EXTRA: EL PASADO DE CLOY

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Hechos ocurridos antes del comienzo de la historia.


A Timothy Dixon no le parece suficiente el material que tiene de lo que me pasó, sino que se le ocurrió la brillante idea de pedirme escribirle cómo conocí a Ramiro y cómo conocí a mis padres. Porque quiere agregarle algo tierno a la preparación de la historia que está armando. Sin dudas no sería escribirla, es algo más como ¿reescribirla?

Para complacerlo porque me rogó al menos dos semanas seguidas por llamada comienzo a escribir:

Trece años antes

Conociendo al ami-enemigo

Miré con una mueca como los niños hablaban cerca de la niña nueva de cabellos negros demasiado alegres ¿Qué tenía ella de interesante? Le faltaban dos dientes como a mí y en cambio el idiota de Bobby se burló de mí toda la semana cuando ocurrió.

Las otras niñas me llamaron sonrientes para jugar con sus Barbie ¿No había un nombre mejor que ponerles o diferentes? Todas esas pedazos de plástico duro se llamaban igual y ni se diga del muñeco que decían era su novio, Ken, eso me sonaba como cuando tenía hambre y la barriga me gruñía.

Ignoré el llamado de Jessica y caminé hacia el lateral del jardín donde nadie me mirara o me siguiera diciendo que era extraña por los mechones grises que tenía.

Pegué mis piernas a mi pecho cuando me senté pegada a la pared.

Pensé en muchas cosas como que quería volver al zoológico, comer helado y no llenarme de ronchas por eso. Pensé que se sentía tener padres y estar con ellos todos los días porque el abrazo que había sentido el día anterior de una madre me hizo sentir segura y alegre.

Escuché un sonidito desde arriba, alcé la cabeza dándome cuenta que la coleta de un cometa había quedado enredada en la ventana, no le tomé atención hasta que un niño grande se puso delante de mí tomándose las rodillas y respirando rápido, me reí de sus rizos agitados y enredados.

—¿Qué miras mocosa? —Su acento extraño me hizo gracia aunque su insulto hizo encogerme.

Miro directo a mis ojos con curiosidad, luego a mi cabello.

—Te combinan, niña rarita americana —añadió.

Mire al suelo intimidada. Escuché como resopló y en menos de lo que pensé tenía sus pies en mis rodillas, me quedé quieta e impactada de su atrevimiento, con el miedo en mi corazón, subió como una araña a la ventana. Entonces, me levanté de allí girándome a ver como quitaba la cola del cometa.

—Eres.... un... ¡salvaje! —le dije para mostrarme valiente.

—La única manera de atrapar mi papalote.

—¿Papalote? Eso es una palabra extraña.

—Papalote, es esto.

Batió en sus manos el cometa roto.

—Se llama cometa.

—Americana, sí, obvio que le dirían de otra forma.

—Eres extraño.

—La extraña aquí eres tú, eres de las pocas que desde que llegué no se me ha acercado a presentarse y voltear su cabello cada vez que habla.

—Esas son las otras niñas. —Me crucé de brazos. —No soy amable.

Vi como se tiró y tambaleó en el suelo con el cometa en la mano.

Descaradamente Problemática ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora