El cuento de Carlo

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TW: Violencia en el hogar, narcomenudeo

Pov Carlo:

Desperté está mañana con el sonido de gritos provenientes de la sala de mi casa -Otro día de mierda- pensé decaído. No me gusta esto, no me gusta mi hogar, no me gusta mi vida, amaría desaparecer.

-Ey- dije saliendo de mi habitación, si se le puede llamar de esta manera, lo primero que noté fueron todos esos trastes regados por todo el suelo y a mis padres, uno a cada lado de la mesa y, para ser sinceros, parecían a punto de matarse, nada exagerado considerando en cuchillo en la mano de mi madre- Emm, mejor los dejo solos- dije tratando de sacarme de aquella situación

-Ven aqui- dijo mi padre- con su típica voz de no respires mi mismo aire o sufrirás

Maldición, en ese momento bien podría llorar, reírme como desquiciado o simplemente salir corriendo, pero no me juzgues, el miedo es más fuerte que yo. Tomé el valor de dónde pude y me acerque lentamente a mi padre.

-¿Que sucede?- pregunté en un susurro completamente controlado -Se me hace tarde tengo que...-

-No has vendido tu última carga, te estás tardando y no creas que tengo paciencia. Si no juntas el dinero, verás que no se juega conmigo- dijo mientras sujetaba mi mandíbula firmemente para que lo vea a los ojos.

Ahora, puedo darte una larga explicación sobre el trasfondo de esto...y lo haré.

Mi familia está rota desde que recuerdo, falta esto y aquello, nunca dejan de pelear entre ellos. Se podría decir que somos una mierda y bueno, no contradire lo que la gente ya piensa, para que ser algo que nadie cree que puedo ser. Seria bueno tener un futuro pero eso no es para mí, me lo dejaron en claro hace mucho.

Volviendo al tema, hace 7 años a mi padre se le ocurrió la idea millonaria de hacer que llevara paquetes con...sustancias ilícitas, porque nadie va a sospechar de un niño de ocho años que lleva paquetes en su mochilita. Al inicio solo era llevar, alguien intercepta y entrega, yo recibo el dinero, luego evoluciono y encontró en su hijo un distribuidor innato de su porquería.

Así que si, está es mi condena: se lo que ellos esperan, no lo que tú esperabas ser.

-Si, señor- le contesté a lo que el contestó soltando mi cara y empujándola. Cómo los odio.

-Si no le molesta a su majestad, iré a alistarme para la escuela, yo si quería un futuro- digo en un susurro, no me puedo arriesgar a qué me escuche, no escucharía el final.

Después de la despedida amorosa que conforma mi familia, entro al "baño" y me empiezo a arreglar para ir a la escuela porque, aún que no lo crean, yo si quería tener un futuro, graduarme y todo eso, pero eso es imposible ahora.

-Me voy- grité saliendo por la puerta antes de que tuvieran la oportunidad de decirme algo.

De camino a la escuela, no pude evitar que mi mente fuera a otro lado: ¿Pude haber tenido otra vida? Si hubiera nacido con alguien amoroso ¿Sería feliz? ¿Alguna vez seré feliz? Descarten eso, la respuesta es no. Mi vida no está destinada a la felicidad.

-¡Carlito!- Mierda, mis personas favoritas, nótese el sarcasmo, son lo que se puede considerar como consumidores frecuentes.

-Hoy no tengo- dije dando la vuelta rápidamente, una clara mentira, si tenía pero no tenía ganas de tratar con gente que se pudre el cerebro por puro gusto  -Lo siento, si gustan esperar hasta la siguiente semana, les traeré su mierda-

-Me dijo un pajarito que hoy tenias- dijo el desesperado, y ahí voy yo, diciendo estupideces sin detenerme a pensar si lo que estoy a punto de decir es completamente suicida o completamente gracioso, en este caso es el primero.

-Wow amigo, cada día más perdido, deberías dejar de probar cosillas nuevas si los pájaros te hablan, ¿lo peor? Hablan mentiras. Así que si no te molesto, iré a hablar con gente a la que les hablen las personas y no los animales-

Mala idea, en el momento en que salió de mi boca, tuve la revelación más importante, lo que podría ser el eufemismo de las buenas ideas: salí corriendo.

Corrí tan rápido que dude si seguía corriendo y ahora estaba volando, lo único que me podría detener era yo mismo...y la estúpida puerta con la que choqué, alenos eso me dio la fantástica idea de meterme al armario y quedarme ahí hasta que nuestro adicto de turno se fuera.

Mientras estaba ahí procesé las decisiones que me habían llevado hasta este lugar: sentado en el suelo de un armario de una escuela. Claramente no eran mis decisiones, eran las decisiones de alguien más impuestas sobre mi, pero equis.

No pude evitarlo, comencé a sollozar. Quería detenerme porque ¿Quién llora en una escuela? -Vamos Carlo, eres mucho mejor que eso. No seas débil ni estupido- me dije a mí mismo, no queria llorar ni mostrarme. Es mas fácil aprovecharse de alguien herido y solo, claro que yo soy ambos pero no lo demostraré. 

Pero en este momento no pude parar, estaba tan cansado y quería que todo se detuviera. No se porque soy así, a veces quisiera cerrar los ojos y no volverlos a abrir si eso significa que ya no habrá más dolor.

-Si no quieres no tienes que decirme nada, se que no me conoces ni yo a ti pero puedes confiar, entiendo que es el dolor. Tal vez pueda ayudarte... Si me dejas- me dijo una voz del otro lado de la puerta ¿Que tan cierto fue eso? Rápidamente detuve esa línea de pensamiento, no puedo arrastrar a nadie más a mi equipaje.

-Nadie puede ayudarme- dije de forma ahogada. Quería que se fuera, no me podía permitir herir a otras personas con mi mierda- No tengo remedio, ni salvación. Haste un favor a ti misma y vete antes de que te condenes por estar cerca mio- dije entre lágrimas

-Puedes salir y hablar conmigo cara a cara, no tienes porque pensar que estás roto más allá de la reparación- Lo estoy quise gritarle, de repente me invadió una irá, ¿Ella que se creía? No podía llegar y asumir que me entendía.

-¡Entiende que no necesito tu ayuda!- le grité desesperado, no sabía si era enojo con ella, conmigo o con la vida. Solo quería que se apartara, en parte porque estaba tomando opiniones sin saber de lo que hablaba y en parte por no podía arrastrarla a mis problemas.

A decir verdad, dije cosas que no debí pero ¿Pueden culparme? Llegué a mi punto máximo, solo quería desaparecer y nadie me ayudaba a hacerlo mas sencillo.

-¡Pues perdón por intentar ayudarte, eso me saco por ser amable! Total, no soy yo quien sufre en silencio- Exacto, soy ya quien lo hace, aléjate de la manzana podrida antes de que te pudras tu también

-Ayudame- dije en un susurro mientras escuchaba pisadas alejarse porque tuvo que ser tan amable pudo simplemente alejarse e irse lejos al primer instante en qué se lo dije, pero no, decidió comprobar que no tengo remedio.

Después de cinco minutos me puse de pie y limpiando me las lágrimas me dirigí a mi salón, aún tenia clases después de todo.

-¿Puedo pasar?- digo resiviendo un asentimiento de parte de mi profesora, pero  mi mente no podía estar más lejos de aquella clase: ¿Quién era esa niña que ingenuamente tenía esperanza? Era tan...intrigante saber quién es ella y porque ese empeño tanto en ayudarme antes de rendirse como muchos.

What was and will no longer be.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora