- Tortura

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Poco a poco fui abriendo los ojos rogando por que solo fuera un mal sueño, pero no. Me encontraba encadenada de manos y pies. Intente deshacerme de las cadenas pero era inútil. Grité con la esperanza que alguien apareciera pero no había respuesta. Pasaron un par de minutos hasta que sentí un olor a tabaco invadir mi nariz.

—Por fin despertarte— dijo Marcel saliendo de las sobras con el cigarrillo en la mano —pensé que tenía que despertarte yo— dijo colocando el cigarrillo en su boca.

—Dime cuál es el puto objetivo de todo esto— pregunte.

—Asesinarte, claro— dijo prendiendo el tabaco —sin ti, por fin podría tener a mi mujer para mí sin, distracciones— culminó.

—Ni yo muerta tu mujer, como dices tu, dejará de amarme ni de pensar en mí imbecil— dije sarcásticamente.

Marcel se acercó y apagó el cigarro en mi piel, haciéndome gritar.

—¿Qué pasaría si solo te torturo hasta que poco a poco me ruegues que te mate?— preguntó.

—Hazlo, imbecil— dije volviendo a intentar deshacerme de las cadenas.

—Veo que si te hago daño a ti no te importa una mierda pero, ¿y si no es a ti?— dijo con una sonrisa mientras que se dirigía afuera del cuarto.

Lo seguí con la mirada para darme cuenta que estaba Caitlyn amarrada a una silla de ruedas e inconsciente.

—Déjala ir, hazme todo lo que quieras pero a ella no le hagas nada— supliqué.

—No estás en posición para darme órdenes— dijo mientras tomaba a Caitlyn de la cara y besaba su mejilla —¿qué tal si la hago mía al frente tuya?.

—Ni te atrevas a ponerle la mano encima— grite.

—¿O que?— se acercó a mí para empezar a golpearme —no me puedes tocar ni un solo pelo— volvió a golpearme.

Él se alejó para acercarse a Caitlyn y empezar a quitarle el vestido. Alzó su cabeza para besar su cuello y empezó a bajar por sus pechos aún cubiertos por el brasier.

Al ver esto mi respiración empezó a subir, siendo fuertes y repetitivos. Poco a poco las venas empezaron a tornarse de un color rosa y mi masa muscular aumentó un poco más, así rompiendo las cadenas que me amarraban.

Rápidamente corrí hacia Marcel que se volteó con una cara de temor. Lo tiré hacia el otro lado de la habitación y me dirigí hacia él para golpearlo.

—¡Vi!— escuché que me llamaban pero era tanto el enojo que seguía golpeándolo.

Sentí unas manos intentando apartarme, y lo hice. Pero demasiado tarde.

—Mierda Vi, lo mataste— dijo Katarina mientras me abrazaba.

Noté como ya mis venas dejaban de ser rosas y perdía la masa muscular añadida por el brillo en mi sistema.

—Perdón— dije abrazándola —n-no, no quise matarlo— dije apretando más el abrazo.

—Está bien Vi, no importa— dijo apretando el abrazo —estoy contigo.

Vi como Katarina se alejaba para desamarrar a Caitlyn y despertarla.

Lo primero que vi al ser despertada por la pelirroja fue a una Vi con miedo. No entendía por qué hasta que vi a Marcel al lado de ella, muerto. Noté como sus ojos tenían un color rosa que con el pasar de los segundos desaparecían tornándose grises. Ahí entendí que quien actuó, quien mató a Marcel no fue obra de Vi, si no del brillo.

Al deshacerme de lo que me aprisionaba fui directamente a donde Vi y la abracé.

—Tranquila, está bien— dije tomando su cara con mis manos.

—El in-intento tocarte— dijo llorando —no pude controlarme— dijo abrazándome más fuerte.

—El brillo la pone sensible— dijo Katarina despreocupada —ya mismo se le pasa.

—¿Cómo se puede quitar el brillo de su sistema al cien por ciento?— pregunté.

—Viktor nos había dado una opción rápida la primera vez que la llevamos a sacarle el brillo— dijo cogiendo una caja la caja de cigarrillo que era de Marcel —pero era bastante dolorosa. Pero eso sí, la sacaba de una.

—¿Dónde está ese tal Viktor?— pregunté.



Katarina, una Vi agotada y yo estábamos en la puerta del científico e inventor Viktor, quien nos abrió rápidamente al verlas a ellas. Nos dirigió hacia una habitación un poco turbia y ahí dentro la pelirroja colocó a Vi en una camilla.

—¿Están seguras que quieren presenciar esto?— preguntó Víctor, con una aguja en su mano.

Ambas asentimos y me coloqué alado de Vi, quien tomó mi mano mientras que el hombre le inyectaba la aguja. Sentí como sus manos dejaban de tocarme y poco a poco caían.

—Necesito que se alejen— dijo Viktor poniéndose unas gafas protectoras.

—¿Qué fue eso que le pusiste?— pregunté

—Es un líquido que hará que el cuerpo de Vi ya no tolere el brillo, así hará que lo rechace— dijo mientras empezaba a tirarnos unas batas —el brillo va a salir por su cuerpo, va a salir como el sudor pero de forma más agresiva.

Asentí y al pasar de los minutos empecé a ver como el cuerpo de Vi se revolvía, mientras que un líquido rosado empezaba a brotar de toda su piel. Los gritos de la pelirosa eran demasiado para mí. Rápidamente me levanté y salí de la habitación, el dolor que sentía el no poder hacer nada para que su dolor fuera menos me dañaba.

Unas horas más tarde sale Viktor y Katarina, quienes se acercaron y me informaron que podía pasar. Al entrar vi a mi chica sentada en la camilla mirando hacia el piso.

—¿Cómo te sientes?— pregunté sentándome alado de ella.

—Bien, pero me siento diferente— confesó —me siento más débil.

—Ahora sí te puedes enojar sin volverte loca— dije haciéndola soltar una risilla.

—Na' siempre va a haber algo que me vuelve loca— dijo mirándome —y está aquí alado mío— dijo agarrando mi mano.

—Te amo.

—Yo te amo más cupcake— dijo para luego darme un pequeño beso en la frente.


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Arcane - Amor Y OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora