Isabella tiene el plan para pasar el verano perfecto: ir a la casa de su familia en Miami junto a su grupo de amigos para disfrutar de soleados días de playa y mar. ¿Qué podría salir mal?
Todo cambiará cuando, inesperadamente, Isabella tenga un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Canción: Sue me, Sabrina Carpenter
Todos salimos por la misma puerta enorme de esta mañana. Jenna se subió a un moderno auto gris y se fue sin despedirse. Los coordinadores pidieron un auto a través de una aplicación y perdí de vista demasiado rápido a los maquilladores para saber a donde fueron. Sky se quedó parado a mi lado. —Espera —me dijo. Entró por la puerta de nuevo y yo lo esperé como él me había pedido. Cuando salió tenía unas bolsas en las manos, me dio una de ellas sin que yo supiera que era. —¿Qué es esto? —le pregunté mirando la bolsa que me había entregado. —Ábrela. Al abrir la bolsa me encontré con el vestido de satén que tanto había admirado en ese perchero lleno de ropa. Miré a Sky sin saber qué decir. —¿Lo compraste para mí? —fueron las únicas palabras que salieron de mi boca. —No, en realidad... —¿Lo robaste? —interrumpí. —¡No! —se rió— Iba a decirte que la marca me deja quedarme con ciertas cosas después de la sesión, y como vi que te había gustado, lo tomé para ti. Solo no me dejaste terminar — Me pareció un gesto muy tierno de su parte. No tenía porqué hacerlo. —Gracias —balbuceé y sentí como mis mejillas se calentaban lentamente. Sky sacó una billetera de su bolsillo y comenzó a extraer dinero de esta. Me lo acercó y yo negué con la cabeza. No iba a dejar que me pagara. Esto había sido un favor y no aceptaría su dinero. —No, no voy a aceptar que me pagues —espete cruzando los brazos. —Isy, por favor, te estoy dando lo mismo que le pagaría a mi estilista en una sesión normal. Acéptalo. —No Sky, no voy a hacerlo. —Eres terca ¿no? —una sonrisita ladeada apareció en sus labios. —Si, lo soy. —Isy, es tu trabajo —insistió. —¡Pero no voy a aceptar que me pagues! —Bien —metió las manos en los bolsillos del pantalón y estiró la espalda, aun con una sonrisa, que se ensanchó como si hubiera tenido una idea—. Entonces vendrás a cenar conmigo esta noche —me quedé muda. ¿Me estaba invitando a cenar? ¿Nosotros solos?—es eso o te pago. —Está bien, iré a cenar contigo —dije más rápido de lo que me hubiera gustado, ¿que acababa de hacer? Había aceptado una cena con Sky DeWitt... ¡Con Sky DeWitt! —Será algo digamos... formal. Ponte el vestido —asentí—. ¿Conoces el hotel Luxury? —Claro que lo conozco —era el hotel más famoso de la zona y siempre me había fascinado lo lujoso que era, de ahí, su nombre. —Perfecto —nunca dejó de sonreír— envíame tu dirección y pasaré a buscarte a las ocho. —Okey... Sky me saludó con la mano y se fue caminando para un lado de la calle, llego hasta un auto negro y se fue. Yo caminé hacia el lado opuesto. Durante el camino a casa no pude parar de pensar en lo que acababa de aceptar. Una parte de mi lo celebró, pero otra se preguntó si estaba haciendo lo correcto.
Al llegar a mi casa, tomé mis llaves de mi bolso y abrí la puerta. Un silencio vacío me hizo pensar que no había nadie ahí. Lo cual era bastante obvio porque el día estaba soleado y seguramente mis amigos se habían ido a la playa. Decidí cambiarme e ir también. Me puse un traje de baño color verde para resaltar mis ojos y un vestido corto sin mangas color negro. Luego lo combiné con unas chanclas blancas y mis lentes de sol favoritos: los de marco rectangular color negro. Tomé mi bolso y salí de mi casa para ir a la playa. Cuando llegué al balneario busqué a mis amigos en nuestro lugar de siempre, pero no los encontré ahí, los localice cerca de la orilla jugando al voley con los amigos de Sky. A medida de que me fui acercando me di cuenta de que él no estaba con ellos. —¡Buenos días! —saludé abriendo los brazos. —¡Bella! —exclamó Alana corriendo a abrazarme. —¡Hola! —saludaron los demás a coro. Olivia y Sam se acercaron a saludarme con un beso y los demás continuaron su partido de voley. Marcus y Juliette estaban en el mismo equipo y coqueteaban constantemente. Katelyn estaba jugando en el equipo contrario junto a Liam. Sean y Frank estaban tirándose onda con unas chicas desconocidas que se habían acercado. Me senté junto a Alana y me quité el vestido, Olivia se recostó en la arena junto a nosotras y Sam se sentó a su lado. —¿Cómo te fue con la sesión? —inquirió Olivia. Alana y Sam asintieron entusiasmados dándome a entender que querían saber también. —¡Me fue muy bien! Conocí a la novia de Sky —Tras mi comentario, Alana abrió los ojos como platos y los chicos se miraron sorprendidos—. Bueno, su "novia". Eso me dio ella a entender. —¿Sky tiene novia? —preguntó Sam. —Así parece —contesté—. Pero eso no es lo más importante. Los coordinadores me felicitaron por mi trabajo, logré crear cuatro lindos atuendos y digamos que tengo una especie de cita con Sky esta noche... —¿¡Qué!? —exclamaron Olivia y Alana al mismo tiempo. Sam parecía haberse quedado mudo; estaba boquiabierto. —Es que... él quiso pagarme y yo no iba a aceptarlo, entonces me dijo que vayamos a cenar juntos en vez de retribuir con dinero. Las chicas sonrieron de oreja a oreja y Sam me observó con picardía. —Nosotros habíamos planeado ir a una fiesta esta noche. Va a haber una en una discoteca cerca de aquí —comentó Olivia—. Pero creo que deberías ir a la cena con Sky, vamos a ir a más fiestas durante el verano a las que podrás venir también. —No estaba pensando en ir a la fiesta —aclaré—, si no voy a cenar con él querrá pagarme y no voy a aceptarlo. —Chicas, ¿no ven que se muere por ir a cenar con Sky? Ni siquiera pensó en ir a la fiesta —se burló Sam. Alana se echó a reír y Olivia sonrió. —¡Sam cállate! No me muero por ir. Es trabajo —dije apurada. —Tu cara no dice lo mismo, pareces totalmente emocionada por verlo esta noche —Yo fruncí el ceño y me levanté. —Me voy al mar. —¡Bella se muere por ver a Sky esta nocheee! —gritó Alana. Me di vuelta inmediatamente y la fulmine con la mirada, enfurecida, aunque por dentro me causaba un poco de gracia, porque no estaba del todo equivocada. —¡No! No lo estoy. —Si lo estás —dijeron Sam y Olivia a la vez. No les respondí nada y seguí caminando en dirección al mar.