aunque sabía que no era el caso. —Perdon...—
—No, Hook. No pidas perdón, está bien— Feliks la volteó a ver y le tomó las mejillas. —No es tu culpa que esto haya pasado, solo querías investigar, está bien eso... Pero no podes irte sola así como así...—
La menor asintió, abrazando a ambos.
—La muerte fue un destino demasiado gentil.— Stack vio los tres cadáveres en el suelo y sostuvo mejor a la peque.
—Vamos... Hay que volver a casa.— El de ojos naranjas tomó la mochila de la menor y los encaminó a la estación de tren.

Durante todo el trayecto, la pequeña iba hablando de todo lo que había visto, contaba sus notas y explicaba sus observaciones.

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⏰ Última actualización: Mar 17 ⏰

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