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― ¡déjame en paz, ran haitani! ― gritó molesto nahoya mirándolo de forma acusatoria

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― ¡déjame en paz, ran haitani! ― gritó molesto nahoya mirándolo de forma acusatoria.― ¿¡por qué debes decirle eso a mi hijo?!, ¡ya te he dicho que no hables de ese tema!

el enojo era palpable en nahoya, la vena en su frente marcada y sus brazos cruzados en su pecho en una posición algo.. incómoda. tragó saliva tratando de relajarse pero en su mente venían los recuerdos de ran diciéndole a su hijo las muchas veces que él lo rechazó y humilló, sobre todo diciéndole su primer encuentro en la secundaria y la pseudo historia de amor entre ran y él, souta y rindō. eran recuerdos bloqueados pero al parecer para ran esos eran recuerdos muy gratos de hablar. desearía que se callara un año entero y fuera a vivirse al otro extremo del mundo.

― ¡te recuerdo que también es mi hijo! ― exclamó eufórico el mayor sintiéndose excluido brevemente, llevando su dedo índice a la mejilla abultada de su hija, recibiendo una infantil que fue acompañada por su hermano mayor. ― ¡él y ella también son míos y que no se te olvide que estás nuevamente preñado de mí!

una almohada fue arrojada al rostro del mayor ganándose las risas de los gemelos cuando golpeó fuertemente su rostro, nahoya mirándolo con enojo, sus cejas fruncidas y sus labios en una mueca. los niños en el piso aplaudían a sus padres, aunque no entendían nada, para ellos era divertidísimo ver a sus padres pelear.

― ¡cállate, cállate! ― más almohadasos caían en su rostro pero solo oía la risa descontrolada de su esposo. ― ¿¡por qué te ríes!?, ¡primero me haces pasar enojos y luego crees que todo es un chiste?!

― ¡debes tranquilizarte, amor! ― pidió mientras alejaba la almohada del alcance de su bonito esposo. mirándole con una sonrisa en sus labios. ― recuerda que enojarte le hace daño a nuestro pequeño ayato dijo la doctora y mi cuñado.

― mi hijo no tendrá ese tonto, feo, horrible nombre. contradijo sentándose en la cama acariciando su barriga de cinco meses sintiendo el cansancio en su espalda.― él se llamará yukine y fin de la conversación.

― amor... dijiste que podía ponerle yo el nombre a nuestro tercer retoño.― murmuró en un tono lastimero ganándose un ruido de negación.― ¿por qué no?, siempre elijo los mejores.

― ya le pusiste tú los nombres a los gemelos. karin y kento. ― respondió sin mucho interés subiendo sus pies a las piernas de ran.― hazme un masaje. es cansador tener a tus copias dentro mío.

un pequeño grito de frustración salió de la boca de ran mirando con recelo a nahoya que ahora yacía acostado en la cama sintiéndose el ser más dichoso por su vida actualmente. sus niños imitaron su acción acostándose en el piso con su versión lobuna.

no estaba tan mal, sus pequeños niños acostados y él acariciando su barriga dónde reposaba "los celos" de ran, ¿como le contaría a sus hijos que nacieron por distintas razones?, mientras que los gemelos fueron productos de su luna de miel, el menor había sido producto de un ataque de celos pero realmente no iba a pensar en eso ahora. qué sueño hacía.

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𝗹𝘆𝘂𝗱𝗶 𝗶𝗻𝘃𝗮𝗹𝗶𝗱𝘆 ︙ 𝗿𝗮𝗻𝗹𝗲𝘆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora