Apenas llegue a la casa me encerré en el cuarto de Maxi, sabia que el estaría organizando la cacería de mañana junto con Nelson. Me había llamado un par de veces pero no había atendido, probablemente ya se comunicado con Reina y estaría al tanto de mi estado de animo.
¿Por que no podía sentirme realizada? No podía entenderlo, cuando decidí vengarme de ellos no tenia dudas de que les haría pasar por el mismo infierno que yo pase, pero después de dejar a ese matón solo con Anabela para que abusará de ella me sentí una mierda de persona.
Me abrace a la sabanas buscando un poco de consuelo, como si el olor de Maximiliano me pudiera confortar un poco y así me quede dormida.
Entre mis sueños reviví cada momento que sufrí a manos de Adam, con detalles que creía olvidados. Desperté sobre saltada con un brazo sujetándome de la cintura, cruce mirada con los ojos mas bellos que podía a ver visto en mi vida, o para mi lo eran.
- ¿Pesadillas ?- Solo asentí y me acurruque en su pecho - Estas a salvo yo te protejo-
-Reina, te lo conto- Afirme -
- Si, no tienes de que avergonzarte es común sentir culpa después de lo que has pasado - Su mano acaricio mi rostro apenas deje mi escondite-
-¿No crees que soy débil?-
- Se que no lo eres, también se que a pesar de todo lo que tuviste que vivir tienes un corazon bueno- Me sonrió con ternura- Por eso estoy loco por ti- Golpe su pecho con suavidad-
Después de un rato conversando, besándonos y volviendo a conversar el, bajo a su oficina a resolver algunos asuntos.
Un rato después me duche y decidí bajar en busca de algo de comida. Mientras descendía las escaleras fui sorprendida por el sonido de un disparo que provenía desde la oficina de Maximiliano y no dude en sacar el arma que siempre cargaba y correr a su encuentro.
Abrí la puerta de una patada mientras apuntaba lista para eliminar cualquier enemigo que se allá colado en la mansión. Dentro solo estaba Max y nelson que miraban a un hombre en el suelo con los sesos desparramados .El hombre era claramente el guardia que había dejado en la sala de prisión con Anabela.
- ¿Que carajos pasa aquí?- Interrogue a los hombres mientras bajaba mi arma-
- Te dije que lo mataras fuera, mira este enchastre- Nelson, hablaba despreocupadamente-
Guarde mi arma en mi espalda y me cruce de brazos , haber si así llamaba la atención de estos hombres. Maximiliano me miro con culpa pero sospechaba que no era por el cadáver en su oficina sino por haberme alterado.
- Los violadores no tienen cabida en la familia- Fruncí el seño luego de escuchar al jefe-
- Pero, solo seguía ordenes ¿No?- Pero fue Nelson que contesto-
-No precisamente ... La verdad que no le dimos la orden solo preguntamos si alguno seria voluntario para hacer el trabajo y el - Señalo el cadáver- Fue el único que se ofreció gustoso-
Ahora lo entendía, aunque éramos una mafia teníamos códigos. No matábamos niños, si mujeres pero nunca le permitían abuzar de ellas, esas fueron las reglas que me habían enseñado apenas me uní al clan.
- No podía quedarse con esa mentalidad de mierda, al principio íbamos a traer a alguien de afuera pero bueno ya sabes el resto - Asentí a las palabras de mi amigo-
-Suficiente, manda a limpiar la oficina y reúnete con nosotros en la sala, todavía tenemos detalles que refinar. - Maximiliano me tomo de la mano y me saco del lugar.
Al otro día
Nos encontramos sobre un cerro empedrado mirando el basto bosque que teníamos adelante, todos vestíamos ropas camuflada menos Reina, que resaltaba un top corto y vaqueros alicrados, mi amiga no tenia remedio.
Sobre la camioneta todoterreno había un mapa de la zona que habíamos memorizado para no sufrir inconvenientes.
- Cuando llega este bastardo- Pregunto Reina mientras limpiaba el rifle que admiraba como a un amante.-
- Falta una hora todavía, los hombres que lo siguen desde la ciudad no reportan movimientos extraños- Hablo Diego-
- Ese tipo realmente debe apreciar a su padre para venir solo a este lugar- Dijo Nelson -
-O es muy estúpido- Agregue, todos me miraron por mi humilde opinión -
- Cualquiera de las opciones nos dan igual estamos preparados para dar pelea si viniera con un ejercito-
- Vamos a esperarlo-
Todos tomamos posiciones en el camino principal solo Diego y yo nos quedamos en el vehículo esperando a que Sebastián llegara.
Cuando mi teléfono sonó atendí y escuche atentamente a Max que relataba los hechos recientes yo solo escuche para luego cortar.
-¿Que sucede? - Indagó mi compañero
- Nada que no esperábamos ya, parece que Sebastián traía un ejercito a tres kilómetros tras de el, los hombres ya se hicieron cargo y para evitar que pudiera pedir refuerzos aprovecharon una parada en la gasolinera para conéctale a su auto un dispositivo que bloque cualquier señal de comunicación -
- Parece que no quiere tanto a su padre después de todo -
- Si lo quiere, pero es un cobarde- Añadí sin mucho entusiasmo-
Poco después un vehículo se aproximaba a nuestro encuentro.
Sebastián
Maldecía internamente había quedado incomunicado hacia un rato, esperaba que esos ineptos que había contratado le siguieran el rastro sin problemas. No había querido pedir la ayuda de Adams ya que con lo de su hermana y el regreso de Susana parecía que iba a perder la cordura en cualquier momento, por esa razon contrato mercenarios para este trabajo.
Detuve el auto al final del camino, un hombre me esperaba apoyado en una camioneta mientras fumaba un cigarro con pereza.
- ¿Donde esta mi padre? - El tipo me miro con arrogancia y como si no me hubiera escuchado dio vuelta a la camioneta para abrir la puerta del acompañante.-
Por un momento pensé que mis ojos me engañaban al ver a Susana, bajar del vehículo con una sonrisa en el rostro. Ella no dudo en pararse frente a mi con esa aura de poder que ahora la caracterizaba.
- Tu, debí suponerlo-
- Sr Gonzales por que se ve tan molesto?
- ¿Donde esta mi padre? - Ella me dio una sonrisa radiante y luego señalo el bosque- A que estas jugando ...- Sentí un fuerte dolor en mi cabeza y todo se escureció-
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Prepárate para mi venganza
RomanceSusana Montesdeoca joven empresaria con una vida sencilla, queda atrapada en los engaños de su prometido, siendo arrastrada a lo más oscuro y perverso de una venganza. -¿Por qué a mí? Yo nunca te dañe- Las lágrimas caían por el rostro de Susana si...