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—Señor, ¿me alcanza eso?

Preguntó una niña mientras intentaba saltar para agarrar un dulce en el supermercado, tratando de llamar la atención de Michael. Este no pudo hacer nada más que quedarse parado tirando el paquete de chocolates que tenia en sus manos.

El ruido del supermercado se desvaneció mientras se perdía en sus pensamientos, tratando de encontrar una explicación lógica para lo que veía. La niña era como un reflejo femenino suyo y de su gemelo. Era extraño, no había recibido noticias sobre una prima nueva, ni su padre habría tenido la "potencia" para tener otra hija cuando todavía estaba vivo.

 Cabello largo y rubio, sus ojos castaños carmesí,  su piel blanca como porcelana, incluso las pestañas grandes, todos los rasgos de su familia. 

La niña seguía saltando, insistente, extendiendo su mano hacia el dulce. Michael se vio obligado a reaccionar. 

—Perdón, toma.

Con un movimiento automático, extendió el brazo y tomó el dulce para ofrecérselo a la niña, quien lo recibió con una sonrisa radiante que iluminó su rostro formando hoyuelos que marcaban un bonito sonrojo. Sin embargo, esa sonrisa solo aumentó la incomodidad de Michael.

La niña recogió el paquete de chocolates que se le había caído, dejándolo nuevamente en sus manos mientras murmuraba un "gracias" y se volteaba para irse corriendo hacia otro lugar, con sus sandalias de patito chillando con cada paso torpe que daba.

Era realmente extraño. 

¿Qué significaba todo esto? ¿Cómo era posible que esa niña se pareciera tanto a ellos dos?

 —¡Oye! ¡Apúrate, necesitamos llegar rápido a la reunión!—Exclamo Lucifer llegando con unas botellas de vodka en su mano.

La presencia repentina de Lucifer sacudió a Michael. Rápidamente, se disculpó y se apresuraron  a ir hacia la caja rápida. Mientras se estaban en el auto con Lucifer cantando a todo pulmón, Michael se quedó pensando, observando el recorrido por la ventana.

De repente, pasaron por su antigua secundaria, y los recuerdos de Alastor inundaron su mente.  

Habían pasado cinco años desde la última vez que se vieron. Desde esa horrible "cita", Alastor cumplió su promesa y los ignoró por completo. Incluso cuando trataron de disculparse de todas las maneras posibles, el omega simplemente no quería verlos. Optó por quedarse encerrado la mayor parte del día en el salón donde le permitían hacer podcasts para la escuela.

En algún momento, se rindieron y nunca más volvieron a hablar. A veces lo veía conversar con Rosie y Zestial, pero rápidamente Eva llamaba su atención para que fueran con Adam. Así continuó hasta su graduación, donde por última vez lo vieron. Ese había sido un buen día, si no se hubiera alcoholizado y olvidado de todo.

Desde entonces, Michael había tratado de enterrar ese vergonzoso episodio de su adolescencia.

Y a pesar de que seguía llevándose mal con Lucifer, al menos se controlaban mutuamente para evitar problemas, y fingían tener una buena relación de hermanos frente a los demás.

Si, todo estaba perfecto. Se había graduado de una de las mejores universidades a una edad tan temprana, estaba siendo practicante en una empresa reconocida con una buena paga y podía disfrutar vivir alejado de su familia. 

O eso pensaba, la habitación de su departamento siempre se sentía vacía. A veces doblaba turnos para evitar volver y pensar en lo que se había convertido. A veces tomaba alcohol para despertar al día siguiente para evitar pensar. 

Re-Re (Appleradio, MichaelxAlastor) AU MODERNO OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora