Pas de deux

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Si a Armando en aquel momento le hubiesen pedido relacionar a Beatriz con algunas palabras, sin duda hubiera respondido: buen porte y glamour.

En Nueva York no hubo ningún momento que la viese sin maquillaje y buena presencia; algo que siempre le intrigó era la mirada tan fuerte que se le potenciaba por el perfecto delineado, sin embargo, en los dos días que llevaban en Shanghái parecía haber cambiado de estilo; los rizos los tenía perfectos, pero atados en un moño dejándole escapar algunos a los costados; su delineado era casi imperceptible, solo lo suficiente para elevarle la mirada; sus pestañas bien rizadas y sus labios tintados color melocotón hacían juego con el vestido hueso de mangas abullonadas con escote cuadrado que se le ceñía a la perfección al cuerpo.

Cuando llegaron al gran edificio donde sería la entrevista, el ritmo de los tacones de Beatriz resonaron con delicadeza sobre el fino mármol.
Por el reflejo del sol que se filtraba por el tragaluz, los ojos de Armando acentuaban su tonalidad verde, su barba bien recortada potenciaba lo distinguido que se veía con su traje negro. Ambos juntos provocaban que todos los volteasen a ver, que de inmediato cotillearan. Inmediatamente algunos empleados les recibieron con la clásica reverencia que se solía dar en aquellos países. Ellos ingresaron al elevador y el cuchicheo y los susurros sobre su llegada poco a poco se fueron esfumando.

—Todo va a estar bien —le dijo Beatriz al ver que movía la pierna con rapidez, él la observó y ella le apartó la vista—. La entrevista no solo se quedará en los periódicos sino que tal vez pasen algunos fragmentos por sus medios sociales, así que, aprovecha esa oportunidad para decirle a Yuan Feng por qué sería importante establecer conexiones con China.

—¿Te quedarás conmigo?

—No.—Salió del elevador.—En un rato tengo una reunión muy importante, solo vine para asegurarme que todo esté en orden.

Ambos ingresaron por una enorme puerta de cristal. Dentro había un gran equipo de producción preparando la iluminación de una parte del set, otros estaban atareados con las cámaras de filmación. De pronto una mujer se les acercó recibiéndolos con cortesía, después otra llegó con Armando con una serie de aparatos en mano.

Qiánbèi, empezaremos en quince minutos, por favor, permita que le pongamos el equipo de sonido —le dijo aquella a Armando, él le sonrió con mucha duda, después buscó la mirada de Beatriz y ella le tradujo.

En seguida la rizada se alejó tratando de localizar al intérprete, pero no lo halló por ningún sitio, le marcó, sin embargo, no obtuvo respuesta

Mèimei, ¿Existiría una posibilidad de retrasar la entrevista unos minutos? —preguntó Beatriz con un excelente mandarín

—No, tenemos el tiempo contado, Yuan Feng solo dispuso de cuarenta minutos.

Ella le agradeció y en seguida disimulando un resoplido caminó de un lado a otro tratando de evitar tropezarse con la gente que pasaba de prisa, en especial con los que llevaban bandejas repletas de café.

¿Quién eres? || Betty en NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora