Parte 2

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Parte 2

—Te lo dije, no es tan diferente. Son labios como los de cualquier mujer, solo que míos—le hablo con la respiración entrecortada, los labios hinchados a causa de los besos, mis manos enroscadas en sus cabellos.

— ¿Y lo que sigue? Lo que sigue me aterra como un virgen en su primera vez, yo...

— No tiene porque ser ya, será de a poco, será a su momento. Yo creo que por ahora son más que suficiente los besos.

— ¿Y cómo sigue esto?

— ¿No me estas escuchando? Vamos lento y...

— Si, entendí eso—me contesta alejándose de mi agarre, pero manteniendo la mirada en mí—. ¿Qué somos? ¿Somos amigos? ¿Amigos con derecho? ¿Novios? ¿Qué somos?

— Bueno, no se... ¿Qué quieres tú que seamos?

— No me gusta estar con personas que se ven con otras.

— ¿No me puedo ver con nadie más?

— Si vamos a hacer esto, no.

— Bien, pero tú tampoco te verás con nadie más, ¿verdad?

— Claro que no.

— Y delante de la familia, amigos y esas cosas ¿Qué somos?—pregunto cautelosamente.

— Amigos—responde como si nada.

— Okey, no puedo verme con otras personas, ni tú tampoco, pero somos amigos... ¿Correcto?

— Sí, si vamos a intentar esto, sí. Hasta que estemos seguros de si funciona o no.

— Bien, ahora. No tendremos sexo por un tiempo—Thor asiente—pero... ¿puedo tener cuantos besos quiera?—entrecierro mis ojos al hacer la pregunta, vuelve a asentir algo tímido.

Me acerco nuevamente, alcanzando la parte posterior de su cuello con una mano y tomo sus labios entre los míos, muerdo el labio superior y murmuro contra sus labios un: "qué bueno".

Y soy sincero, porque es bueno, es tan bueno, porque necesito de sus besos y con ellos creo poder aguantar el tiempo necesario para él, y el que necesito para mí, porque... ¡no tengo idea de cómo va el sexo entre hombres!

Pero sé que lo quiero con él, sé que lo deseo. Sé que uno debe entrar en el otro, sé que no es muy diferente a estar con una mujer, pero sé que no es igual.

Tomo su cuello con fuerza entre mis dos manos y sin separar nuestros labios o detener el beso, me levanto del sofá y muevo mi cuerpo sentándome sobre él, con una pierna a cada lado de sus muslos, me abrazo a su cuello y me fundo contra su cuerpo, relajando mis músculos, dejando que mi lengua acaricie la suya a gusto, con lentitud y humedad, con suavidad y profundidad.

— Espera—me detiene empujándome desde mis hombros.

— ¿Qué sucede?

— Acordamos que iremos lento... ¡hace menos de cinco minutos!

— Sí... ¿Y? No hice nada.

— ¡Estás sentado sobre mí!

— ¿Y eso qué tiene de malo?

— ¡Loki!

— ¡Thor!

— Baja, por favor.

— ¿Por qué? ¿Te incomoda?

— No, pero baja.

— Dime la razón—lo veo dudar y hacer muecas con los labios—si no me dices, continuare besándote sin importarme.

— ¿Puedes ser serio un momento?—me exige.

— Lo soy, pero tus labios están rojos, hinchados y brillosos ¿Cómo quieres que no quiera besarte?

— ¡Loki!—me reprende.

— Ya no me regañes como si fuera un nene.

— Eres de caprichoso como uno—hace una mueca con sus labios y mi tentación es demasiada, yo se lo advertí, tomo entre mis manos sus mejillas e intento besarlo de nuevo, pero me detiene.

— Me excita, ¿contento?—confiesa—. Me excita besarte de esa manera en esta posición, me excita de sobre manera y eso me asusta.

— ¿Y cuál es el problema?—pregunto, aun sosteniendo su rostro entre mis manos y dándole una media sonrisa picara, una que jamás imagine que sería en su nombre.

— No me sonrías así.

— ¿Por qué?—pregunto sin borrar mi sonrisa.

— Es demasiado para mí y que estas cosas me exciten, me asusta.

Miro sus ojos, veo su miedo, miedo a lo desconocido, pero siento contra uno de mis muslos su excitación. Suspiro y escondo mi rostro en su cuello. Reparto pequeños y delicados besos secos, acaricio con mi nariz la vulnerable piel dorada, lo escucho gemir y suspirar. Apoyo mis manos en sus hombros y los amaso sintiendo como se relajan esos músculos bajo la palma de mis manos.

— No te asustes, relájate, no pienses en nada. Porque nada sucederá. Solo disfruta de las sensaciones. Todo es nuevo. Lo sé. Pero vamos a disfrutar de esa excitación... ¿sí?

Solo asiente con su cabeza, con mis ojos cerrados y pretendiendo no tener demasiada distancia entre ambos, voy de nuevo a sus labios y ellos me reciben. Se abren y su lengua atrapa la mía y con algo parecido a la desesperación, se enrosca alrededor y me succiona. Un beso abrazador y tan caliente como agua en ebullición comienza y ninguno de los dos es capaz de detenerlo, lo dejamos ser, lo dejamos vivir, hasta que nuestros labios se cansen o se sacien.

Sus brazos rodean mi cintura abrazándome, acercándome, aunque ya no existe espacio entre nosotros.

Y puedo asegurar que el mundo puede caer a mí alrededor y solo este hombre va a importarme, que todo puede estar mal, pero junto a él será perfecto, que este pequeño sentimiento crecerá con una magnitud que superará distancias.

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