Capítulo 11 ― Cambios inesperados ―

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Pasaron casi dos semanas desde la fiesta de cumpleaños de Grace, y el casi beso siguió rondando en mi cabeza. Preguntándome qué habría pasado si no nos hubieran interrumpido. Yo sabía que quería. Mi corazón quería, pero mi mente echaba para atrás esa idea inconscientemente. Ésta rehuía la idea de poder sentir, como si tuviera miedo siquiera de descifrarlo y ponerle nombre. Pero la realidad era esa. Había atracción, no se podía negar.

Era Halloween. Lo cual implicaba una fiesta, pero organizada por la propia universidad, no por los alumnos. Por lo que el nombre de "fiesta" sonaba muy... coloquial para ellos, así que íbamos a la celebración de Halloween anual de la Universidad de Huntford. No escatimaron en ideas para el nombre.

Como buena fiesta de Halloween, debíamos ir con disfraces. ¿De qué iba a ir yo? No tenía ni idea. En nuestro grupo, antes de que yo viniera, decidieron hacer una tradición. Cada año, a uno de ellos les tocaba decidir los disfraces y las parejas. De esta manera, se controlaban mutuamente de no pasarse bebiendo, no quedarse solos... Básicamente, no se podían separar en toda la noche. Donde iba tu pareja, ibas tú.

Este año le tocó a Felicity. Me podía oler con quién me iba a emparejar, ¿pero del disfraz? Una incógnita más grande que el triángulo de las Bermudas.

― Como hemos visto en muchos casos anteriormente, las personas que padecen de psicopatía, tienen una capacidad casi innata de manipulación. Pueden llevar a las personas a su antojo si éstas no son conscientes. ― La asignatura de la profesora Allen era de mis favoritas. Te enseñaba a meterte dentro de la mente de los criminales. ― Por eso... ― El timbre tocó y no le dieron tiempo a acabar la frase. Empezaron a recoger, aunque ella ya sabía porqué tenían tanta prisa. ― Haced el trabajo para la semana que viene, y disfrutad de la celebración de Halloween.

Cuando salí del edificio, vi una espalda que ya reconocía como la de James. Estaba hablando con alguien, aunque no sabía quién era, porque la tapaba con su cuerpo. No quería entrometerme, así que esperé a unos metros de distancia a que acabaran. No sé qué hizo que se giraran, pero ambos lo hicieron al mismo tiempo poniendo los ojos en mi. James me sonrió haciendo que unos hoyuelos casi imperceptibles aparecieran en sus mejillas, mientras que la otra persona, a la que ya le puso rostro, me sonrió de una manera forzada.

La chica debía tener mi edad más o menos. Éramos de la misma estatura, pero su pelo largo era de un marrón chocolate rizado que le caía por la espalda. Era guapísima. Facciones definidas, labios perfilados y ojos hipnotizantes.

Le dijo algo más a James apartando su mirada de mí y se fue. Este se acercó a mi encuentro con la sonrisa aún en su cara.

― Hola, preciosa. ― Miles de tortugas ninjas empezaron a saltar en mi estómago por ese apodo. Se había acostumbrado a llamarme así, y tampoco le había dicho que no me gustara. Porque lo hacía, y mucho. Ambos empezamos a caminar rumbo a la cafetería. ― ¿Preparada para la fiesta de Halloween?

― ¿Te refieres a la celebración anual de Halloween? ― James se rió ante mi comentario. ― Hace años que no voy a ninguna. Desde el instituto si no recuerdo mal.

― ¿No fuiste durante la universidad en Australia? ― Negué con la cabeza. ― ¿Por qué?

― En casi todas las fiestas necesitabas invitación, y digamos que yo no tenía a nadie que me invitara.

― Yo te invito a esta.

― Todos los alumnos de esta universidad lo están.

― No me has entendido. Yo te invito a ir juntos.

― ¿No es Felicity quién se encarga de eso?

― Bueno, si quieres posponer lo inevitable. ―Dijo mientras se encogía de hombros y ladeaba su sonrisa. Él también veía venir que Felicity nos iba a poner juntos.

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