ESPECIAL 20 CON K DE KAIDEN

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¿En serio? ¿Por esa mierda de letra me habían cambiado? ¿Les presento una canción rompedora, con un ritmo pegadizo y una rima original y prefieren esa basura?

¿Qué coño estoy escuchando? La letra ni siquiera queda bien con el ritmo y no es para nada el estilo del artista.

Seguro que está con la misma mala hostia que yo.

Enfadado, me levanto del sofá y me acerco a los altavoces para desconectar esa cosa y poder dejar de torturarme a mí mismo. Seguro que con lo mala que es me puede entrar algún virus en el móvil o algo. Sin embargo, antes de poder poner darle al pause, unos aporreos me detienen.

Solo existen dos motivos para que alguien toque la puerta de esa forma:

1.Está siendo perseguido por una manada de elefantes.

2.El edificio está ardiendo e intenta salvarme la vida.

En el primer caso es imposible y si es el segundo tampoco sería una gran pérdida. Eso sí, que se me quemaran las canciones sería una putada. Al pensarlo, lanzo una mirada hastiada a las libretas apiladas junto al sofá; llevo un mes bloqueado, no se me ocurre nada.

Igual la inspiración tiene un límite y yo ya la he gastado toda.

Encima todavía hay un millón de cosas que no encuentro aunque haya pasado un año desde la mudanza. Es como si un maldito agujero negro se las hubiera tragado.

Tardo tres segundos en decidir que no voy a abrir la puerta. Sé que no será ni Liessen, ni Lily, y paso olímpicamente de los vecinos.

Esperé a que se detuviera.

Quien fuera que estuviese detrás de la puerta, estaba jugándose la vida. Hoy era un muy mal día para molestar. Bajé el volumen y gruñí. ¿Por qué coño no dejaba de tocar?

—¡Ya voy, joder! ¡Ya voy! ¡Deja de tocar el timbre! —grité, abriendo.—. ¡Ya está! ¿¡Qué coño... ¿Quién eres tú? Y deja ya de tocar puto el timbre.

Al principio no vi a nadie, hasta que bajé la vista. Contuve la risa al verla.

¿Eso que lleva encima era un pájaro?

Dios, ahora le alquilan el apartamento a cualquiera.

Te lo alquilaron a ti, imagínate.

Céntrate.

En cuanto vi que hacía el amago de tocar otra vez el timbre, le aparté la mano de un manotazo. ¿Estaba desquiciada o qué? ¿Y de dónde había salido?

Asomé un poco la cabeza, ignorándola. La puerta de la derecha está abierta, así que debía ser la nueva vecina.

Son las dos de la mañana y llevo días sin dormir de verdad. ¿Puedes bajar el volumen de la dichosa musiquita?

La miré de arriba a abajo. Era guapa, loca, pero guapa. Quizás demasiado delgada, había dicho que no llevaba unos días muy buenos, ¿habrá tenido tiempo de comer bien? El pelo rubio y corto le acariciaba los hombros y me miraba enfadada desde sus ojos azules. Y aunque parecía tener la rabia, también parecía frágil y cansada. Noté que ella también me daba un repaso con la mirada. Igual si me hubiera pillado de mejor humor la habría tratado un poco mejor.

Apunte: no a cercarse a menos de diez metros cuando me echan atrás un contrato en el último momento.

—No.

Cerré de un portazo, dejándola allí plantada. Todavía podía escuchar la cancion basura sonando de fondo y definitivamente ya había perdido la paciencia. Esta vez no contuve la risa cuando la escuché gritar:

A Bad Badboy || EN CORRECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora