Aegis se erguía imponente ante ellos, un coloso de metal y plasma. Las torres de vigilancia, altas y orgullosas, parecían tocar el cielo nocturno, sus luces parpadeaban como las estrellas. La fortaleza era un laberinto de acero y secretos, un lugar donde cada eco podía ser una historia o una advertencia.
—No es solo una fortaleza. Todo este lugar es enorme —analizaba Noah— las defensas de Aegis son una mezcla de respeto y miedo.
—Todas las Arcas lo son, pero esta es especial por su forma tan atípica de hacer las cosas —con una expresión sombría, asintió Julius.
La nave se adentró en el corazón de la fortaleza, pasando por debajo de los arcos triunfales que marcaban la entrada al cuartel general. Los rostros de los soldados que los recibieron eran un mosaico de disciplina y curiosidad, con sus ojos siguiendo cada movimiento de los recién llegados. Al desembarcar, bajaron rápido de la nave y siguieron a Marcus mientras este se adentraba más en la zona.
—¿El general? —dirigiéndose a uno de los oficiales que los recibió, preguntó Marcus.
—Lo espera en su oficina, señor —adoptando un saludo militar y con voz gruesa en señal de respeto, respondió el Soldado.
Devolviendo el saludo, Marcus le dio la espalda y se dirigió a entrar en el cuartel. Pasando por estrictos controles de protección, se dieron cuenta del tipo de lugar al que estaban entrando. Cámaras, drones, androides, ciborgs, francotiradores y grandes robots centinelas eran parte de la defensa del cuartel. Bajo tan estricta vigilancia, avanzaron hasta tomar el elevador que los llevaría a la parte más alta del cuartel, donde ya estaban siendo esperados.
El elevador ascendía silenciosamente, marcando cada nivel con un suave tono. Las puertas se abrieron, revelando un corredor largo iluminado por luces muy brillantes que proyectaban largas sombras en el suelo. Al final de este, una puerta maciza de metal esperaba, custodiada por dos soldados de aspecto imponente.
El pasillo era un túnel de silencio, roto solo por el zumbido rítmico de la maquinaria oculta en las paredes, un recordatorio constante de la vida artificial que latía dentro de Aegis. Aiden y sus compañeros pasaban junto a androides que patrullaban con gran precisión, sus sensores escaneando cada centímetro del espacio.
—Nunca he visto una seguridad tan... viva —con una mezcla de asombro y desconfianza, comentó Aiden.
—Estos androides... son casi como nosotros —casi en un susurro, reconoció Noah.
—Son impresionantes, pero también un poco inquietantes. Es como si pudieran ver a través de ti —algo preocupada, añadió Elizabeth.
Noah observaba cómo los drones se deslizaban por encima de ellos, sus cámaras girando para seguir su progreso. Se preguntaba qué tipo de inteligencia artificial impulsaba esas máquinas, qué pensamientos procesaban sus circuitos.
—Me pregunto si alguna vez se cansan de vigilarnos —reflexionó Noah.
—No se cansan. No sienten. Eso es lo bueno y a su vez es el terror de la tecnología —respondió Julius con una sonrisa irónica.
Llegaron a la puerta de la oficina del general, donde dos androides de aspecto más robusto y armados se encontraban de guardia. Uno de ellos, con una voz sintética pero claramente articulada, les dio la bienvenida.
—Bienvenidos al cuartel general de Aegis. El General los espera —dijo el Androide Guardián con voz metálica.
La puerta se abrió lentamente, y una luz cálida se derramó desde el interior de la habitación, contrastando con la fría luz del pasillo. Reveló una oficina amplia con vistas panorámicas de toda la zona. Detrás de un escritorio adornado con varias pantallas y notificaciones en forma de hologramas, se encontraba un hombre de mediana edad con uniforme militar. Su presencia llenaba la habitación, no solo por su estatura, sino por el peso de las experiencias que llevaba consigo. Su rostro, surcado por líneas profundas, era un testimonio silencioso de batallas libradas y decisiones difíciles. Sus ojos, de un gris acerado, reflejaban firmeza y lejanía.
ESTÁS LEYENDO
Arcadia
Science Fiction¿Qué viene después del apocalipsis? En un mundo dominado por el caos, los últimos sobrevivientes de la humanidad luchan por encontrarle sentido a un mundo que se desmorona.