Capítulo 12.

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- Recuerdo esa noche, yo estaba precisamente aquí donde estoy sentado ahora, ya hace un tiempo  había dejado de vivir en la aldea. En ese tiempo era apenas un aprendiz. Fue algo que no podría explicarte ahora, pero tenía un mal presentimiento. El bosque azotaba con fuerza, parecía como si estuviese siendo testigo de algo cruel.

- El fuego de esa chimenea, - señala y Huáaneri por un segundo voltea a mirar para poner su atención en Arandú nuevamente. - Enloqueció, algo me estaba anunciando pero no lograba entender. Salí un poco para divisar qué pasaba y me tomó por sorpresa que en plena tormenta de invierno, la luna se viera tan resplandeciente y nítida en el cielo. Su luz era demasiado intensa, parecía a alguien que con la boca cerrada intentaba decirte algo urgente. Volví adentro y vi nuevamente hacia el fuego, ahí lo entendí todo. Sabía que era de suma importancia lo que la diosa me pedía, por lo que sin dudarlo me preparé y me adentré al bosque. Era una noche muy fría, incluso costaba caminar con tanta ventisca y nieve, pero con la guía de la luz de la luna era fácil identificar el camino que la diosa quería que tomase, lo cual era increíble porque recuerdo que esa noche era una luna menguante. Ya había caminado bastante cuando de repente empecé a escuchar el llanto sin cesar de un bebé. Me acerqué rápidamente hacia donde la luz de la luna brillaba y el llanto se hacía más fuerte, tan pronto lo tuve de frente me dí cuenta, era el hijo de Luna. Un niño con una piel muy blanca, ojos azules y el pelo plateado, pero lo más peculiar era su marca de nacimiento, una luna menguante, la misma que se veía orgullosa en el cielo, la marca era de color negra en el centro del pecho. Lo coloqué entre mis brazos para protegerlo del frío y para mi sorpresa su cuerpo estaba caliente, es como si la diosa lo protegiera porque de otra manera no me explico cómo sucedió todo eso, en cuestión de poco tiempo. Una vez con el niño en brazos regrese a mi choza y desde entonces he criado a Kalik como mi hijo. - terminó.

Huáaneri tenía demasiadas preguntas. Parecía un cuento de fantasía todo lo que Arandú le había contado.

- ¿Por qué dice que fue la diosa? - fue la primera pregunta que le surgió.

- Por años estudié la comunicación con ella, creo que ya debes saber que sé muchas cosas. - le explicaba. Arandú poseía conocimientos de un chamán. - Así que aunque al principio me costó, pronto comprendí que esa era mi misión, la diosa me lo encomendó.

- Es por eso que sabía mi nombre y me dijo que todos veníamos aquí por algo en específico.
Arandú asintió confirmando.

- ¿Por qué le puso de nombre Kalik? ¿Qué significa? - volvió a preguntar.

- Yo no fui, la diosa me indicó que así debía llamarse. - le respondió. - El nombre de Kalik significa que es alguien visionario, un líder nato.

Huáaneri estaba maravillada, cada vez que se encontraba con Kalik, aprendía algo nuevo de manera directa o indirecta. Esa sensación de que era alguien que estaba aportando conocimiento hacia su mente, le daba la sensación reconfortante de que era algo bueno.

- Tengo muchas historias, Kalik siempre fue alguien digamos... Peculiar. - Arandú sonrió recordando y Huáaneri no tuvo necesidad de preguntar, porque él empezó a contarle.

- Recuerdo que él era muy curioso y hasta ahora lo sigue siendo pero en aquella época, solía preguntarme por todo. Molestaba a los animales cuando trataba de entender sus comportamientos, sobre cómo era que funcionaba el fuego y por qué la sensación que brindaba era diferente a la que daba la nieve.

Huáaneri rió y agregó: - Claro, porque el fuego da la sensación de calor, que es algo tibio o que puede quemar. En cambio la nieve es fría, algo congelada y te da la sensación de entumecimiento.

- Es correcto. - le dijo. - Estábamos en época de primavera y todos los animales empezaban a asomarse en búsqueda de más alimentos. Persiguió por horas a un pequeño ciervo que solía rondar por estas zonas. Aquí llegó sucio y con un evidente golpe en el área de su costilla derecha. Lo único que me supo decir fue que el animal le había pateado. - concluyó y ambos rieron.

Hijo de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora