Capítulo 33: Exterminación

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// Dedicamos la canción de Pink - Try

De nuevo las pesadillas volvieron, se repitió aquella cinematografía de mi vida, con cada una de las palabras descritas por Azrael, hasta que llegué al punto de conocer a Lucifer y los momentos que pasamos juntos, pero había algo diferente, hasta el momento en que mi propio corazón reconoció que había ciertos sentimientos extraños que jamás había experimentado, le confesé que quería conocerlo. De alguna forma había sentido algo especial por esa figura misteriosa y al mismo tiempo tan familiar por las noches en vela que nos dedicamos en privado, hasta el punto en que algo me decía en mi conciencia que deseaba verlo, aunque fuera una vez antes de que estos sentimientos se esfumaran, para confirmar qué era lo que sentía.

Se supone que esa noche en que le conocí, fue la que dio fin a mis pesadillas, según Azrael, cuando lo conocí, Lucifer me robó mi alma y mi vida terminó viéndole una última vez, recibiendo esas palabras de desprecio; ese momento, todas esas memorias y palabras falsas que había manipulado Azrael ya no estaban en aquel sueño, todo era borroso, una parte de mi deseaba recordar con desespero la verdad, pero solo veía la luna, una luna llena enorme que contemplaba con admiración y a mi lado, alguien estaba, alguien había tocado mi mano y alguien me susurraba palabras de amor, justo antes de sentir que mi alma fuera dividida. Lucifer, seguramente había sido él, ¿Realmente me había amado? ¿Y si nunca fue una traición?

Ahora lo único que tenía claro es que Lucifer se había arrepentido de arrebatarme mi alma que seguía aún perdida, ni él ni el cielo sabían dónde estaba y Azrael la buscaba con desespero para acabar conmigo, por el simple hecho de haber llevado a Lucifer al mundo mortal y por ese pecado que cometimos, al fragmentar mi alma a la mitad.

En medio del caos de mi mente y mi inconsciente, un terrible eco del sonido de un choque eléctrico me hizo despertar de golpe, me incorporé en un impulso viendo todo mi alrededor, estaba alerta, mi respiración era agitada y buscaba con desespero una luz en medio de aquel oscuro lugar, pero cuando intenté ponerme de pie de esa cama en la que estaba, sentí el terrible ardor de mi cabeza y mi cuerpo. Fue entonces que me di el tiempo para calmarme, a pesar de esa migraña rápidamente empecé a recordar lo que había pasado hace poco, estábamos en un terrible enfrentamiento y con tanta información ya no sabía que era mentira o verdad, pero aún así en el último momento cuando intento acabar con Lucifer yo me interpuse. Ese ángel de la muerte, Azrael, fue el causante de casi terminar con mi vida y dejarme inconsciente, debía reconocer que ese tipo era poderoso, mucho más de lo que hubiera imaginado y que, una parte de mi esperaba que Lucifer estuviera a salvo, después de todo y a pesar de la confusión de mi mente, mi alma seguía amándole, tal vez solo era una terrible confusión o quizás era mi culpa por ilusionarme y tener la esperanza de que había realmente verdad en sus palabras.

Un segundo golpe de una onda sonora y mi vista se agudizó, reconociendo que estaba en aquella habitación de aquel lugar donde pasé la noche con Lucifer, cuando nos confesamos. Parecía que él me había llevado hasta ahí, aunque no sentía su presencia por ningún lado de esa habitación, en cambio, me parecía extraño que una tormenta tan estruendosa como esa estuviera alzándose en el infierno, jamás un clima así había arrasado en este paraje, al menos desde que yo estaba aquí no tuve la fortuna de ver una igual, y de alguna forma, me traía una extraña sensación melancólica el contemplar aquella tormenta desde el precioso ventanal que estaba junto a la cama.

- ¿Pero qué...? -Sin pensarlo, mi mano fue a mi mejilla izquierda donde me dio la sorpresa de que una lágrima había caído inconscientemente, era extraño, confieso que desde que conocí a Lucifer estaba conociendo muchos sentimientos de los cuales nunca pensé llegar a manifestar y esta vez, el ver esta lluvia en la soledad de la habitación, solo me recordaba a él. Este torrente de emociones me provoca una extraña sensación de tristeza y angustia, susurrándo desde mi alma el deseo de querer verlo y cobijarlo en mis brazos, algo me hacía pensar que no estaba nada bien, algo había pasado y él estaba destrozado, de nuevo se había roto por alguna razón y seguramente sufría solo.

Almas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora