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El pequeño chico de cabello castaño descansaba sobre su ventana mientras admiraba de vez en cuando la calle, el sol de la tarde rebotaba sobre su frente de una manera suave, sus dedos se movían a través de mouse de su computadora mientras su cámara descansaba sobre su cama, la tarjeta de memoria que había sido arrebatada de aquel aparato mostraba todas las fotografías tomadas durante el ultimo mes, pasaba una por una, eliminando aquellas que le parecían malas o innecesarias.

Había demasiadas para poder contarlas.

Tomo su computadora moviéndose con ella junto al piso de su balcón, saliendo para tomar el aire que solo su cabello podía percibir hasta algunos segundos atrás. Dejo caer su espalda en la fría pared de su habitación mientras posaba aquel aparato electrónico sobre sus piernas de manera suave tratando de no dañarlo.  Un suave ladrido a su lado lo saco de su concentración en aquellas fotografías para prestar su vista hacia el sonido, encontrando a su pequeña mascota, Maeumi, el lindo perrito de pelaje blanco movió su cola con emoción mientras se recostaba a su lado, el castaño respondió aquel acto sonriendo débilmente y acariciando la cabeza de aquel animalito, era viernes y lo único que podía hacer era encerrarse en su habitación hasta que llegase su madre del trabajo.

Un fuerte rugido prominente de la calle logro que tanto el castaño como su pequeña mascota saltaran del susto por el fuerte estruendo justo a su lado, una motocicleta de color negro acompañada de su chofer lleno de los mismos colores estaban frente a la casa de su mejor amigo, el casco que portaba este no lo dejaba divisar su rostro, giro su vista  sin tomar la mínima importancia, Heeseung tenia muchos amigos "malandros", como solía llamarlos su madre. Dio clic pasando a la siguiente fotografía encontrándose con el gran letrero neón y las personas por la calle iluminada por lamparas, su dedo volvió a dar clic, una segunda fotografía, la cara de aquel chico arrogante mientras una guitarra eléctrica estaba en sus manos, su vista permaneció sin desviarse, diviso cada detalle, los colores, la vibra que mostraba,  todo era perfecto, menos el protagonista, verlo de nuevo lograba que Jungwon se sintiera... enojado, frustrado. 

El sonido del timbre de la casa vecina lo hizo girar de nuevo su atención hacia allá, aquel motociclista abandono su casco, dejando ver su rostro, aquel que el menor había logrado detestar en solo algunos minutos de convivencia. Park Jay, el castaño observo de nueva cuenta la fotografía sobre su portátil, había cosas nuevas en aquel chico, su cabello no era de un tono blanco como la ultima vez, ahora era mas un rubio grisáceo, acompañaba su cuerpo de unos jeans holgados y una chaqueta de cuero negra, su rostro... lucia... mejor.

Había un nuevo piercing en su fosa nasal derecha, el cual lo hacía lucir estúpidamente atractivo

La voz femenina de la madre del pelirrojo lograron que de nueva cuenta Jungwon saliera de su pequeño mundo para dirigir su vista hacia la habitación de su amigo, de la cual tenia una perfecta vista en ese momento, la ventana junto a las cortinas estaban abiertas dejando ver al mayor durmiendo sin vergüenza alguna sobre su cama, semidesnudo, pudo verlo estirarse sobre su propia cama mientras tallaba sus ojos, los pasos del de piel morena se alejaron hasta abrir la puerta dejando ver al rubio que anteriormente estuvo sobre la entrada de su casa.

Los versos de un tonto guitarrista - Jaywon -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora