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En el pulso de mi corazón, late el dilema de odiarte con cada fibra de mi ser y anhelarte con una pasión indomable. Eres el fuego que quema mis entrañas, la tormenta que desata mis emociones en un torbellino de contradicciones.

Detesto la forma en que tu mirada despierta los demonios en mí, pero también anhelo perderme en el abismo de tus ojos oscuros. Tu presencia es un veneno y un elixir, una droga que me consume y me embriaga al mismo tiempo.

Cada roce, cada suspiro compartido, alimenta esta guerra interna entre el odio y el deseo desenfrenado que siento por ti. Eres el enigma que no puedo resolver, el misterio que me seduce y me atormenta, el hombre al que amo y odio con la misma intensidad abrasadora.

Cartas OlvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora