Cap.29

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CAP. 29 FINAL

Esto es un secuestro

-Algunas pruebas fallan. No siempre cuando el resultado te dice negativo quiere decir que sea un cien por ciento negativo... Son falsos positivos -Shio seguía hablando sin parar; mordiendo sus uñas ocasionalmente, y siguiéndome a todos lados mientras yo preparaba mi ropa para mi cita con Kyuhyun.
Él y yo llevábamos, ya con éste, varios días de vernos fuera de la universidad, pero sinceramente estaba más preocupada por mi posible embarazo que por mi vida amorosa.
Habían pasado exactamente cinco días desde que me hice esa prueba, y a pesar de que dio negativo, no dejaba de tener esas náuseas matutinas, mareos, y siempre que llegaba a casa después del trabajo, estaba hecha un desastre del cansancio. Y eso por no mencionar que mi periodo tenía varios días de retraso. Antes no lo había notado ya que el mío venía de forma irregular y poco precisa; pero haciendo un conteo de los días, yo estaba muy, muy retrasada.
Casi no comía bien, ya fuera porque no soportaba el olor de la mayoría de los alimentos (lo que a su vez me provocaba vomitar sin control), o porque lo único que soportaba mi estómago en ese momento eran los duraznos... Aunque también terminaba vomitándolos.
No podía seguir jugando con Kyuhyun, no iba a responsabilizarlo por algo que no era de él. Y tampoco quería darle más alas; no estaba enamorada, difícilmente podría estarlo en un futuro (gracias a que cierto chico de ojos verdes me arruinó para los demás), y tenía que hacérselo saber antes de continuar confundiendo sus sentimientos.
Por eso lo llamé, para que nos viéramos en el restaurante de un hotel.
Era un lugar bastante concurrido, con una piscina y un buen menú que podía fácilmente digerir mi estómago sensible, ya sea porque encubaba una lombriz, o a un pequeño Lee Donghae.
Decidí hacerme nuevamente otra prueba la próxima semana, solo para saber si el resultado cambiaría. Y si continuaba dando negativo, tendría que ir a consulta con un médico porque no habría razón alguna para estar con estos síntomas a menos que de verdad tuviera una lombriz solitaria en mi intestino.
-Luces distraída, ¿qué te ocurre? -preguntó Shio, sentada a orillas de mi cama-. Deja de estresarte pensando en si estás o no embarazada.
Suspiré, exhalando todo el aire de mis pulmones, y luego me senté a su lado.
-Me siento fatal. No he podido dormir bien en estos días, y lo peor de todo es que tengo miedo.
-¿Miedo a qué?
Tragué saliva.
-Miedo a estar embarazada y criar a un hijo yo sola. No creo que pueda hacerlo sin ayuda. Soy tan cobarde...
-Tranquila, ______. Vas a ver cómo cada cosa vuelve a su lugar.
Suspiré nuevamente y me levanté, no queriendo echarme a llorar y sentir lástima por lo patética que se había vuelto mi vida.
-¿Entonces? ¿Qué dice mejor: lo siento pero no podemos seguir saliendo porque creo que estoy embarazada de un tipo que hace aproximadamente dos meses no veo?
Extendí un corto vestido color crema, y en la otra mano extendí uno de color verde menta.
Shio me señaló el crema, y decidí probarme primero ese.
-Oye, ______ -dijo ella tímidamente mientras yo ponía algo de orden en mi habitación- ¿Puedo hacerte una pregunta?
-Claro.
-¿Tú... Tú piensas salir con Giulio?
Alcé ambas cejas y me detuve a verla por un momento. Giulio y yo nos manteníamos en contacto, pero únicamente por correos o alguna ocasional llamada.
Él me enviaba fotografías de paisajes y edificios que le gustaban lo suficiente como para llamar su atención, y yo, a cambio, le prometí contarle la razón por la que él me había conocido cuando estaba muy golpeada.
-Giulio es sólo mi amigo, ¿por qué? ¿Te interesa él?
Las mejillas de Shio se pusieron rojas y apartó la mirada.
-Algo así...
-Si quieres, puedo pasarte su correo para que le escribas.
Ella sonrió ampliamente.
-Eso sería perfecto. Laura me puso a platicar con él por teléfono, para preguntarle sobre los materiales a usar en la remodelación de la librería, pero como que... ambos congeniamos. Y no puedo negar lo atractivo que es...
-No te preocupes, le vas a fascinar.
-Eso deseo.
Al mediodía esperé a Kyuhyun en el lobby del hotel. El restaurante quedaba en el primer nivel, casi después de la recepción y a la par del bar.
Yo llevaba un pequeño bolso colgando del hombro, en donde guardé lo más básico en caso de no aguantar las ganas de vomitar en público: una bolsa de papel.
Me encontraba viendo fijamente un cuadro que era una imitación de un Picasso cuando, la puerta de vidrio que daba al restaurante, se abrió e inundó gran parte del lobby con un fuerte olor a camarón y otros mariscos.
Mi estómago se revolvió y tuve que llevar una mano a mi boca para evitar vomitar.
Corrí en dirección a los baños, y no me importó la mirada hostil que me lanzó una mujer cuando accidentalmente la golpeé con la puerta.
Alcancé a meterme en el primer cubículo y vomité a tiempo sobre el inodoro.
Apoyé mi cuerpo en una de las paredes y eché mi cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos y deseaba que las náuseas pasaran. Pero se hacían peores con solamente recordar el olor de los camarones.
Llevé mis manos a mi vientre mientras me doblaba y vomitaba de nuevo.
Cuando sentí estable mis piernas, salí del cubículo y caminé hacia los lavabos, echándome agua en la cara.
Estaba pálida, cubierta de una fina capa de sudor y con el maquillaje regado.
El delineador negro que apliqué para resaltar mis ojos grises ya se estaba descolorando.
Cuidadosamente saqué el lápiz delineador que cargaba en el bolso y volví a aplicármelo, así como brillo de labios.
No sabía a quién quería engañar pero, no había duda de que mi vida ya nunca sería la misma. Estaba embarazada.
Mierda.
Hasta yo podía sentirlo.
-¿Cuántos meses tienes? -escuché que preguntó una mujer que retocaba su peinado en el lavabo junto al mío.
Hice una mueca y me enderecé para que no notara lo cansada que me sentía.
-No lo sé -respondí finalmente-. Tal vez uno o dos meses.
Ella me dio una mirada compasiva antes de echarse laca para el cabello.
-Cuando tuve a mi primer hijo, también vomitaba al oler mariscos. Te recomiendo un restaurante vegano a dos calles de aquí, es totalmente libre de olores y te agradará la comida.
Sonreí sin sentirlo y me quedé apoyada contra el mueble de baño en donde se encontraban las toallas de papel para secarse las manos.
-Gracias -dije a punto de ponerme a llorar. Últimamente me había convertido en una llorona.
La mujer me dio una mirada de reojo y continuó viéndose en el espejo.
-¿Qué edad tienes?
-Diecinueve -cumplidos hace poco.
Mis mejillas se volvieron rosa.
De seguro habría madres más jóvenes que yo pero en ese momento me sentía una en un millón.
-¿Y el padre sabe que estás embarazada?
Bajé la vista y me negué a verla a los ojos.
-El padre está ausente desde hace mucho tiempo. No cuento con él.
-Mmm, entiendo. Yo tenía la misma edad cuando también me embaracé. No te preocupes, aunque ahora creas que el mundo se viene abajo, lo vas a superar. Es un poco más difícil para nosotras las madres jóvenes, pero eso nos hace más fuertes que
las que continúan con su vida normal. Cada quien tiene su propia prueba que superar, tal vez esta sea la tuya. Y oye, yo jamás me he arrepentido de tener a mi hijo. Fue lo mejor que me pasó.
Con eso ella se fue del baño, dándome un guiño antes de salir por la puerta.
Me mordí el labio y bajé la vista hasta mi vientre.
Tenía que comprar una prueba de embarazo, sin importar que todavía no hubiera pasado la semana completa que estimé para esperar. Quería salir de la duda lo más pronto posible.
¿Estaba Noah ahí o no?
Aggg, no tenía por qué llamarlo Noah. Eso me recordaría muy dolorosamente a Donghae.
Salí del baño con una sola idea en la cabeza: hacerme otra prueba y rápido.
Había una farmacia a unas pocas cuadras del hotel, podría ir y venir en tan sólo unos minutos.
Le envié un mensaje a Kyuhyun diciéndole que me retrasaría y que se adelantara a entrar sin mí. No quería que supiera que llegué antes.
Salí del hotel sin ningún contratiempo, y me dirigí a la farmacia en donde me avergoncé ante la mirada de lástima que me dio el empleado cuando vio las dos pruebas de embarazo que coloqué nerviosamente en el mostrador.
Una la haría hoy, y la otra la usaría mañana temprano. O tal vez me haría ambas al mismo tiempo para estar más segura.
Me dirigí nuevamente al hotel, y aguanté la respiración mientras cruzaba el restaurante en busca de Kyuhyun. Primero quería resolver las cosas entre él y yo, y después me dedicaría a la tortura de comprobar mi embarazo... o mi lombriz gigante.
El restaurante apestaba todavía a mariscos, y tomó todo mi esfuerzo sentarme en una silla y fingir que no me afectaba ese olor. Cuando elegí este lugar pensé que toleraría la comida, pero ahora miraba que estaba muy equivocada.
-Hola ______ -saludó Kyuhyun, dándome un beso en la mejilla y viéndome de pies a cabeza antes que yo tomara asiento frente a él.
-Kyuhyun.
Vagamente esto me recordaba a la vez en la que también hablé con Min Woo para decirle que ya no podía seguir perdiendo su tiempo conmigo. Fue allí en donde me comentó que se había estado acostando con mi prima. Y también fue cuando Donghae sacó a colación lo de Noah.
Ahora las cosas parecían ser similares, sólo que sin Donghae armando un escándalo a nuestro alrededor, sin Min Woo, y con un posible Noah en camino.
-¿Cómo te fue en el examen de ayer? -preguntó Kyuhyun para aligerar la tensión que podía percibir de mí.
-Espero que bien. Algunas cosas me faltaron, pero por lo demás acerté en varias respuestas -sonreí cuando la camarera se acercó a nosotros y le ordenamos las bebidas. Dejó un menú para cada uno en la mesa.
-Oye, este fin de semana iré con mi familia al lago, ¿me preguntaba si querías venir con...?
-Lo siento, no puedo -probablemente me marearía en el viaje, y lo más seguro era que vomitaría lo que sea que me dieran de comer.
-Oh -él parecía ofendido y decepcionado por un momento, pero luego comenzó a contarme lo que hizo durante la semana.
En algún punto, durante el almuerzo, me desconecté de la historia que Kyuhyun me estaba contando, algo acerca del experimento que hizo en una de sus clases.
Mi mente estaba en otro lado, en las dos pruebas de embarazo que cargaba en el bolso.
Sentía que me llamaban y que quemaban mi carne por sobre el material de mi cartera.
Comí una ensalada en modo automático, y asentí en las partes que parecía correcto asentir en la plática de Kyuhyun.
De repente volví a la vida cuando lo sentí tomarme de la mano.
-¿________? Te noto muy distraída, ¿todo bien?
Alcé la vista y me mordí el labio. Dejé de ensartar el tenedor en el tomate de mi ensalada.
-Todo bien -sonreí sin querer.
Él comenzó a acariciar mi mano, y acercó su asiento junto al mío.
Su cara también se aproximaba cada vez más a la mía, y de repente me puse nerviosa. No nos habíamos vuelto a besar desde aquella vez cuando me contó lo que pasó con Min Woo.
-Sé que algo te molesta -dijo tomándome de la barbilla e inclinándose lentamente hacia mi boca.
-Es que... Kyuhyun, no creo que debamos... -Se estaba poniendo peligrosamente cerca, empecé a retroceder sin que lo notara, pero fui arrancada de su lado, casi al instante, por una mano que sujetaba con fuerza mi hombro.
-¿Intentas besar a mi mujer? -dijo alguien a mis espaldas. Me congelé en mi asiento. De repente todas mis terminaciones nerviosas volvieron a la vida al oír esa voz.
Kyuhyun se quedó con los ojos bien abiertos cuando vio al extraño parado detrás de mí, o más bien cuando lo vio empujar mi silla lejos de la suya.
-¿Disculpa? -preguntó él.
Lucía perplejo. Y yo me sentía de todos los tonos de rojo habidos en el mundo.
-Disculpado. Ahora, ¿me dejas solo con mi chica? Llevo mucho tiempo sin verla.
Y por primera vez desde hace varias semanas, vi el rostro de Donghae frente al mío. Sólo que no tuve la oportunidad de apreciar los cambios en su ligera barba, porque él se inclinó hacia mí, y sin poder rechazarlo, me besó profundamente.
No pude cerrar los ojos y al parecer él tampoco ya que me encontré viendo el tono esmeralda en su mirada.
Metió su lengua dentro de mi boca, pero antes de dejarlo continuar, golpeé su hombro y traté de apartarlo de mis labios.
Él se alejó, dándome una sonrisa desarmadora y digna de un cretino.
Rápidamente froté la palma de mi mano contra mi boca, queriendo arrancar el beso que acababa de darme.
Le lancé la mirada más venenosa que podía, y me levanté de mi asiento inmediatamente.
-_______, ¿lo conoces? -me preguntó Kyuhyun.
Despegué mis ojos de los de Donghae y me concentré en verlo a él.
-No tengo idea de quién es -dije con total naturalidad.
Me sentía furiosa. Quería agarrar el primer cuchillo de la mesa y enterrárselo, justo en el cuello.
Lo miré nuevamente, dejando que toda la ira que sentía en el cuerpo se concentrara en una sola mirada.
Él pareció no inmutarse por completo.
-Nena -dijo lentamente. Esa palabra hizo hervir mi sangre-. No es bueno para la salud de nuestro bebé que te enfades mucho.
Palidecí en cuestión de segundos, envejecí diez años en tan solo ese momento.
¿Donghae sabía que estaba embarazada o solo estaba bromeando?
¡Ni siquiera tenía idea de que él estuviera en el mismo restaurante que yo!
No pude soportarlo más, y salí corriendo, apretando mis manos en puños y rechinando los dientes para evitar golpearlo frente al resto de la gente que trataba de comer.
Lógicamente él me siguió, y Kyuhyun.
Salí por el lobby, y justo cuando estaba por dejar el hotel, Donghae me tomó del hombro y me giró bruscamente.
Un leve mareo instantáneo hizo que me tambaleara y tuviera que apoyarme en él. Aprovechó para tomarme de los antebrazos y sacudirme en el intento de acercarme a su cuerpo.
Sólo diré una cosa: en caso de que vomitara, nunca me arrepentiría de hacerlo sobre él. Se lo merecía.
-Suéltame -gruñí aún con los dientes apretados.
-______, déjame explicarte las cosas. Nena...
-ERES UN IMBÉCIL -grité, empujándolo y haciendo que retrocediera.
Comencé a golpearlo repetidamente en el pecho.
Kyuhyun apareció detrás de mí, agarrándome de la cintura y alejándome de Donghae.
-¡Suéltala! -gritó inmediatamente él-. A mi mujer solo la toco yo. No me importa quién seas, pero ya estuvieras perdiéndote de mi vista antes de que acabes sin pelotas.
-¿Pelotas? -grité igual de fuerte que él-. Pelotas son las que te faltan a ti por aparecer de nuevo de esta manera.
-Nena, cálmate. Ven conmigo para que te explique las cosas...
-¿Que no entiendes que ella no quiere hablar contigo? -dijo Kyuhyun por mí. Él me llevó detrás de su espalda y se puso intimidante para Donghae.
-Lo único que entiendo es que estás sobrando. Lárgate -respondió él igual de seguro.
Yo no quería ser parte de una pelea en caso de que se fuera a dar, así que me movilicé nuevamente hacia la salida.
Aunque claro, no logré moverme ni un paso porque Donghae estaba ya agarrándome por la espalda.
Esta vez, él me tomó en brazos y me colocó sobre su hombro derecho; antes de poder siquiera protestar, me llevó hacia el elevador más cercano.
-No, no, no, no. Bájame inmediatamente -las chicas ubicadas en la recepción nos dieron miradas soñadoras, como si fuera un cuento de amor el que se desarrollara frente a sus ojos.
Kyuhyun se fue corriendo detrás de nosotros, pero el ascensor cerró las puertas justo antes de que él pudiera entrar.
Comencé a golpear la espalda de Donghae.
Luego él me bajó, así que le di un par de cachetadas antes de que me tomara ambas manos y me inmovilizara contra la pared del elevador.
Vi que presionó un número, y luego se sacó una tarjeta del bolsillo del pantalón.
Pasó la tarjeta por un escáner, y luego comenzamos a subir hacia lo que parecía el piso nueve.
-¿Qué haces? -pregunté alarmada.
Él todavía me tenía sujetadas las manos.
-Quiero hablar contigo, y ésta es la única manera de hacerlo.
-Te odio -le grité fuertemente.
Él hizo una mueca.
-Ya tendremos tiempo para hablar de eso.
-Estás loco. ¿Qué piensas hacer?
-Nena, considera esto como un secuestro.
Entonces las puertas del elevador se abrieron y él me cargó de nuevo en su hombro, e ignoró todos los insultos con los que lo llamaba.
Camino a través de las habitaciones y se detuvo frente a una en específico. Entramos y, cuando finalmente me bajó al suelo y cerró la puerta, me mareé momentáneamente.
Él me sostuvo de la cintura para evitar que diera un traspié.
-_______... -se lamió los labios.
-No digas una sola palabra más -lo amenacé-. Eres la última persona con la que quiero hablar. Ahora suéltame y déjame regresar a mi cita con el maravilloso chico que de seguro me espera abajo.
De acuerdo, le mentí un poco. Pero no iba a decirle que mi "cita" con Kyuhyun era para terminar cualquier posible cosa que se estuviera formando.
-¿Ni siquiera vas a escuchar lo que tengo que decir?
No me molesté en verlo a los ojos, sabía que estaba perdida si lo hacía.
En su lugar, clavé la vista en su pecho y luego en su brazo cuando se movió.
Noté que un nuevo tatuaje le bajaba por el hombro y se extendía hasta su muñeca.
No quería mostrarme curiosa pero al final, la curiosidad ganó.
-¿Cuándo te los hiciste? -pregunté.
Él dirigió sus ojos hacia donde yo miraba fijamente.
-Hace un par de semanas.
Después de unos segundos más, despegué la mirada y noté lo cerca que estábamos. Me solté de su agarre y retrocedí en la habitación, observándolo todo a mí alrededor.
-¿Te estás quedando aquí? ¿Cómo sabías que iba estar en este hotel?
Él sonrió, divertido con mis preguntas.
-Tu amiga, la de pelo rosa, me dijo que te ibas a encontrar aquí.
Fruncí el ceño.
Claro que tenía que ser Mindy.
-¿Cómo la encontraste?
-Te fui a buscar al trabajo. Nena, ni tu papá ni tu mamá me quisieron decir dónde vivías ahora, así que supuse que todavía estabas en la librería. Ahí la encontré.
-¿Con qué la sobornaste para que hablara?
Su sonrisa se amplió todavía más.
-Con un pájaro. Específicamente una cacatúa. Tu amiga es muy rara.
Suspiré largamente. Mindy y su amor por los animales.
-Eres un imbécil -le dije de nuevo. Tenía ganas de patearlo en sus partes privadas.
-Lo sé -se limitó a decir.
Mis ojos viajaron de nuevo a su brazo tatuado y noté que una figura resaltaba más que cualquier otra cosa.
-¿Ese...? -tragué saliva- ¿Ese es Bambi? ¿Te tatuaste a Bambi?
Él se mordió el labio y asintió.
-Más específicamente esa mirada desubicada que me recuerda a alguien.
-Pues es raro que decidas recordarme ahora cuando hace un tiempo atrás yo era como la peste y querías ignorarme.
-Yo sé que actué como un tonto, pero nena...
-No -lo corté. Me movilicé hacia la puerta-. Me cansé de ti y de todos tus desplantes, de que me trates como te dé la gana. No quiero tus explicaciones. Sólo quiero irme a mi casa y continuar mi vida como lo estuve haciendo sin ti.
-_______...
-Me voy, y ojalá encuentres a alguien que aguante tantas subidas y bajadas contigo. Y por favor, deja de buscarme.
Le quité el seguro a la puerta y, cuando intenté abrirla, nada pasó. Seguía igual de cerrada que antes. Sacudí un poco la manija pero no cedió.
Golpeé la puerta, y me giré hacia Donghae.
Estaba sentado a orillas de cama, con los codos en sus muslos, viéndome con diversión y algo de picardía.
-Abre la puerta -lo urgí.
-Nop. Lo siento nena, pero te lo dije. Si no estás dispuesta a escucharme tengo que ver la manera en la que me prestes atención. Ahora, puedes considerarte secuestrada, o voluntariamente detenida aquí conmigo, tú elig... ¡Mierda!
Donghae se quejó cuando le lancé el agua de un florero que se ubicaba en una de las mesas junto a la puerta. Después lancé el florero, pero cayó lejos de él.
Rápidamente busqué otra cosa más para lanzarle, pero él saltó de la cama y corrió a mi lado antes de que le arrojara una bandeja de plata en la que había varios chocolates miniatura.
-¿Cómo abro la puerta? -gruñí enojada.
-Se abre únicamente por fuera. Así lo pedí. Di la orden de abrirla solamente cuando yo lo pidiera, y si sigues con esa actitud, vamos a estar aquí por un largo tiempo, probablemente varios días.
-Eres un pedazo de...
-Digas lo que digas, te quedas conmigo hasta que me dejes entrar de nuevo a tu corazón. Sé que no va a ser fácil, pero planeo ganarme de nuevo ese derecho.
-Para dejarte entrar a mi corazón tendrías que poner uno nuevo. ¿No te has puesto a pensar que tal vez tú y yo no estamos destinados a estar juntos?
-Ni por un segundo, nena. Ni por un miserable segundo me ha pasado eso por la cabeza. Vine con un propósito ______, y ese es el de recuperarte. Acéptalo. Si quieres que me ponga de rodillas y me arrastre de aquí a tu casa, entonces lo haré. Nómbralo y lo hago; pero por lo que más quieras, no me digas que tú y yo no estamos destinados a estar juntos. Y si no lo estamos... que se joda el destino porque haré lo que quiera, siempre y cuando sea contigo.
¿Por qué tenía que decir cosas como esas? Cosas que me hacían borrar de la cabeza todo el dolor por el que había pasado durante este tiempo. Pero que ni crea que iba a perdonarlo tan fácilmente. No podía venir cuando se le diera la gana y "recuperarme" de vuelta con un chasquido de dedos.
No iba a ser la tonta que se derretía por él nunca más.
Esa _______ se extinguió.
-Ya no quiero caer ante tus palabras aparentemente bonitas -dije en una exhalación.
Comencé a impacientarme y, para evitar llorar frente a él, me moví hacia la ventana de la habitación.
-Sé que la manera en la que te aparté no fue la mejor -comenzó a decir- pero...
-¿No fue la mejor? ¡Me trataste como si me odiaras! ¡Le pasaste mi foto a todo el personal de tu edificio, donde resulta que también te mudaste sin siquiera decir nada! ¿Tan insoportable soy?
Él se pasó las manos por su cabello, mojado gracias al agua que le lancé del florero.
-No sabía qué hacer, me sentía confundido. Nunca le conté a nadie sobre... Emilia. Eres la primera en saberlo; pensé que al enterarte de lo sucedido, me ibas a odiar o peor, dejarías de amarme.
-Eres tan tonto -me quejé-. Yo jamás pensaría una cosa como esa. Pero la cuestión está en que creíste que yo no te amaba lo suficiente como para quedarme y tratar de encontrar una solución juntos. Hiciste lo opuesto que un chico normal haría en una situación como esa: me echaste fuera de tu departamento, de tu edificio, de tu corazón y de tu vida. En vez de hablarlo, decidiste por los dos y te largaste sin importar mis sentimientos.
Mi labio inferior comenzó a temblar y cada vez se hacía más difícil hablar a través de ese nudo intenso que se formaba en mi garganta. Miré a otro lado, evitando que Donghae viera las lágrimas que retenían mis ojos.
Me crucé de brazos y me paseé cerca de la cama.
-No tienes idea de lo arrepentido que estoy -dijo él con voz ronca. Yo continuaba dándole la espalda-. Tiendo a ser el favorito de los desastres, y no quería que estuvieras involucrado con alguien como yo. Siempre sale algo mal conmigo.
-No Donghae, las cosas no salen mal: tú las arruinas antes de que tomen forma. Decides echarlas a perder por miedo a que en realidad funcionen. Y a veces, muy tardíamente, te das cuenta que no todo está perdido y en el caos. Pero te lo digo ahora: a mí ya me perdiste, así que abre la maldita puerta y déjame salir de tu vida tal y como querías que hiciera hace semanas atrás.
Él se miraba descompuesto. Tragó saliva y desvió los ojos hacia la pared contraria.
-Lo siento _______ pero es imposible marcharte ahora. No cuando estás más metida dentro de mi piel que todos mis tatuajes juntos. No cuando se me acelera el pulso con sólo la mención de tu nombre -despegó los ojos de la pared para verme a mí directamente, terminando de hablar- y no cuando te amo tanto que duele con cada respiración. Tienes toda la razón, yo arruino las cosas antes de que tengan la oportunidad de formarse, pero entiende que es así como fui instruido a vivir desde niño. Sólo a mí me pasaban las tragedias, una tras otra. Nunca me perdonaría si te hacía daño. Aunque veo que el daño ya está hecho.
Apreté la mandíbula y los puños.
Tomé el dobladillo de mi vestido y presioné la tela con fuerza. Exhalé y volví a inhalar.
-Deberías dedicarte a escribir poesía, tu labia no tiene límite -dije de manera despectiva.
Tomándome por sorpresa, Donghae estaba caminando hacia mí, llegó en dos zancadas.
Por experiencia propia sabía que pegarme contra la pared a modo de protección era inútil, pero mis instintos actuaron solos, y ahora me encontraba con la espalda pegada justo donde no quería.
Él puso ambas manos en los laterales de mi cabeza, apoyándolas en la pared. Su cuerpo rozaba el mío de forma descarada. Sus labios estaban a centímetros de mi boca.
-¿Has estado bien? -susurró-. ¿Algún otro ataque de pánico, tal vez provocado por lo imbécil que me porté?
Sus ojos me tenían hipnotizada.
Negué con la cabeza, se me hacía difícil hablar.
-Bien. Te dije que me encargaría del idiota lame pollas, no tienes que preocuparte nunca más por él... o el otro retardado que lo acompañó ese día; también se fue en el mismo combo.
-¿Entonces es verdad que les tatuaste la frente y los dejaste en un bar como esclavos sexuales?
Donghae se rió con fuerza, haciendo vibrar su pecho.
-Veo que los rumores corren rápido, eso es bueno. Sí, tienen un recuerdo permanente de parte de mi tatuador personal. Y en cuanto a lo otro, no te preocupes, le pedí el favor a unos amigos de asustarlos hasta que se hicieran en los pantalones. Creo que pensaron que iban a ser violados.
-No tenías por qué haberlo hecho. Te hubieras ahorrado las molestias.
-¿Bromeas? Nadie se mete contigo y sale ileso para contarlo. Eso es peor que meterse conmigo.
Sus ojos bajaron hacia mi boca, después a mi clavícula y seguidamente a mis pechos. Tragó y luego volvió a mirarme a los ojos.
-¿Quién era ese tipo con el que almorzabas? -demandó-. ¿Has dormido con alguien más que no sea yo?
Abrí la boca y con la misma velocidad la cerré. ¿Quién se creía que era? ¿Mi dueño?
Traté de empujarlo con mis brazos, pero él aplastó una de sus manos contra mi rodilla, justo por donde terminaba mi vestido.
Su mano subió hasta llegar a mi muslo, y de ahí me apretó con fuerza el trasero.
-No tiene por qué importarte con quién duerma o no -lo desafié con la mirada a ver si trataba de decir otra cosa, pero se calló y se limitó a seguir tocando mi trasero.
Pronto su otra mano se metió bajo mi vestido también, empujando mis bragas y haciéndolas a un lado mientras sus dedos acariciaban mi piel.
Aparté una de sus manos y como pude volví a colocar mi ropa interior en una cómoda posición.
-No me... -iba a decirle que dejara de tocarme, pero me quedé sin palabras cuando, de nuevo, sus manos estaban en mi trasero, esta vez empujándome hacia arriba, dejándome en puntillas y a la misma altura que sus caderas.
-Necesito que me digas -dijo con los dientes apretados. Lentamente comenzó a acariciarme, a golpear tentativamente sus caderas contra las mías.
Oh, santo papa...
-Dime _______ -su mano me sostenía y me empujaba contra la parte dura de su cuerpo, elevando mis pies un poco más del suelo-, ¿has estado íntimamente con otro además de mí?
Yo no podía hablar, abría la boca pero era únicamente con fines de exhalar aire.
Me sujeté a sus hombros cuando, en uno de los movimientos, me empujo más arriba, hasta que mi entrepierna se estaba rozando con su pantalón.
Jadeé y cerré los ojos, echando mi cabeza hacia atrás.
Saaaanto... grial.
De repente él se detuvo y sus manos viajaron a mis rodillas, separando mis piernas y colocándolas a ambos lados de sus caderas, mi espalda descansando contra la pared.
-________, responde lo que te pregunté.
Dejó de moverse pero ahora podía sentir el peso de su mirada sobre mí.
Abrí los ojos, obligándome a no desviar la vista hacia ningún otro lado que no fuera él.
-¿Te has acostado con alguien más aparte de mí? -volvió a preguntar. Su tono era mesurado y contenido.
-¿Y tú? ¿Te has follado a otra que no sea yo? -dije, molesta.
-No -respondió casi al instante en el que la pregunta salió disparada de mi boca-. Ni una sola vez desde que comencé a salir contigo.
-Entonces no desconfíes de mí de esa forma. Además, tú me apartaste de tu vida, ¿por qué ahora te interesa lo que haga?
-Ya te expliqué mis razones. Dejarte fue el peor error que pude haber cometido. Lo siento mucho nena, sé que tiendo a huir como cobarde todo el tiempo pero estoy pidiendo una última oportunidad. Solo una más, y si lo jodo todo, déjame, bótame como el infeliz pedazo de basura que soy. Por favor ________.
Acercó su boca para robarme otro beso, pero se lo impedí.
No dejaría que me volviera a besar de nuevo.
-Eso dices ahora, pero espera a que las cosas se tambaleen un poco, y vas a desaparecer. Siempre lo has hecho Donghae. ¿Qué te hará cambiar ahora? Definitivamente no yo.
Bajé mis piernas de sus caderas y me escabullí de su cuerpo con dificultad ya que él no quería dejarme. Me senté a orillas de la cama y pasé mis manos por mi rostro.
Él rápidamente me alcanzó y se arrodilló frente a mí para verme a los ojos.
-Tenía miedo -admitió-. No quiero que en ningún momento te pase lo que a ella le pasó. No quiero que salgas lastimada ni siquiera por mí.
-Pero Donghae, ¿no te has dado cuenta todavía? Tú ya me lastimaste. ¿Sabes lo difícil que fue para mí? Te lloré durante semanas. Hasta hace poco logré dejar de sentir el vacío aterrador que sentí cuando me dejaste. Ya no confío en ti.
Se quedó en silencio por un rato mientras que yo concentraba la vista en la tela de mi vestido y no en sus tatuajes. A él de verdad le quedaban bien.
-Lo siento ______. Fui un imbécil, no tengo excusa para lo que hice. Por favor perdóname. Déjame intentarlo una vez más. Te amo... Nena estoy asustado hasta la mierda de que un día decidas que yo no soy suficiente para ti. Fui egoísta al pensar que estarías bien sin mí. Pero soy aún más egoísta porque no quiero verte con alguien más que no sea yo...
-Ya me has dicho eso antes -lo interrumpí-, y mira cómo salieron las cosas.
Inevitablemente una lágrima salió disparada de mi ojo. La quité con rapidez.
-Nena...
-No. No, Donghae. Yo quiero estar con alguien que no sólo me diga palabras bonitas cuando necesito escucharlas. Quiero compromiso, alguien que se comprometa de verdad. Kyuhyun es un buen chico, sé que él nunca me haría nada de lo que tú me haces...
