Etapa nueva

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Lentamente se movió torturando al demonio que suplicaba por su calor. Fuego incesante que ardía en su interior. En la hoguera que lo llevó a perderse en el abismo que no tenía salvación.

En la pasión que lo embriagó al sentimiento que nunca imaginó, pues ante su embrujo cayó. La mujer lo selló y con su flecha lo purificó; traspasando la barrera que él mismo se creó al jurar que nunca llegaría a amar sin explicación.

Al creer que una simple humana no lo podría conquistar.

—Kagome...

Pronunció pesadamente el nombre al observar cómo la mujer se balanceaba encima de él sin que pudiera penetrarla. El juego en el que se dejó envolver lo estaba desesperando, pues la mujer descaradamente lo estaba obligando a arrastrarla junto a él a la agonía que le estaba provocando.

Él, el demonio más poderoso de toda la región se estaba doblegado ante el hechizo que ella le estaba brindando. Las pupilas de la sacerdotisa lo estaban trastornando, pues la lujuria con la que lo vio lo estaba invitando a tomarla de una buena vez para enseñarle quién era el que realmente estaba al mando.

—Ah, Sesshōmaru... —gimió, al sentir el calor que su húmeda entrada le proporcionó. Ya que sus movimientos la llevaron a perder la razón—. Necesito que tú... ¡Ay!

Sesshōmaru la tomó de la cintura y sin lástima la penetró. Sentándola de una estocada en el hinchado miembro que se hundió en su interior. La mujer lo recibió y con sus cálidas paredes lo envolvió, mientras succionaba pidiendo desesperada que continuara con la intromisión que tanto le fascinó.

Él la complació empujando el glande hasta la profundidad del santuario que la sacerdotisa le abrió para que se fuese a purificar. El demonio sin reparo la hizo cabalgar, mientras sus garras se aferraban a los endurecidos pezones que la hicieron sollozar.

Gritando el nombre del ser que sin lástima la hizo alcanzar la cima del firmamento que nunca creyó tocar.

Kagome se inclinó para darle mayor accesibilidad a esa zona íntima que ardía pidiendo más. La mujer en círculos se comenzó a balancear cuando el demonio sin piedad la embistió a profundidad.

Ella con sus gemidos lo pudo hipnotizar, pues sus jadeos lo hicieron calentarse aún más. Las marcas moradas en sus mejillas comenzaron a resaltar y el dorado de sus pupilas lo empezó a abandonar.

La sacerdotisa brincó como no lo hizo jamás, mientras echaba la cabeza hacia atrás. Él ya no lo pudo soportar; así que, la tomó con fuerza hasta alcanzar la cúspide que los hizo estallar en una explosión que no se podía comparar.

La mujer cayó rendida encima del pecho del demonio que la poseyó; disfrutando de los espasmos que aún sintió en su interior. Él, lentamente salió de su intimidad, mientras se acomodaba para que descansara en su regazo.

»—Te extrañaba –confesó Kagome, cuando con sus dedos le acarició el pecho.

—Humana, ¿qué fue lo que hiciste conmigo? —inquirió, observando fijamente el brillo que la iluminó. Ella despedía un aura de sensualidad cada vez que la reclamaba como su mujer. Porque siempre lo fue.

—Nada especial. Solo descubrir que te amaba más de lo que me pudiese imaginar —sonrió, antes de besarle tiernamente el pecho—. Este lugar es tan grande. Nunca me imaginé que tu morada fuese así.

—Siempre me dio lo mismo este sitio —espetó. A él la riqueza nunca le importó, a pesar de tenerla desde que nació, pues su único interés era el poder. Aquel que era más valioso que el mismísimo oro—. Pero ahora, eso cambió.

Kagome no supo por qué de un momento a otro su piel se estremeció; aunque en su interior su corazón le dio la respuesta a la pregunta que se formuló. Era evidente que él decía eso por la nueva vida que le prometió, ya que le juró protegerla a ella y a su cachorro de cualquier adversidad que los quisiera perturbar.

Ellos ahora eran su prioridad; como ella lo fue desde que él decidió reclamarla como su mujer. Suya y de nadie más. Porque esa insignificante humana le iba a dar lo que más anhelaba.

Un descendiente que jamás pensó tendría porque nunca creyó que el amor llegaría. Y como él no estaba buscando un sentimiento absurdo que solo les pasaba a los humanos, nunca creyó experimentarlo. En ridículo había quedado al tragarse cada una de sus palabras.

Esa mujer lo había conquistado y su ser le había entregado. Por eso, a ella se había consagrado y con su vida le había jurado curar cada lágrima que había derramado.

Su nueva vida estaba iniciando, pues su imperio conocería al ser que lo estaba acompañando. A la mujer que sería su compañera para toda la vida.

—Te amo —musitó, cerrando los ojos. El cansancio la llevó a una dimensión de sueños que la invitó a darle vida a lo que había en su corazón—. Te amo, Sesshōmaru.

«Descansa, nuestro cachorro necesita dormir. Y, Kagome, también siento lo mismo por ti» pensó sonriendo ligeramente para él mismo, pues la mujer que yacía en su regazo se durmió.

El demonio por primera vez descansó, navegado en esa dimensión que también lo transportó al mundo donde se encontraba el ser que adoraba.

Hasta en sueños anheló a su mujer; así que, allí también le haría el amor. Consumando en cada momento su unión.

Consumando a cada instante el amor que los atrapó.

Continuará...

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¡Hola!

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¡Hola!

¿Cómo están?

Hace mucho que quería actualizar, pero esta vida caótica de adulto no me daba tregua. No obstante, aproveché el tiempo libre que tuve para continuar escribiendo esta obra que me gusta tanto.

Hace mucho no les compartía un lemon; así que, espero les haya gustado. Quería dejarles algo pasional y romántico antes de mostrarles cómo será la vida de Kagome de ahora en adelante siendo la mujer de Sesshōmaru. Tomando el mando de la región del oeste.

Algo que estoy segura se le dará muy bien porque sabemos que ella es una reina.

De corazón deseo que el capítulo les haya gustado y lo hayan disfrutado. Los quiero.

Nos leemos muy pronto.

Con amor.

GabyJA 

Tú, eres mía [SesshOme]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora