CAPÍTULO I

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— Eres un bastardo afortunado, Kim Doyoung- el hombre se echó a reír, mostrando sus caninos filosos- cualquiera mataría por estar dentro de tus zapatos.

— No duraría mucho- Doyoung sonrió - después de unos segundos se derrumbarian..

Él se inclinó, presionando los labios contra la mejilla de la muchacha antes de levantarse del sofá. El lugar no se encontraba arrebatado de personas, como un cualquier miércoles por la tarde; solo un par de universitarios y turistas esparcidos en algunas mesas, sumergidos en sus propias conversaciones.

Doyoung camino directamente hacia los baños, rebuscando algo en el interior de los bolsillos. Cerrando la puerta a su espalda, asegurándose que el seguro estuviera correctamente colocado, antes de acercarse al espejo, apoyando la manos en la porcelana del lavamanos, observó su reflejo; un rostro saludable, al igual que su mirada animada y cabello perfectamente peinado.

Del bolsillo izquierdo, sacó un pequeño emvase transparente con algunas pastillas amarillentas, tan pequeñas como un grano de arroz.

Él se acercó un poco más, inspeccionando cada pequeño detalle que decoraba su rostro alargado antes de abrir la boca, introduciendo los dedos al interior y tirando de los dientes blancos, desprendiéndose con facilidad, deslizando la lengua por las encima enrojecidas y sangrantes.

Doyoung abrió la llave, dejó la prótesis a un lado antes de juntar sus manos debajo del agua, llenando su boca antes de escupirla, una y otra vez hasta que salió cristalina. El hombre enjugó la prótesis debajo, aquel modelo era de los primeros en el mercado, había sido un regalo de su madre por su cumpleaños número catorce, debió cambiarlas por unas nuevas que se ajustaran a su dentadura, pero se negaba en desperdiciar su preciosos dinero en algo tan banal.

De todos modos, él tendría demasiado tiempo para conseguir otras, otro momento en donde no debía contar las monedas de su cartera ni subir a transportes públicos ni pagar por esas pastillas. Doyoung elevo la mirada hacia el espejo, sonrió y mostrando sus dientes desiguales por el uso constante de la prótesis, no estaba demasiado mal.

A diferencia de los colmillos prominentes y filosos de la prótesis, sus verdaderos colmillos eran casi inexistentes, demasiado pequeños para sobresalir de los otros. Abrió la boca, colocando la prótesis, aunque dolorosas, daban el aspecto que tanto deseaba.

— Aguanta un par de horas - Doyoung dijo al hombre del reflejo - solo un par más.

Abriendo el envase, con un par de sacudidas, cinco pastillas bailaron en la palma de su mano.

— ¿Doyoung? ¿Estás aquí? - dijo una mujer con voz dulce, del otro lado de la puerta.

— En un momento salgo, cariño.

— Te esperaré afuera, los chicos quieren ir al bar nuevo - ella rio- date prisa o te dejaremos más.

En lo profundo de su corazón, Doyoung deseo que lo dejaran en ese baño, de que se olvidaran de él en ese lugar.

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⏰ Última actualización: Mar 22 ⏰

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