-No te atrevas a decir su nombre una vez más -esta vez me interrumpió él-. Lo mismo pensaste del lame pollas y no quiero recordarte en qué terminó todo.
-Min Woo fue diferente; Kyuhyun no haría nada como eso.
-_______, te amo, te amo, te amo. Jamás se lo he dicho a otra persona que no fuera mi sobrina. Fui el mayor idiota al abandonarte, pero dime, ¿qué harías si lo que me pasó a mí te pasara a ti? ¿No te sentirías al menos sucia? ¿No querrías alejarte de
todos sólo para no hacerles daño? Porque inevitablemente lo llevo en la sangre. _______... mi hermano murió hace dos semanas y lo único que pude pensar fue que al fin podría dormir por las noches sin tener temor a que se escapara o cometiera otra locura enfermiza. Por favor...
¿Su hermano había muerto y no me dijo nada?
-Donghae tú no me amas. Estás engañado creyendo en algo que no es verdad. No sé nada de ti. Estuviste meses sin decirme una sola cosa de lo ocurrido con Emilia; costó una eternidad saber acerca de Nicole... ¡Ni siquiera sé cómo se llama tu madre! Esto, lo que tenemos tú y yo, no es amor. Es otra cosa... ¿atracción tal vez?
-¿Esto es atracción? ¿Simplemente atracción? -sonaba furioso. Pronto se abalanzó sobre mí, tomándome de las manos y recostándome en la cama. Sujetó mis muñecas por encima de mi cabeza y su boca se presionó contra la mía-. Nena yo te amo más que a nada en esta vida, y nadie, ni siquiera tú, va a poner a prueba eso.
Quitó una de sus manos para recorrer el costado de mi cuerpo, bajando hasta mi muslo y subiendo lentamente mi vestido. Sus labios regresaron a los míos, sedientos, ambiciosos... Su lengua se deslizó dentro de mi boca, lo hacía con desesperación, como si fuera su única meta en la vida.
-El nombre de mi madre era Nina -dijo después de un rato, despegándose de mi boca. La mano que tenía bajo mi vestido hacía círculos con la piel de mis muslos-. Era decoradora de interiores y su pasatiempo favorito era comprarme corbatas que combinaran con mis ojos.
-Donghae...
-Shhh -puso un dedo sobre mis labios, luego lo trazó así como lo estuvo haciendo con mi muslo-. Déjame terminar. De todas formas no vas a ir a ningún lado, recuerda que estás secuestrada aquí conmigo.
Quitó su dedo e inmediatamente me relamí los labios. Su mano regresó a mi muslo, subiendo hasta quedar en mi cadera, dejando a la vista las braguitas negras que usaba.
Él las tocó, jalándolas brevemente, dejando que el elástico me diera pequeños golpecitos. Si él movía sus dedos un poco más, llegaría justo en medio de mis piernas.
-Bueno, te decía que ella era decoradora. Tenía diferentes muebles para cada mes del año. Mis favoritos eran los de abril, los cambiaba cerca de la fecha de mi cumpleaños y combinaba los colores que más me gustaban. Ella era una buena madre, me gusta creer que no sabía nada acerca del dinero que ganaba ilegalmente mi padre. Él era ingeniero en mecánica, su nombre fue William. Estudié mecatrónica en la universidad para seguir sus pasos. Él trabajaba en remodelaciones técnicas en un club nocturno, preparando un escenario robótico con las luces y el servicio del lugar... hasta después de su muerte supe que distribuía drogas y que la fortuna Lee la ganó de forma ilícita.
Respiró hondo mientras continuaba dándome toquecitos con el elástico. Mordí el interior de mi mejilla cuando sus dedos inconscientemente se pusieron más cerca de aquel vulnerable lugar entre mis piernas.
-Mi hermano lo supo todo el tiempo -continuó diciendo-. Él era parte de eso, pero ante los ojos de cualquiera era un santo. Se casó porque embarazó a la madre
de Nicole, Clarissa, y años después empezó a alucinar con ciertas cosas que creía que pasaban. Pienso que consumía drogas también. Él ya no era el mismo chico alegre que pretendía ser para los demás; él tenía la idea de que quería envenenarlo por lo ocurrido con Emilia. Empezó a imaginar que su esposa y yo teníamos una aventura y que Nicole no era hija suya sino mía... Peleamos y literalmente me clavó a un árbol. Uso clavos para engrapar la piel de mi espalda contra la madera. En todo ese tiempo me gritaba que yo era como ese árbol al que me estaba atando: solitario, sin vida, echado a perder.
Me quedé boquiabierta. ¡Así era exactamente el árbol que él tenía tatuado en su espalda! No quería seguir escuchando, me sentía enferma de sólo imaginarme a Donghae sufriendo tanto dolor.
-Él aprovechó cuando quedé inconsciente para prenderle fuego a la casa, en donde estaban Nicole y Clarissa. Ya sabes el resto de la historia -su dedo se paseó por el borde de mis bragas, tocando mi muslo interno. Todavía tenía sujetas mis manos por encima de mi cabeza, estaba inmovilizada bajo su peso.
-Lo siento -dije con la voz rota-. De haber podido, hubiera estado junto a ti en ese momento difícil. ¿Por qué ni siquiera te contactaste conmigo para decirme lo de la muerte de tu hermano? Olvídalo, ya sé que yo no formo parte de tu vida.
-Te equivocas, hermosa. No formas parte de mi pasado pero quiero tenerte para siempre en mi futuro. Hasta que la muerte, o tu papá, nos separe.
Me estremecí.
-Cuéntame -dijo en un tono menos serio-, ¿por qué estás usando esta clase de ropa interior? ¿Pensabas acostarte con ese cara-de-celador-de-cementerios?
Arqueé una ceja.
-Y ya estás poniéndole apodo. Su nombre es Kyuhyun, KYUHYUN.
-¿Celador de cementerios? ¿Entonces? -su mandíbula se apretó con fuerza, esperando mi respuesta.
Puse los ojos en blanco y negué con la cabeza.
-No, no me iba a acostar con él. ¿Que acaso no puedo usar la ropa que me dé la gana?
-Por supuesto, pero recuerda lo que dicen de las chicas que usan ropa interior negra...
Con su única mano en mi muslo, comenzó a deslizar las bragas de mis piernas.
-¿Qué... qué estás haciendo? -temblé bajo su toque.
Movió mi trasero para que pudieran bajar sin ningún problema, y luego las lanzó al suelo.
Me ruboricé cuando me quedó viendo ahí por mucho tiempo.
-Sigo enojada contigo -le recordé. Mi voz sonaba menos valiente que antes.
-Lo sé. Pienso hacerte cambiar de opinión.
Su mano se movió con libertad entre mis piernas, tocando donde sólo él había explorado.
Comenzó lento, luego aumentó de velocidad, su palma creando una deliciosa fricción. Pronto sentí sus dedos abriéndose paso en mi interior, y aunque no quería hacerlo, jadeé.
Eché la cabeza hacia atrás mientras mis caderas se movían a su antojo emparejando el ritmo con su mano.
-Soy el idiota más grande de este siglo -dijo él con la voz entrecortada. Su aliento en mi mejilla-. No debí dejarte sola. Me arrepiento de eso cada día de mi vida... Pero quería hacer las cosas bien.
Cerré los ojos, apretándolos con fuerza.
Santa... macarena.
-Por favor di algo -susurró en mi oído-. Di que me perdonas.
-¿Y estás... ? -tragué saliva- ¿utilizando esto para que te perdone?
Dije cada palabra entrecortada, como si la pronunciara por sílabas.
-Esto es para que recordaras lo bien que estamos los dos juntos.
No. Esto era sólo un acto físico, me mentalicé. Sólo un acto...
Santa Venus... Su mano tocó un punto sensible de mi ser.
Me repetí silenciosamente que esto no era amor, sólo una necesidad recién desarrollada. No quería salir con el corazón roto otra vez.
Un calor trepó por mi vientre, la tensión presionando mis muslos. Me mordí el labio inferior para evitar gritar cosas incoherentes o nombrar a todos los planetas, cuando, Donghae se detuvo.
Iba a golpearlo seriamente si no continuaba en este punto. Abrí los ojos y me fijé que estaba buscando algo de su pantalón.
Sacó un sobre de aluminio, enseñándome un condón.
No.puede.ser. ¿Ahora si recordaba ponérselo?
Rodé los ojos.
En su urgencia, ni siquiera se había quitado la ropa.
Únicamente dejó libre lo necesario.
Mi vestido seguía levantado hasta la cintura, mis manos siendo presionadas contra el colchón.
Donghae se puso entre mis piernas, abriéndolas con sus rodillas. Pensé que se iba a introducir pronto en mi cuerpo, pero por el contrario, comenzó a quitarme la ropa. Poniéndome en una posición semi sentada. Ni siquiera retiró el agarre a mis manos.
Como no podía sacar mi vestido sin evitar soltarme, lo rompió. ¡Y yo no estaba usando sostén!
-¡¿Qué?! ¡Oye no...! -Pero cuando le iba a protestar de mi vestido, sus caderas se unieron a las mías y dejé la frase a medio terminar.
Oh... María Magdalena y todos los santos del perpetuo socorro...
Mordí mi labio inferior.
-¿Todos los santos del perpetuo socorro? -murmuró Donghae en mi oído, divertido, encontrando sus caderas con las mías. No era suave o cariñoso, era crudo y mundano. Era justo lo que buscaba.
-¿Lo dije en voz alta? -hablé entrecortadamente. Temía que esas iban a ser mis últimas palabras. Estaba ciega, sorda y muda y me deleitaba únicamente en los sentidos, en la capa de sudor que bajaba por mi espalda, en el sudor corporal de Donghae...
Gemí en su oído.
Él puso una mano en mi cadera, acelerando el ritmo a nuestros movimientos. La otra mano siempre sujetaba mis muñecas que en este punto se apretaron contra la sábana.
Donghae intentó besarme pero yo fui rápida en mantener mi cabeza hacia atrás.
No, no iba a dejar que lo hiciera. No quería salir lastimada... No... Pasó poco tiempo antes de que perdiera la coherencia y lo escuché gruñir a él también.
Después de unos minutos intentando recuperarme, me pregunté por qué fui tan tonta como para volverme a acostar con él. Por más que quise mentalizarme que esto sería sin ataduras y emociones, no podía engañarme a mí misma. Lo quería, lo quería tan mal que dolía en mi pecho.
Definitivamente no habían dudas del por qué me había embarazado.
Me sentía especialmente tonta en esos momentos.
Donghae se retiró de mi cuerpo y rodó a un lado, respirando con dificultad, con los latidos de nuestros corazones acelerados.
-______, deja de sobre pensar las cosas -me dijo él colocando una mano en mi vientre desnudo.
Sus dedos comenzaron a hacer círculos en mi estómago.
Lo vi levantarse para quitarse la camisa y lanzarla al suelo, ni siquiera había notado que todavía la traía puesta.
Volvió de nuevo a mi lado y jaló mi cuerpo para que me acurrucara contra su pecho.
-Me mudé con Nicole, a la casa de la abuela -dijo después de unos segundos en los cuales reposaba su mentón en mi cabeza-. Era una cosa que tenía planeada desde hace mucho, solamente me adelanté a los planes. Sé que debí decirte algo, pero créeme que creí que te estaba haciendo un bien. Te amo, y aunque dije que nunca haría nada para lastimarte, lo hice. Ahora dime qué es lo que tengo que hacer para recuperarte porque me siento perdido.
Besó la coronilla de mi cabeza.
Me puse a trazar triángulos en su ombligo, aprovechando a tocar su cuerpo todo lo que pudiera.
-Por ahora -contesté- lo que quiero es que nos pidas algo de comida, lo demás supongo vendrá después.
Volvió a besar mi cabeza y lo escuché suspirar. Me removí en mi lugar y me senté en la cama, tratando de tapar mi cuerpo desnudo con la sábana.
-Voy a darme una ducha -respondí a su pregunta no formulada, sabía que estaba tenso porque yo todavía no había dicho nada para perdonarlo.
Quise ponerme en pie, pero la sábana estaba siendo atrapada por el cuerpo de Donghae. Giré mi cabeza para verlo, e inmediatamente me ruboricé. Su pantalón seguía abierto, no tenía el bóxer puesto y podía ver parte de su divina creación desde donde me encontraba.
Se había quitado el condón. Me ruboricé al pensar en lo mucho que había perdido el control.
Ves _______, por eso estás como estás.
Y recordando las pruebas de embarazo en mi bolso, empecé a buscarlo con la vista. Donghae no podía enterarse de lo del bebé, al menos no todavía.
Me levanté de la cama, pero de nuevo la sábana cedió, dejándome desnuda por completo.
-¡Donghae no es gracioso! -protesté cuando vi que era él quien me la había quitado-. Rompiste mi vestido y vas a tener que comprarme otro.
Él sonrió, desarmándome por completo.
-Te compraré la tienda entera si es lo que quieres.
Intenté taparme con las manos pero era inútil, Donghae parecía comerme con la vista.
Vi su camisa tirada en el suelo y no lo pensé dos veces y me la puse aunque el tramo hacia el baño no era especialmente largo.
En el camino, encontré mi bolso en una mesita de madera. Lo tomé y me metí dentro del baño. Cerré la puerta apenas entré.
Discretamente abrí el bolso en el que descansaban las dos pruebas de embarazo, y me dispuse a sacarlas.
Después de unos minutos viéndolas, me decidí a probarlas. Pero no estaba segura que pudieran hacer efecto justo después de haber tenido relaciones con Donghae, tal vez me daría otro resultado dejándome siempre con las dudas.
Tenía que saber si estaba esperando o no a un pequeño Noah, no quería esperar hasta la mañana siguiente. Así que me aventuré y saqué las pruebas de sus cajas. Con algo de aprehensión oriné en ellas unos minutos después, y ésta vez, cuando terminé, tuve las pruebas en mis manos todo el tiempo, no dejé de verlas ni por un segundo. Se suponía que una de ellas era con el método de las rayitas, y el otro simplemente me tiraría un símbolo positivo o negativo. Así que esperé pacientemente los cinco minutos que me aconsejaban las indicaciones, y justo cuando empecé a notar que se revelaba el resultado, la puerta se abrió escandalosamente.
Giré mi cabeza a tiempo para ver a Donghae, envuelto únicamente en una toalla que apretaba sus caderas, silbando una melodía que no conocía. Me apresuré a esconder las dos pruebas detrás de mi espalda.
Él caminó dentro del baño, cerrando la puerta tras de si.
-Pensé que era buena idea unirme contigo en la ducha -dijo encogiéndose de hombros- ¿Qué haces?
-Pensando -respondí secamente.
La comisura de sus labios se elevó, dándome una sonrisa ladeada.
-Muy bien. ¿Vas a entrar conmigo? -me señaló la lujosa y contemporánea ducha con paredes de cristal. Presioné aún más las pruebas que llevaba en mis manos.
-Entra primero, yo tengo que...
-________, ni creas que no me di cuenta que no me besaste o dejaste que te besara ni una sola vez mientras hacíamos el amor.
-Es porque no hicimos el amor -respondí pacientemente- solo tuvimos sexo.
Me ruboricé e ignoré el calor que se enfocaba en mi cuello.
Donghae me dio una sonrisa completa mientras se acercaba más a mí.
-Nena, ni siquiera puedes decir la palabra sexo sin ruborizarte.
Aparté la mirada y volví a sentir ese calor perforador en mis mejillas.
Él puso dos dedos en mi barbilla, elevándola para que lo viera directamente a los ojos.
-Dilo de nuevo.
-¿El qué? -tragué saliva.
-Di que tú y yo sólo tuvimos sexo en esa cama, que no fue amor lo que nuestros cuerpos se demostraron.
-Fue solo... -Pero él se apresuró a callarme con un beso.
Sus manos se fueron a mis caderas y comenzó a acariciar mi piel descubierta.
Tenía tantas ganas de pasar mis manos por su pelo que, cuando menos me di cuenta, lo estaba haciendo. Lo siguiente que escuché fue el sonido de las dos pruebas de embarazo que mantenía ocultas, cayendo al suelo y rodando a mis pies.
Donghae se despegó de mi boca y bajó la vista para ver lo que acababa de caer.
Mieeeeeeerdaaaaaa. ¡Iba a ver las pruebas!
No, no, no, no, no. Yo no estaba lista para decirle el por qué las tenía conmigo.
-¿Qué es eso q...? -empujé su rostro contra el mío, obligándolo a verme. Planté mi boca en la suya, empujándolo hacia atrás, haciendo que ambos nos cayéramos al suelo.
Caí sobre él, su espalda chocando contra alfombra de color blanco marfil que hacía juego con todo el modernísimo baño.
-¿_________ qué te ocurre? -preguntó sobándose la cabeza.
Me apresuré a tomar las pruebas y antes de esconderlas detrás de mi espalda, vi el resultado de una. Quedé paralizada unos segundos antes de sentir el cuerpo de Donghae moviéndose detrás de mí.
Rápidamente las oculté.
-¿Qué es eso que escondes? -preguntó, sentándome en sus piernas a horcajadas.
-Nada.
-Entiendo que sigas enojada conmigo, pero por favor deja de pensar que lo tú y yo tuvimos no involucró al menos un gramo de amor.
Tragué saliva.
-Tienes razón.
Él enarcó una ceja, incrédulo.
-¿Qué? ¿No vas a discutir conmigo?
-Donghae... yo te amo pero...
-Lo sé. No quieres volver a confiar en mí porque temes que vaya a defraudarte como he estado haciendo. Nena por favor...
-¿Por qué justo hoy? -le pregunté sin verlo a los ojos-. ¿Por qué apareciste en este día? ¿Por qué no ayer o mañana?
Esta vez regresé a su mirada.
-Fue hoy, porque me tomó todo este tiempo entrar en razón. Sé que mereces algo mucho mejor, pero me di cuenta que nadie es suficiente para ti. Que no te
quería alrededor de otro hombre, que quiero ser el único que te escuche en la intimidad. No quiero a nadie más ocupando mi lugar.
Sus manos se deslizaron por mis piernas que actualmente se encontraban extendidas a cada lado de sus caderas. Subieron a mi cintura, por debajo de su camiseta, y se encontraron con las puntas de mis senos. Fue un toque rápido que luego bajó, presionando sus dedos sobre el hueso de mi cadera.
Las pruebas de embarazo pesaban dentro de mis manos. Me sentía culpable por no decirle nada en el momento, por no decirle que efectivamente estaba embarazada.
Las dos pruebas lo indicaban.
-Te amo -dijo Donghae en mi oído.
-Yo también te amo -respondí mientras dejaba que me besara en los labios.
Y sólo así pude creer que todo estaría bien.
~ ~ ~ ~ ~
-Donghae, estoy embarazada.
Bien, finalmente lo había dicho. Ahora sólo quedaba decírselo a él cara a cara en lugar de practicar frente al espejo.
Jamás imaginé que a los diecinueve años estaría enfrentando una situación como esta. La gente me mirará como si me tuvieran lástima, y luego, a mis espaldas, murmurarán sobre lo irresponsable que fui, sobre lo idiota que estaba siendo mientras me abrí de piernas tan precariamente.
Dirán cómo arruiné mi futuro, mi educación, y cómo de ahora en adelante mi vida será cambiar pañales, lavar calzoncillos y ser señalada como madre soltera.
Siempre había creído que la vida era una colección de experiencias, pero ésta en particular era una muy grande.

Prohibido enamorarse de Lee Donghae(terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora