CAPÍTULO 32 Corta separación

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Llegaron lo más rápido que pudieron a la primera planta de la casa, asustados de lo que pudieran haber hecho sus hijos.

—¿Dónde están? — Taylor gritó asustada al no verlos.

Rambo seguía ladrando en la parte de enfrente y pudieron oír a Charles llorar por lo que se dirigieron hacia allá.

—Charlie— Taylor corrió a su bebé y lo cargó. —¿Qué le estás haciendo? — miró a Rambo molesta.

—Nena, yo creo que evitó que saliera de la casa, yo dejé aquí abierto— cerró la puerta de la terraza.

—Dios mío, pudo haber caído, lo siento Rambo— Taylor se disculpó.

Chauncey venía corriendo con el short de Taylor que se quedó tirado en la pieza del bar, lo tenía en su hocico.

Travis reía. —Gracias por traerlo Chauncey— tomó el short de su esposa.

—Falta Evie—


Como locos buscaban en todos lados de la planta baja, Taylor fue a las piezas de la izquierda y Travis de la derecha, ¿Cómo en un abrir y cerrar de ojos una niña de un año podía simplemente desaparecer?, el enorme hombre estaba asustado, si esto vivía su hermano todos los días lo admiraba, o simplemente sus hijos eran todavía más traviesos e ingeniosos que sus sobrinas, Swift iba directo a la bodega a echar un vistazo, si no la veían en ese piso, deberían ir a los otros.

Kelce le dio una vuelta a la casa por la puerta que él dejó abierta para los perros asegurándose de que su bebé no estuviera afuera o se haya escapado hacia el jardín, no se miraba nada, la verdad es que ya estaba oscuro, se devolvió adentro de la casa para prender las luces de afuera y buscar ahí.

—Evie, ¡Evie! — la rubia ya estaba nerviosa, su hija no aparecía.

Travis fue a donde su esposa gritaba. —No la encuentro, Tay, no sé donde se pudo haber metido— se llevó las manos a la cara estresado, la casa no era un potencial peligroso, pero no podían tener todo tampoco guardado, a ella se le podría ocurrir tomar lo que sea y lastimarse.

—Evie, ¿Dónde estás? — dijo angustiada. —Trav— Taylor ya estaba llorando.

—Tranquila, tiene que aparecer, tal vez no bajó— estaba a punto de irse a las demás plantas, eran cuatro pisos, sería una locura encontrarla rápido, pero no hubo necesidad, porque escucharon un estruendo en la cocina.


La pareja corrió a la cocina, pero no se veía nada, entonces, volvió a sonar, era dentro de la alacena.

—O es una enorme rata o nuestra hija— Travis se agachó para revisar la alacena, todos los platos estaban revueltos, Evie se encontraba al final de esta. —Es ella—

La rubia respiró aliviada. —Qué bueno—

—Pero no la alcanzo, Ev, ven con papá—

—No— ella rio.

—Ay mierda, de verdad que no la alcanzo— él trataba de estirarse, pero ella se metió todavía más al fondo.

—No puede ser esto posible, Evie, bebé, sal de ahí, por favor— su mamá le habló.

—No— negó con la cabeza riendo.

—Cree que estamos jugando— Travis se sentó en el piso a pensar. —Yo no quepo ahí, Tay—

—La sacaré yo, toma a Charlie— se lo dio.

Él se puso a gritar porque quería seguir en los brazos de su mamá.

Eres mi juego finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora