Capítulo I.

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El sonido de la lluvia que golpeaba la ventana de mí habitación esa noche de un torrencial aguacero, consiguió que me relajara un poco, pero de pronto cambió a una granizada que me desveló, me sentía muy nerviosa y ansiosa porque no tardaría en amanecer y yo empezaría a dar mis prácticas profesionales en otro lugar, la universidad solicitaba un año de prácticas y en el banco Montreal solo me aceptaron por un periodo de seis meses, ya había concluido mis estudios pero ese requisito era indispensable para obtener mi título como Licenciada en Economía, me cansé de buscar y no pude conseguir otro lugar, porque no me aceptaban, lo platiqué con mi tutora que siempre había sido muy gentil conmigo y  Nicolás, me dijo que esperara unos días que lo comentaría el profesor Ruiz Maldonado que él conocía empresarios y que posiblemente podría ayudarme, y él tan considerado conmigo me tenía en gran estima porque fui su mejor alumna, y además de ser mi profesor me había impartido cursos y diplomados que yo tomaba durante las vacaciones de verano desde el primer semestre, mientras mis compañeros salían de vacaciones, a divertirse, cuando iniciábamos las clases, ellos no paraban de contar de sus experiencias vividas que sonaban interesantes, yo solo dedicada a estudiar y aprender, en mi casa no acostumbrabamos a salir de vacaciones, eso me hacía destacar más en clase, el profesor había llamado a un excompañero del colegio suyo, y me habían aceptado en esa importante empresa de confección de ropa, llamada Ecomoda, mi nerviosismo era porque se trataba de una empresa de modas y yo pensaba que me sobraba cerebro, pero me faltaba pinta, porte, Nicolás y yo no dejábamos de bromear con eso, además no soy nada sociable, pero no por voluntad propia, sino porque no me daban la oportunidad de relacionarme, porque me rechazaban, desde pequeña fue así, y me considero una chica tímida, fuera de mi pequeño circulo soy introvertida, el entorno donde he crecido y me he desenvuelto toda mi vida es muy cerrado y solo consta de mis padres y  Nicolás, él ha sido mi gran amigo, hermano diría yo, y que seamos vecinos ha servido para que él frecuente a diario mi casa, mi papá me prohibió desde niña que yo fuera a la de él, así que él es quien viene a diario, nos ayudamos en todo, nos reímos juntos de nosotros mismos, nos contamos nuestros miedos, nuestras preocupaciones e inquietudes, sabíamos todo el uno del otro, a pesar de que me considero una mujer muy insegura, lo soy menos que Nicolás, quizás porque crecí con la figura paterna y él no, aunque mi padre siempre fue muy estricto y exigente, todo el tiempo estaba pendiente de mí, me daba consejos, me defendía, me cuidaba, Nicolás perdió a su padre cuando era muy pequeño, siempre lo recuerdo obedeciendo a su mamá en todo, muy serio, él es un buen hombre, sin malicia, sin vicios, quizás le hizo falta la seguridad que brinda esa figura paterna tan importante en todo niño, pero estamos decididos a demostrar que somos más que apariencia, ambos somos buenos profesionales, y aunque la tutora nos hizo énfasis que tuviéramos una buena presentación, la mejor que pudiéramos, yo no tengo tanta ropa, Nicolás se vestía con lo que doña Eugenia le compraba, incluso cuando era necesario usaba los trajes de su padre porque no tenía más, y en este momento no contamos con los recursos económicos para cambiar nuestro guardarropa de un día para el otro, mi padre no deja de decir que a duras penas llega a fin de mes, porque aún está pagando préstamos bancarios para cubrir algunos diplomados que tomé, con lo poco que me daban como becaria en el banco, cubrí uno por mi cuenta, nuestra situación económica es complicada tanto para Nicolás como para mí, así que iniciaremos con ropa que tenemos. Esta tarde de domingo cómo tantas otras habíamos tenido una conversación él y yo, quien igual que iniciaría en otro lado, porque le pasó lo mismo que a mí, cuando al resto de los compañeros fueron aceptados el tiempo requerido por la universidad.

-Nicolás entonces mañana empezamos las prácticas en otro lugar, usted al banco colombiano y yo a Ecomoda ¿Quién lo diría no? lo mejor es que solo nos faltan seis meses, usted igual estuvo en esa empresa Eléctrica y tampoco lo quisieron por más tiempo, tenga por seguro que si fuéramos bonitos sin duda ahí seguiríamos, es más hasta nos habrían contratado como empleados, ¡pero no es así! los feos no somos afortunados, aunque seamos eficientes.

MI BECARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora