Capítulo 21: Sin tiquete devolutivo

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Jhesua

Asustado, nervioso, feliz y confundido.

Así me encontraba yo justo ahora, muy a pesar de que ya habían pasado siete días desde aquél suceso. Desde la última vez que la miré, que todos lo hicimos.

Entre todos decidimos no tocar el tema con otras personas, y sobre él secuestro. Fue difícil mentir antes eso, después de todo teníamos marcas en cuestas muñecas, y alrededor de nuestros tobillos.

Por suerte Soranny y Rossana se encontraban bien, fue el shock de verla y escucharla lo que las hizo desmayar. Yo aún estoy en reposo por la herida de bala, no me gusta estar quieto pero tengo que hacerlo si no quiero que la herida vuelva abrirse.

Mi padre sabe que algo no está bien conmigo, ya que entre ratos le hago preguntas un tanto extrañas, y empieza a creer que no me encontró bien Psicológicamente, cosa que no es así. Solo he entrado en confusión al igual que los demás.

No negaré que fue un alivio para mí y para todos saber, que enrealidad Kathara no murió, como lo habíamos pensado. Se nos hace difícil de creer, pero es cierto.

¿Entonces... quién murió en su lugar?

Era lo que nos preguntábamos cada vez que nos reuníamos.

Quiero verla, abrazarla y decirle lo mucho que sufrí en su ausencia, y por supuesto dejarle saber que la amo demasiado.

Le he dado vueltas al asunto, y siento que no hay razón para enojarme con ella, lo que pasó fue por algo, y hace una semana todo quedó más que claro.

Aunque no niego que me da algo de miedo verla pelear, disparar y sobre todo hablar con tanta calma mientras le cuenta a su "presa" que pretende hacerle. Nisiquera le tiembla la mano a la hora de disparar, lo hace, sin rodeos, sin prisas y con puntería.

Ahora estoy en casa, en mi cama acostado mientras miro algo de televisión, una que nisiquiera esta recibiendo atención por mí.

Cierro los ojos por unos segundos, pero siento como unas manos se posan en boca y ojos, me sobresaltó un poco, pero unas piernas rodean mis caderas.

—Shh... tranquilo soy yo. —susurra cerca de mí odio, provocando que mi piel se erice ante su contacto. —¿Cómo está, la herida?

—Está muy bien, gracias.

Levanta ambas manos, y abro los ojos para observarla, sonríe un poco pero en cambio yo la atraigo hacia mi pecho, y la abrazo con fuerza, ella también lo hace y ambos lloramos durante ese largo tiempo.

Dejo un beso en su frente, y ella rodea mi cuello para después enterrar su rostro en mi pecho aspirando mi aroma, me río un poco.

La detallo un poco, se nota que ha subido de peso, y eso no me molesta, más bien me gusta, su cuerpo ha cambiado y me encanta.

—¿Sabes lo mal que me sentí, al pensar que te había perdido para siempre? —le cuestionó, mientras riego caricias por su espalda y cabello.

—Yo... siento que hayan tenido que pasar por toda esa mierda, se que posiblemente estés enojado conmigo y lo entiendo, no tiene justificación aunque sí, explicación. —acepta.

Ella alza su rostro y me detengo al ver sus mejillas rojas, al igual que sus hermosos ojos, y también su pequeña y respingona nariz.

—¿Sabes? Yo entiendo sí quizás ya no quieres estar conmigo, puedes pensar que soy un peligro y yo lo entiendo de verdad. Me dolerá mucho por que eso implica no estar juntos, después de tanto, pero tampoco puedo ser egoísta. Tienes derecho a ser feliz así sea con otra persona aunque me duela admitirlo en voz alta. —se lamentó.

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