Historia Pausada

Capítulo veintidós. FINAL

Mariet estaba con Nora en un consultorio. Era un consultorio espacioso, con las paredes pintadas con paisajes de un prado con varios pájaros y árboles en las paredes blancas.

—Es un buen detalle que tu madre te haya prestado su consultorio. La verdad, nunca he ido a un psicólogo, pero quería hablar, necesitaba una opinión más.

—Sí, pero me dijo que sólo una hora, empecemos rápido tu terapia—respondió Nora tomando su libreta para tomar anotaciones—. ¿Te quieres sentar o te quieres acostar en el diván?

—Creo que sí me quiero acostar—respondió Mariet.

Nora arrastró una silla mientras Mariet veía el techo y el paisaje en el diván.

—¿Y todos mis problemas se van a arreglar en una sesión?

—Si me dieran una moneda por cada vez que he escuchado eso...No, para nada, después de esto vas a tomar sesiones con mi madre. Pero empecemos: ¿cuál es el problema?

—¿Por dónde empiezo?

—Tranquila. Sólo cierra los ojos, háblalo, nadie te va a juzgar.

—Pues, todo parece ir bien, he sentido más confianza, más abierta al hablar, ya casi no bebo, he salido más, me siento menos estresada, la empresa va bien, pero cuando llega la noche, tengo pesadillas de...—Mariet sintió un nudo en la garganta—. Sueño que mis padres están decepcionados de mí, no siento que hice lo correcto. ¿Es lo que quería?

—¿Ellos te dicen eso? ¿O es lo que tú interpretas?

—Ambos...Mamá quería que mi padre y yo no nos separáramos, estar juntos...Le fallé...Le fallé a mi madre en la última petición antes de morir...Y antes de eso estaba saboreando el gusto de enviar a mi padre a la cárcel.

—Culpa...Ya veo..., ¿te sientes cómo una mala hija?

—Sí...Hay una pequeña vocecita picándome con una aguja si realmente hice lo correcto. Y sobre lo que pasará en el futuro.

—Hiciste lo correcto, no dudes de eso, no había otra opción a tu alcance y fue lo que pensaste y sentiste en ese momento antes de saber todo por completo, y él te afectó de cierta forma, pero entiendo tu punto, es tu padre, supongo que él no fue malo siempre contigo, se preocupó por ambas, pero creo que tu madre lo hubiera entendido si ella aún estuviera aquí. No te atormentes por eso, tú no le fallaste, si estuviera aquí, no estaría molesta contigo ni decepcionada. Deberías grabarlo en tu mente.

—Sí, lo entiendo, lo sé, eso intento... ¿Esta es la parte donde lloro o donde mis problemas se resuelven?

—No uses el humor para huir de tus problemas. Mariet, ¿por qué estás aquí? ¿Cuál es el problema realmente? Porque ya lo sabes, sabes la respuesta, pero tú misma vas en bucle.

—Mañana voy a ir a ver a mi padre, y ni siquiera sé que voy a decirle, pero pienso que tal vez, mamá hubiera querido...que yo intentara hacer las paces con él.

—¿Tu madre quería eso realmente?

—Tal vez...no lo sé, pero yo quiero por lo menos hacer el esfuerzo de hacer las paces y no odiarnos por el resto de nuestras vidas, intentarlo, tal vez eso le hubiera gustado a ella... ¡Bien! Es lo que hubiera querido, trató de hacer feliz a mamá una última vez, no puedo fallarle en esa promesa.

—Entonces, ¿cuál es el problema? Porque tienes la respuesta, pero te estás metiendo en un bucle de negatividad y pesimismo. Además de tener problemas maternos.

—¿Es qué es lo correcto? Perdonarlo... ¿es lo correcto? ¿Es lo que quería?

Lentamente los ojos de Mariet se llenaron de lágrimas al recordar las pesadillas.