Capitulo 8

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Inuyasha abrió los ojos y la miró fijamente, no podía creer que Kagome lo había llamado amor

Fue la bebida la que habló ‒ analizó en pensamientos, él la quería mucho como hace tiempo no codiciaba a una mujer, pero la palabra amor, estaba fuera de su vocabulario y no lo estaría nunca más por lo que solo fingió dormir. Cuando la creyó dormida se levantó lentamente liberando sus brazos, la contempló unos segundos y luego la cubrió con una manta. Agarró su teléfono del bolsillo de su Pantalón que se encontraba en el suelo, buscó en la memoria un número y disco.


‒ Hola Avi, necesito un favor tuyo, ‒ musitó, una vez que contestó.


‒ Buenas noches Inuyasha me siento alagada que me llames, pero justo tienes que acordarte de mí a las 3 de la madrugada ‒ protestó la joven ‒ ya sabes que desvelarse saca arrugas y por cierto te he dicho más de una vez que soy la princesa Avi, ‒ musitó con una voz rasposa por el sueño.


Yo solo tengo una princesa ‒ pensó Inuyasha mirando en dirección a su cama, ‒ como quieras princesa Avi ‒ musitó en un tono burlón.


‒ En que puedo ayudarte Inuyasha, ¿traje de gala? ‒ preguntó.


‒ No, esta vez será algo más sencillo, quiero que me selecciones todo un guardarropa femenino ‒ ordenó.


‒ Claro, ‒ aseguró ‒ tengo un vestido de gala exclusivo que puede interesarte ‒ ofreció la joven y él soltó una risita, no imaginaba a Kagome con los trajes de gala que confeccionaba Avi eran muy extraños para la sencillez de la joven.


‒ No, quiero lo más simple pero hermoso que puedas conseguir, Jeans, remeras, zapatos, carteras, arreglos para el cabello, maquillaje, joyas, lo que pienses que pueda serle útil a una mujer hermosa pero sencilla ‒ explicó emocionado por lo la mujer bufó, pues siempre había buscado atraer la atención de ese hombre, pero él la tomaba por extravagante.


‒ ¿Para cuándo lo necesitas? ‒ preguntó.


‒ Pues hoy a las 9 de la mañana ¿podrás? ‒ preguntó.


‒ ¡No!, es muy poco tiempo ‒ exclamó como si fuera el mayor de los pecados - te lo tendré listo a las 11 ‒ aseguró.


‒ Está bien, me lo mandas a mi apartamento por favor, por cierto depositaré ahora mismo el dinero a tu cuenta ‒ aseguró.


‒ Te lo llevaré yo personalmente a las 11, cuídate amor ‒ se despidió con voz "seductora"


‒ Tu también. ‒ musitó antes de cortar la llamada, tomó su computadora portátil y entró en su cuenta haciendo el traslado de fondos, suspiró sonoramente, estaba cansado pero más vivo de lo que nunca estuvo, hacía mucho tiempo que no tenía una noche tan divertida. Se acercó a su cama y se acostó nuevamente en esta, Kagome inmediatamente buscó la protección de los brazos del hombre que sonrió cobijándola.


Los rayos del sol, les dio de lleno en la cara habían olvidado cerrar las cortinas por lo que Inuyasha malhumorado despertó musitando improperios pero quedó callado al verla a su lado, se había asustado por el repentino enojo del hombre, incorporándose en la cama atajando su cabeza con ambas manos, dejando a la vista del joven sus redondos senos, él la miró y sonrió muchas de las mujeres con la que había dormido en su época de Don Juan al despertar se veían "diferentes" sin tanto maquillaje y peinados producidos, pero Kagome en definitiva se veía más hermosa, las puntas de sus cabellos se rizaban, sus ojos se veían más pequeños, y sus gestos de somnolienta le daban un aire tierno.

El amante Perfecto (Inuyasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora